La permanencia en Segunda División, como por desgracia está comprobando el Córdoba en sus propias carnes, se vende muy cara, pero no menos caro está esta temporada mantenerse a flote en Segunda División B, donde históricos del fútbol español como el Recreativo de Huelva o el Real Jaén lo están pasando muy mal para sobrevivir. Para conseguir ese objetivo, el filial blanquiverde ha dado un paso de gigante esta jornada tras su victoria en El Arcángel ante el Mérida de Eloy Jiménez, otrora jugador cordobesista, candidato a disputar las eliminatorias de ascenso a la categoría de plata del fútbol español. Jorge Romero ha sabido reconducir en muy poco tiempo desde su llegada al banquillo en sustitución de Carlos Losada, y de manera muy efectiva, una situación más que comprometida del filial cordobesista y ponerle con un pie y medio (si es que no tiene ya los dos) otra vez en Segunda B la próxima temporada, cumpliendo así el objetivo competitivo de un equipo que debe compaginar el crecimiento de sus jóvenes promesas con resultados tangibles en la clasificación. No obstante, la zona baja en el Grupo IV se comprime cuando restan tres partidos y sólo hay seis puntos de diferencia con el puesto de play out, por lo que aún hay que esperar al menos una semana para que lo que ya parece un hecho se convierta en una realidad matemática. A este joven y prometedor entrenador, al que un día cuando entrenaba a una selección cordobesa no le importó echar de un banquillo que, por la lluvia que caía y previa autorización de un directivo federativo, ocupábamos un servidor y un histórico del fútbol cordobés como Juan Verdugo, hoy yo le brindo mi aplauso y mi felicitación por su excelente trabajo. Ojalá, con el paso de los años y cuando su carrera como entrenador profesional vea su currículum largamente ampliado, ningún técnico principiante se atreva a infravalorar su trabajo como él hizo en aquella ocasión. Suerte, chaval.

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