Desde la ribera

Luis J. Pérez-Bustamante

Adiós ZP

CUANDO menos se esperaba, aunque era un secreto a voces, José Luís Rodríguez Zapatero ha anunciado su adiós. El secretario general socialista no volverá a presentarse a la reelección como presidente del Gobierno, pues con ocho años en el cargo ha tenido más que suficiente -y él que lo diga-. Sigue el leonés el ejemplo que le dejó su antecesor en Moncloa, José María Aznar, y, como él, coge las de villadiego con una pésima valoración pública y con el partido agrietado por las luchas baroniles. Claro que Zapatero se irá dejándonos como legado una crisis económica en la que, aunque no es el culpable principal, ha contribuido muy generosamente para que los españoles atraviesen uno de los momentos más difíciles de su historia reciente. Anuncia Zapatero que se va, pero que aguantará hasta el final de la legislatura y que el PSOE deberá afrontar unas primarias tras las municipales y autonómicas de mayo de las que saldrá el futuro líder del partido. Rubalcaba o Chacón, Chacón o Rubalcaba tienen ahora un par de meses para terminar de calcular apoyos y deshojar la margarita.

Con su decisión, Zapatero escucha las voces que le pedían quitarse de enmedio -que no irse-, para no estorbar a los candidatos en mayo. Hasta ayer mismo, el presidente del Gobierno era el enemigo número uno de cualquier socialista que se subiese a un estrado; habrá que ver si su anunciada marcha sirve para mitigar ese tremendo varapalo que las encuestas auguran el 22-M. Opiniones hay para todos los gustos, aunque es más que probable que la rendición del leonés llegue demasiado tarde como para salvar las naves del puño y la rosa. Además, si el naufragio en mayo es tan grave habrá más de una víctima colateral y los frentes abiertos serán tantos que ni el adiós del líder servirá para amansar el cauce del río.

El PP, por su parte, se ha apresurado a pedir, como siempre, elecciones anticipadas. Nada nuevo. Como, lamentablemente, tampoco lo es esa estrategia zafia e inmoral de sacar a ETA a la campaña para quemar al delfín más probable: Rubalcaba. Hacen mal los populares en recuperar los fantasmas del pasado cuando los descerebrados de las pistolas están en su hora final. Decisiones así pueden fijar el voto de sus bases tanto como pueden lograr que las de los demás despierten de su hibernación voluntaria asqueadas de tan sucia maniobra. Es cierto que Rajoy deberá replantear ahora su estrategia y que, más que probablemente, verá recortarse su ventaja en las encuestas, pero caer en la basura etarra no es de recibo. Sobre todo, cuando ZP se va y los populares pueden cantar victoria. El país está para un estadista. El que se va no lo ha sido.

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