Crónica Personal

"Somos España"

Hay de nuevo un diplomático al frente de Asuntos Exteriores, y se ha notado desde el primer día. Ya era hora

Somos España", dijo el nuevo ministro de Exteriores, José Manuel Albares, en su toma de posesión. Esas dos palabras deberían formar parte del lenguaje habitual de todos y cada uno de los miembros del gobierno, pero escasean. "Somos España", dicho con tono de orgullo, como el de Albares, es una novedad. España y españolidad son conceptos devaluados por un presidente que no le hace ascos a incrustar en su Gobierno a un partido que desprecia la Constitución y negocia con quienes pretenden romper España.

El nuevo ministro tiene dos retos importantes herencia de una antecesora que no conocía la trastienda de la política exterior y que se metió en charcos que nunca debe pisar un miembro de gobierno con una mínima entidad. El caso más grave ha sido el de Marruecos, cuyo Rey suele responder bien cuando se le trata bien pero enseña los dientes cuando se le desprecia. Traer clandestinamente a Logroño a su principal adversario político no sólo una torpeza sino que obliga a recomponer unas relaciones que importan mucho, porque Mohamed VI cuenta con bazas importantes con las que meternos el dedo en el ojo, como demostró hace pocas semanas. Albares ya se está trabajando ese negociado, y de momento se ha referido a Marruecos como "el gran amigo y vecino". Lo veremos pronto en Rabat, seguro.

El problema de Cuba no se puede abordar con una ministra que se niega a pronunciar la palabra dictadura -era su primer día como portavoz, lo que la disculpa- y un presidente que tampoco lo hace pero al menos dice que Cuba no es una democracia. Hay que ser más valiente, menos acomplejado. Explica el Gobierno que hay que ser diplomático con determinadas cuestiones y tiene razón, pero España puede permitirse perfectamente que un miembro del Gobierno haga una declaración que contrarreste el entreguismo de la otra parte, Podemos, que defiende con uñas y dientes la dictadura castrista. A ver qué pasa con España si a medio plazo el castrismo queda fuera de juego, lo que puede ocurrir.

Hay de nuevo un diplomático al frente del Ministerio, y se ha notado desde el primer día. Ya era hora. España no atraviesa su mejor momento, y no puede permitirse el lujo de tener frentes abiertos con Marruecos, no saber para dónde tirar ante la crisis cubana, o quedarse con la risa boba, sin reaccionar, ante el desplante de los 50 segundos de Biden a Pedro Sánchez. Un Biden al que no le interesa nada un presidente que gobierna con un partido comunista-populista que no pierde ocasión en desacreditar a Estados Unidos.

La política exterior importa. Sobre todo cuando las cuestiones económicas de mayor envergadura dependen de unas acertadas políticas diplomáticas.

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