No hemos acabado con uno y ya estamos con otro jaleo, aunque siendo así los que hagan falta y hasta dos docenas más, lo que yo les diga, que se cumple ese dicho que habla de la sarna y el gusto, ya saben ustedes. Que ya estamos cansados de turrones, pues a lo mejor, pero qué ricos están, que si los comiéramos todo el año pues a lo mejor nos acababan cansando, pero así no. Y es que es así la Navidad, por eso no entiendo a quien dice que le cansa, porque a mí lo que me cansaría es que todos los días fueran iguales y no hubiera días como estos, que de vez en cuando es bueno dejar de hacer lo de siempre. La cena de Nochebuena fue la mejor que recuerdo, pero buena, que como les conté vino mi primo Ángel, el de Alemania, con su mujer, Eva, y lo pasamos de lujo. Además, como mi primo maneja, que ya saben ustedes que en esos países ganan una bestialidad, trajo de todo, que yo no había probado en mi vida los percebes y anda que como me puse. Y por el día lo pasamos muy bien, porque se encontró con amigos que no veía desde hace más de cuarenta años, y anda que no pegó abrazos y bebió cervezas, que luego al final ya estaba un poquito perjudicado, pero a la cena llegó bien. El miércoles se ha vuelto a Alemania mi primo, que quería pasar la Nochevieja con su hijo, pero según me ha contado para marzo o así, el tiempo necesario para liquidar todo lo que tiene allí, está de vuelta, que se ha ido la mar de contento, y la mujer igual, y eso que ella no ha conocido otra cosa en su vida, que ella ha nacido allí, como les conté el pasado domingo.

Esta noche la pasamos como las últimas nocheviejas en el cocherón de nuestro amigo Manolo en la calle Montero, que allí nos juntamos casi cien para despedir el año y pasar un rato de categoría. Y no nos complicamos, que cada uno lleva lo que puede y siempre sobran comida y bebida para reventar, que a exagerados no hay quien nos gane, una cosa mala, lo que yo les diga. Y lo bueno es que estoy con toda la gente que quiero, con mi hermana y mi cuñado, con Soraya y Cayetano y con todos mis amigos del barrio, que más no se puede pedir, que con esa gente aunque sea a base de pan y agua me lo paso en grande y algo más, lo que yo les diga, que todos somos unos disfrutones. En fin, que les deseo que 2018 sea ese año que siempre han soñado, que les pasen las mejores cosas y sobre todo que tengamos salud, que eso no puede faltar. Y que se coman las 12 uvas esta noche, para comenzar como se merece el nuevo año. Felicidad.

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