LO que ocurre en el interior de los autobuses de Aucorsa parece que no es nuestro problema. Da la impresión de que es una situación que queda circunscrito a dos o tres barrios y a los trabajadores que en ese momento tengan la desgracia de estar al volante. Y también de los pasajeros que les pille el incidente de turno. La violencia física y la verbal es moneda común en nuestros días y lo mismo nos la encontramos en el aula de un colegio que en la consulta de un médico. ¿Por qué no en un autobús también? El incremento de las medidas de seguridad en el interior de los vehículos de Aucorsa es una garantía para todos. Si no funcionan como elemento disuasorio, al menos servirán como medio fundamental para dar con los causantes de las agresiones que, como denuncian los trabajadores, sufren a diario como insultos o amenazas.

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