Cuchillo sin filo

francisco Correal

Ra, ra, ra

EN agosto se cumplieron cuarenta años del fichaje de Johan Cruyff por el Barcelona. Aquel millón de dólares, al cambio cien millones de las vetustas pesetas, dio lugar a una hermosa catilinaria musical que Benito Moreno tituló Ra, ra, ra y que formó parte de su segundo disco, titulado Ellos y ellos y ellos y ellas. Gonzalo García Pelayo, que era el productor de la discográfica, le dijo que por ser Benito, bretón de Sevilla, sochantre sin Cunqueiro, le permitía esa extravagancia en el título. En aquel momento, ese alegato contra el millón de dólares tuvo mucho menos recorrido en las emisoras que España huele a pueblo, que apareció en su primer disco, titulado Romance del Lute y otras canciones.

Cuarenta años después hemos pasado del millón de pesetas que el Barcelona de Agustín Montal pagó por Johan Cruyff al millón de euros que el Madrid de Florentino le ha pagado a un club londinense por Gareth Bale. ¿Vale Bale lo que Vale? Pregunta que me recuerda una campaña para usar las papeleras que hace 25 años leí por las calles de San Juan de Puerto Rico: "Bote el pote en el pipote". ¿Vale Bale lo que Vale? ¿Cuánto habrían pagado por Johan Cruyff? ¿Cuántas canciones habría tenido que sacar Benito Moreno para denunciar tan gaélico despilfarro?

Tiene Benito Moreno nombre de glaciar de la Patagonia. Es bético, hermano del Silencio, de Josele y de Máximo Moreno, mínimo común múltiplo de la transgresión elegante. Si el Barça fichó a Cruyff, José Ramón de la Morena fichó a Benito, nombre de gurka del Bernabeu, para que fuera el muecín del larguero con esa fábula del lobito y los corderitos. Esa hermosa canción que tiene el aroma de los cantaotures, perfume de Aute en nenúfares de Brassens, la ha convertido el juglar de la Ser en un ripio con la adaptación chapucera que han hecho los de Estopa, holandeses de Extremadura que también ficharon por la Barcelona industrial. De La Morena ha desfichado a Cruyff al cargarse la canción de Benito Moreno. Ha sido como una patada en la espinilla de Neymar escuchando el transistor.

España huele a pueblo sigue sonando incólume como sintonía del programa Agropopular de César Lumbreras. El Lute estudió Derecho en la cárcel y sus epígonos van a la cárcel derechos. Ese olor quedó tan marchito como el millón de rubias que recuperó De la Morena. España ya no huele a pueblo. Ahora huele a ciudadanía.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios