La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

El día que Pedro hizo como Vox

Es notoria en Pedro Sánchez la propensión a dictar el debate público y decidir de qué se habla y cuánto tiempo

El día en el que se reformó la ley que más desgaste ha provocado al Gobierno de coalición en sus tres años y medio de mandato, Pedro Sánchez hizo lo mismo que Vox, pero peor: Vox estuvo en el Congreso y se abstuvo; el presidente se ausentó. Mientras el PP respaldaba su reforma y su ministra de Igualdad la criticaba y votaba en contra, él estaba en Doñana, denunciando a la Junta de Andalucía, o sea, al PP, por su peligroso plan de regadíos en la comarca.

Y eso que Sánchez ha sido el principal impulsor del cambio obligado de la ley del sólo sí es sí, igual que presidió el Consejo de Ministros que la aprobó tal y como se la presentó la ministra de Igualdad. Tarde, eso sí. Al principio dijo "Estoy orgulloso de esta ley" y cuando se produjeron las primeras rebajas de condenas por agresión sexual recomendó no hacer nada y esperar hasta que la Fiscalía actuara y hasta que el Tribunal Supremo dictara jurisprudencia, lo que condujo a unos cuantos meses de pasividad y procastrinación. Luego el CIS y otras encuestas informaron de la auténtica devastación que el escándalo creciente estaba provocando en las perspectivas electorales del Gobierno y advino la voluntad de reformar la norma en esta parte desdichada de su articulado.

La visita a Doñana en la fecha señalada para reformar la ley es un reflejo de una de las características más notorias del mandato de Pedro Sánchez: su propensión a dictar el debate público y su creencia, algo fatua, de que sólo él tiene el poder de decisión sobre la actualidad política, la facultad de decidir qué es lo relevante y durante cuánto tiempo, la capacidad de imponer de qué se habla (el quién habla no puede, la verdad).

Lo hace continuamente. Ahora ha decidido que no se discuta más sobre la ley de libertad sexual, que discutamos sobre el problema de la vivienda o la conservación de Doñana. Recuerden cuando decidió que la eliminación del delito de sedición y las rebajas de la malversación ya eran pasado, y que había que hablar de la reforma de las pensiones. O cuando puso fecha al final del debate sobre los indultos a los secesionistas. Quizás tenga éxito. Quizás sea cierto aquello de que de lo que no se habla no existe. Pero algunas cosas son inolvidables, creo yo. Salvo que la economía vaya como un tiro y la gente lo note. Eso es un bálsamo infalible. Si no se da el caso, la gente acumula un malestar hondo y sordo, que no mudo, que acaba manifestándose. Ya veremos cómo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios