La Gloria de San Agustín

Rafalete

Domingo de Ramos

Tú puedes ir a misa o no, creer en el más allá o no, o no ser de ninguna cofradía, pero eso no quita que la Semana Santa te deje algunos momentos que te descolocan

El Señor del Calvario.

El Señor del Calvario. / Juan Ayala

Yo creo que lo he dicho alguna vez, que no soy mucho de la Semana Santa, que no soy capillita como dicen algunos, y eso que de nene salí un montón de veces en el Nazareno, pero eso no quita de que la disfrute y de que muchas veces se me salten las lágrimas, porque vaya las cosas tan emocionantes que pasan.

Tú puedes ir a misa o no, creer en el más allá o no, o no ser de ninguna cofradía, pero eso no quita que la Semana Santa, y especialmente la de Córdoba, te deje algunos momentos que te descolocan. Porque eso es así, tal y como lo estoy contando. Además, a mí me encanta que la gente disfrute, que lo pase en grande, y a quien le gusta mucho es su parte favorita del año, porque eso es así, y ya está.

En San Agustín somos mucho de la Virgen de las Angustias, claro, además del Nazareno, que muchos vecinos son hermanos. Como ya saben ustedes, la Virgen se tiró una pila de años saliendo de San Pablo, tantos que muchos se creían que era de allí, pero no. La de flores que le echábamos cuando pasaba por aquí, eso era algo muy grande, pero mucho, y la que se montó cuando volvió.

La verdad es que yo tengo muchos momentos muy bonitos de la Semana Santa que he vivido desde que era un niño. Lo de estrenar siempre algo el Domingo de Ramos, que lo sigo haciendo, aunque solo sea un pañuelo, como este año. O cuando iba haciendo la colecta con mi hucha y mis banderitas, que nos picábamos para ver quién era el que sacaba más dinero. Y también me acuerdo mucho de mi madre, que yo no recuerdo comer mejor que en Semana Santa.

Las torrijas, magdalenas y pestiños que hacía eran de chuparse los dedos, y los codos, pero es que el bacalao con tomate o el potaje con nubecitas eran una auténtica locura, qué cosas más ricas. Me acuerdo también de que compraba una lata grande de bonito o de melva en aceite y menudos los bocatas que nos preparábamos. Que yo me llevaba uno liado en papel de aluminio y medio kilo de pipas y me plantaba en el Realejo a ver pasar las cofradías, que por allí siempre han desfilado unas cuantas. O pedirle cera a los nazarenos, utilizando el papel de aluminio, que hacíamos una bola. O mis primeras salidas hasta más tarde, porque me iba a ver cómo se recogían el Rescatado, el Prendimiento o el Calvario.

Por suerte yo sigo viendo muchas veces ahora estas cosas que yo hacía de niño y la verdad es que me emociono un montón. En fin, que es un tiempo bonito, y por eso no me extraña que se pase la gente las horas mirando el tiempo, porque se disfrutan mucho. Y es bueno que llueva, claro, pero cuando los pasos se recojan, si es posible.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios