Vino por Córdoba Federico Mayor Zaragoza, al que unos respetan como un santón de la paz y al que otros denominan con mala leche Federico Mayor Tonterías tras el kilométrico viaje ideológico que, a lo largo de las décadas, ha protagonizado, pasando de ser, en su juventud, un alto funcionario del Franquismo a, en su vejez, una figura muy respetada por la izquierda, un santón casi totémico. Vino, ya digo, el que fuese también director de la Unesco y lo hizo para dar fe de que la señora alcaldesa está decidida a liarse la manta de la política simbólica a la cabeza para intentar que la Mezquita-Catedral sea pública. La regidora anunció en tal sentido que el propio Mayor Zaragoza será el presidente del comité de expertos que la municipalidad pretende configurar para luchar por este fin, que nació hace unos años de la fricción entre grupos anticlericales y el obispo Demetrio Fernández, cuya llegada a Córdoba nunca será bien ponderada por el mucho bien (ejem, ejem) que le ha hecho a la ciudad. Ambrosio y Mayor dieron los argumentos consabidos, pero, como siempre, volvieron a evitar hablar de la auténtica vía que tienen a su disposición si quieren dirimir la propiedad de un bien: los juzgados. Pero no, eso es demasiado real y ellos prefieren, como ya se dijo, lo simbólico: menear el botafumeiro para que su parroquia les aplauda. El exdirector de la Unesco incluso aportó un dato hasta ahora desconocido: que el Papa Francisco está en este asunto de su lado luminoso. Tesis que no sabemos de dónde sale, si de una revelación mariana o de una charla particular, pues hasta ahora el Máximo Pontífice nunca dijo ni pío, que uno sepa, sobre ello. Mayor Zaragoza, no contento con eso, volvió a recurrir a su argumento predilecto, que consiste en subrayar que la Unesco podría quitarle a la Mezquita su declaración de Patrimonio de la Humanidad si sigue bajo propiedad de la Iglesia, la única que se le conoce desde los viejos tiempos de Fernando III. Una chorrada de la que no existen más indicios que sus palabras y que en verdad sí que supone un peligro porque abre un frente que no existía y somete a duda una catalogación indudable, incuestionable, del monumento cordobés. Que eso lo diga Mayor Zaragoza a título personal no tiene mayor importancia ni interés, ni tampoco la tendría que el Ayuntamiento o el Estado diriman sobre la propiedad de un inmueble en los tribunales. Lo que no tiene ni pies ni cabeza es que la alcaldesa sonría tan dulce y tan ancha cuando este señor pone en duda sin argumentos una declaración que es enseña y orgullo de la ciudad. ¿Alcaldesa para eso? Envueltas en la manta simbólica tendrá la regidora sus razones. Ella las sabrá... si es que las sabe.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios