Las tendillas

Ramiro García Vila

Villagarcía de Arosa

NI siquiera durante unas Fiestas tan familiares como las de navideñas y Año Nuevo dejan de prodigarse las malas, peores y pésimas noticias: demasiados muertos en accidentes de tráfico, inflación ruinosa, desempleo a gogóý

Menos abundantes soný las buenas noticias. Pero haberlas haylas -que diría un lugareño de la Villa a la que aludí en el encabezamiento de esta publicación- aunque, lamentablemente, no ocupen las páginas preferentes de los medios de comunicación.

A propósito de unas cortas vacaciones durante estas Navidades, fui testigo de una fiesta singular, a mi juicio. Por su relevancia, bien merece ser contada. Se celebró en una ciudad que la mayoría de los cordobeses conocen tanto como Fuengirola o Torremolinos. Me refiero a la bellísima Villagarcía de Arousa (Pontevedra). Allí, los responsables del gobierno municipal anticipan el comienzo del Nuevo Año en 12 horas. Así, a las 12 de la mañana del 31 de diciembre se oyen las doce campanadas del reloj (con más de 120 años de antigüedad) de la Casa Consistorial, indicativas del comienzo del Nuevo Año. Sucede así desde 1988. Los villagarcianos quieren evitar que no vuelva a repetirse el mosqueante suceso ocurrido el año anterior, cuando se produjo un inesperado apagón, que dejó a los vecinos sin la posibilidad de tomar las uvas viendo -y oyendo- las campanadas en la tele, como mandan los cánones de la tradición.

La fiesta objeto de comentario bien merece alguna reflexión. Se trata de unaý "movida" realmente alentadora. Fue una fiesta de todos. Y para todos. Congregó, a las puertas del "Concello" a más de 3.000 personas, sin distinción de edades ni, obviamente, condiciones sociales o ideas políticas. Había lugar para todo. Y para todos. Los primeros, los propios responsables del gobierno municipal. Música, a cargo de un conocido grupo de artistas. Se repartieron, entre los asistentes: 500 botellas de cava, 3.000 cotillones, 800 batidos y bebidas similares para los más pequeños, 300 kilos de polvorones, turrón y otros productos de navidad, etc. Del "Concello" colgaba una enorme pancarta en la que, junto al "Feliz 2008" podía leerse un enunciado de buenos propósitos. Traducidos, eran los siguientes: "1- Ir al gimnasio. 2-Dejar de fumar. 3- Aprender inglés. 4- Llamar a mamá. 5- Hacer la cama. 6- Escribir un "blog". 7- Leer (uno) dos libros. 8- Ahorrar". Además había tres enormes paneles en los que cada cual escribía sus deseos, como que "Javi me pida para salir", o que "apruebe cuarto", o que "dimitan todos los concejales. Gobierno yo". El autor de esta opinión también formuló su petición: que proliferen estosý botellódromos. (No los otros). Y que cunda el ejemplo.

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