Construcción, reconstrucción, deconstrucción

Sorprendidos, bastante. Y sorprendidas, mucho más. Tras el triunfo de la moción de censura que ha llevado a Pedro Sánchez a la presidencia del gobierno, la selección de su gabinete parece haber noqueado a propios y extraños, escépticos o directamente contrarios, por su nivel general de solvencia y su alto índice de acierto apriorístico. En eso estriba, en parte, la naturaleza constructiva de una moción de censura. Tiene como elemento esencial derribar a un gobierno, pero -en nuestro sistema constitucional- no se explica enteramente si el derribo no apareja su sustitución inmediata por otro gobierno. Ya no repetiré más que ni apoyo ni soporto las alianzas peligrosísimas que lo auparon, porque no quiero alentar el debate de la legitimidad de la moción, que lo es tanto como cualquier investidura parlamentaria. Mi criterio político discrepante con esta nueva situación se fundamenta en que yo también quería construir, pero a través de mi voto actual, no de la interpretación y aprovechamiento de mi voto pasado. Eso también habría sido constructivo.

El antiguo gobierno, despojado, anda chocado. Es normal. En una semana pasó de garantizarse, mal que bien, la continuidad -vía presupuestaria- a estar fuera de todo. La primera vez que Rajoy se ha movido porque haya ocurrido algo ha sido ahora. Lo echan y se va. Fin de la cita. Y para colmo de males, en pleno proceso de selección, también, de su nueva dirección (ya sea líder, que se espera; lideresa, que no tanto; o triunvirato placebo, no se descarte), mientras procuran con más miedo que vergüenza hacerse la menor sangre posible, les salta su tótem, perdonen que no me levante, para 1) quitarse pulgas, cuando les dejó el saco, 2) ventilar naderías, sin recordar el álbum de fotos del Escorial y 3) ofrecerse, mesiánico, para la reconstrucción del centro-derecha. Toma ya. Si el PP asumiera una condena acaudillada así, le haría el trabajo al nuevo gobierno.

Este gobierno puede que no llegue a gobernar mucho pero, desde luego, no está hecho para no durar. Está pensado muy claramente para reforzar las opciones del PSOE en unas futuras elecciones y, aunque parezca insólito, las del PP. Uno y otro estaban muy alejados del pulso electoral, frente a una alternativa viable y diferente a ambos, basada en la reforma y en la regeneración. Ni conservar el sistema ni aniquilarlo, sino resetearlo. En cocina, que se hace con tiempo, con tiento, y con buenos ingredientes, deconstruir. Y esta opción es incluso ahora más necesaria y oportuna, porque los cambios accidentales (por vistosos que resulten) suelen provocar espejismos que hacen parecer nuevas a las puertas que son viejas, aunque solo tengan las muy usadas una mano corta de barniz, de brochazos en la izquierda y brochazos en la derecha. Y no se trata de eso. Ya no.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios