Análisis

rogelio rodríguez

Una interesada y vergonzante claudicación

¿Dónde colgará el PSOE la histórica foto de su líder con el títere que gobierna la Generalitat?

La vida política es, desde hace tiempo, un catálogo de desórdenes, de fárrago, de ambición, de componendas, de intereses partidistas, de apariencias, de procesos, de afrentas y de impericia. Una exhibición diaria sobre cómo deshacer lo construido, que el Gobierno y sus socios secesionistas pretenden encubrir bajo el aparente manto del diálogo político. No siempre el diálogo es edificante, necesita que ambas partes estén adscritas a un espacio legal común. Y si una de ellas no lo está, es indispensable que, al menos, lo respete. Por eso el reconocido socialdemócrata Willy Brandt, canciller alemán entre 1969 y 1974, sólo procuraba acuerdos con los que estaban dentro del marco constitucional y ponían esfuerzo en la democracia.

Pedro Sánchez no se parece a Willy Brandt, ni a otros muchos jefes de Gobierno que, ideología al margen, nunca habrían claudicado ante títeres de la ralea de Quim Torra, cabeza ocasional de un Gobierno autonómico que no solo no está con la Constitución sino que, además, la golpea. Si la reunión del Consejo de Ministros en Barcelona, celebrado en sede no oficial y blindado por un extraordinario y muy costoso despliegue de Policía Nacional y Guardia Civil, representa una muestra más de la insensatez y de los espurios fines que rigen la acción del Ejecutivo, el comunicado conjunto firmado por el Gobierno de España y el de Cataluña, tras la reunión que mantuvieron ambos presidentes en la tarde del jueves, supone una ofensiva burla a cuantos en este país desarrollan su actividad pública o privada bajo el imperio de la Ley.

El compromiso a un "diálogo con la Generalitat que desemboque en una propuesta política que solucione el conflicto catalán", según reza el comunicado conjunto, sería encomiable en otro escenario y con unos interlocutores creíbles y honorables, no con quien impone el rechazo a la Monarquía parlamentaria, exige el derecho a la autodeterminación, amenaza con la vía eslovena e incrementa la motivación de los radicales comandos republicanos contra las instituciones democráticas. No en una ciudad tomada por el independentismo obtuso y agresivo. Y eso tras meses de conversaciones entre representantes de ambos Gabinetes, que la vicepresidenta, Carmen Calvo, ha calificado, con el frescor que le caracteriza, de "muy constructivas".

El apoyo por sorpresa de Podemos y de los grupos nacionalistas a la senda del déficit que propone el Gobierno ilumina el derrotero. Caben pocas dudas: Pedro Sánchez ha desistido de perseguir el regreso de Cataluña al orden constitucional, pero su supervivencia en el poder depende de los secesionistas. Ni barcos, ni honra. Ambos se necesitan. Los independentistas para cimentar sus propósitos y aumentar sus prebendas y el Gobierno para alcanzar el puerto de 2020, aunque la nave vaya después al desguace.

Quim Torra ha cuadrado el círculo de los afanes separatistas y, Pedro Sánchez, la humillación del Estado frente a sus agresores.

¿Dónde colgará el PSOE la histórica foto de su líder con el títere que gobierna la Generalitat?

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios