Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

Un año, y adiós a Merkel

En sus tres lustros de 'mandato' europeo ha afrontado como líder la crisis de la deuda de los países del sur

Ayer cumplió 15 años como canciller de Alemania. Ha anunciado que en un año se marchará. El sentimiento de orfandad está servido, incluso para muchos europeos que no somos alemanes. Con esta mujer se ha producido -y hablo por mí- un efecto que los que nunca le perdonarán aquello que dio en llamarse "austericidio" calificarían de síndrome de Estocolmo, o sea, un cuadro psicológico entre el masoquismo y la traición. En España, largamos de la Merkel mucho en la Crisis de la Deuda que emergió en 2007 y que dio paso a la Gran Recesión. Se señaló como su cipayo español al presidente Rajoy. Aunque fue Zapatero quien en 2011 recibió aquella llamada de teléfono de frau Merkel para que abandonara la política bucólica, tomara conciencia del riesgo altísimo de bancarrota de España -"para seguir manteniendo el compromiso europeo", le soltó ella-, e incluso prohibiera el déficit público excesivo... ¡con una modificación constitucional! Entre los severos tajos dados al sistema de salud y la caída segura de todo el Estado, hubo que optar por sobrevivir: hoy se muere más de la cuenta por aquéllo, es cierto. Política: el arte de lo posible.

En estos 15 años de reinado, Merkel ha afrontado como líder dicha crisis de deuda de la Europa meridional, y después otra de inmigración en su país, en la que permitió que un millón de extranjeros tuvieran papeles, con importantes consecuencias sociales y económicas. Ahora, su trabajo se ha centrado en hacer de Alemania un referente científico frente a la pandemia, y está en pleno proceso de evitar el daño que a España quieren infligir los sureños del norte: Polonia, Hungría y Eslovaquia.

Leo en La Vanguardia que su liderazgo ha sido "resiliente y lenitivo". Lo de la resiliencia comienza a ser otro virus léxico, un perejil de todos los guisos de texto. Lenitivo es medicinal, curativo: cierto, esto. Merkel es gestora, ejecutiva, reflexiva y orientada a la acción y el compromiso mutuo (y, eso sí, Deutschland über alles: por encima de todo, su país). Ha dirigido los tres últimos gobiernos de una coalición con sus rivales más directos, los socialdemócratas. Igualito que aquí. No se la imagina uno soltando una homilía melosa y cansina como la de Pedro Sánchez anteayer, tan de "vuelve a casa por Navidad" a ratos (largos). Ni tampoco huyendo de razonar sobre su acuerdo con un enemigo del Estado con un bobalicón "las únicas siglas que importan son PGE". Somos lo que comemos. Dan envidia a veces. Pero, en fin, Viva España.

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