Francisco Merino

¿Ver a Nadal a cualquier precio?

Está al caer la conferencia de prensa en la que el Instituto Municipal de Deportes (IMD) presente oficialmente un acontecimiento estelar, que seguramente se venderá con el manido cartelito de “regalo de Navidad para los cordobeses y cordobesas” por gentileza de un Ayuntamiento que se preocupa por el deporte –nadie lo duda; el tema es cuándo, cómo y por qué–,  que se ha negociado durante los últimos meses sin demasiada discreción –qué guapos salían por televisión los emisarios municipales en las gradas vip’s presenciando el último Masters Series de Madrid– y que, según estimaciones, puede salir por un pico en lo económico. Vendrá Nadal, el número uno del mundo, uno de los iconos del deporte español, para disputar durante los días 19, 20 y 21 de diciembre un torneo de exhibición en la Plaza de Toros de Córdoba. No estará solo, obviamente. También llega Djokovic, el genio balcánico que junto a Federer atenta cada vez que tiene ocasión contra la supremacía del manacorí. Y, para aderezar el magno acontecimiento, aterrizará en el Coso de los Califas la armada española con Ferrer, Moyà, Feliciano López y Almagro. Un elenco impresionante, que provocará un éxtasis en la ciudadanía. El recinto taurino, cubierto para la ocasión, se llenará hasta el último asiento. Nadie lo duda. Ver actuar en directo a Nadal es un privilegio al alcance de muy pocos. Durante la temporada, el balear  sólo tiene dos compromisos en España: en Madrid y el Barcelona. Valencia lo quiere en el 2009. Pero Córdoba, claro, en una hábil maniobra, se adelantará para que sus ciudadanos y ciudadanas puedan disfrutarlo antes. Que será después que Málaga, donde los días 5, 6 y 7 de diciembre habrá un Máster que contará con el concurso de Nadal.

¿Y cuánto costará el evento? Parece que la cosa anda por el millón y medio de euros. Si se consigue cubrir con patrocinadores privados –se habla de Cajasol– y hasta se rentabiliza, habrá que ponerle un monumento a los padres de la idea. Pero estamos en tiempos de crisis. Imagínense a una familia con un modesto sueldo y cuatro chiquillos. Un día el padre aparece por la puerta con una bandeja de langostinos. Se los comerán con deleite y llorarán de la emoción. Y tras recoger la mesa, el tipo anunciará que el frigorífico vuelve al vacío habitual. Hasta el próximo atracón.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios