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Agotados todos los recursos judiciales, ordinarios y extraordinarios, como el del Tribunal Constitucional, que le cerró la puerta unos minutos antes de la hora marcada, a Juana Rivas no le quedaban formas legales de frenar la entrega de su hijo menor al padre, Francesco Arcuri, este martes en Granada. La de esconderlo, como hizo aquel verano de 2017, ya le costó muy cara, porque tuvo que separarse de él y de su otro hijo –que hoy es mayor de edad–, fue condenada a prisión y perdió la patria potestad.
¿Qué opciones le quedaban el martes? Acatar la orden judicial con discreción, para ahorrarle un drama más al niño, o el ruido. Al lugar fijado acudieron muchos medios, pero no hubo ninguna intención real de evitarlos. La familia de Juana y sus acompañantes llegaron a pie, haciendo un paseíllo dramático en el que la madre escondía sus evidentes sollozos contra el pecho de su asesora de siempre, y el niño, ¡ay! ese niño, caminaba serio junto al hermano mayor. Luego la madre tuvo que salir del punto de encuentro en ambulancia y a nadie se le ocurrió obligar al crío de 11 años a irse con su padre mediante “fuerza o coacción”; así que la jueza, requerida por los trabajadores del centro, tuvo que ordenar un aplazamiento para volver a empezar otro día y de otro modo.
Juana Rivas ya exploró hace años esta vía, la del espectáculo, y se paseó por los platós de televisión. El resultado fue una notable pérdida de credibilidad y de apoyo popular. Más allá de la apropiación política de este asunto, que también la hay, el ciudadano de a pie ya no ve a una madre sufriente, sino, por encima de todo, a un hijo que tiene que andar destrozado porque ha pasado casi toda su vida (tenía dos o tres años cuando la historia se hizo mediática) en el centro de una batalla entre sus padres y con su vida en manos de jueces, evaluadores, psicólogos, abogados, medios de comunicación y asesoras. Casi lo mismo podríamos decir del hijo mayor. Otra víctima.
Y lo que les queda. Acabe como sea este episodio de la entrega, en el horizonte próximo está el juicio a su padre por maltrato en Italia. La exposición pública seguirá. Lo veremos en los medios, pero también en las plataformas de televisión. Uno de los directores más prolíficos en la factura de docuseries sobre casos mediáticos ya está trabajando en el caso de Juana y sus hijos. Ha estado en Granada y se ha llevado material, pero tiene mucha faena, porque la historia real está lejos de concluir. Continuará...
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