Análisis

María Sierra Luque

La Atención Primaria, en cuidados paliativos

La solución pasa por una apuesta verdadera y firme por una sanidad pública de calidad

Como representante de mis vecinos de Almodóvar del Río, como usuaria del servicio público de salud y como sanitaria en ejercicio durante veinte años -que me ha servido para conocer desde dentro cómo funcionaba nuestro sistema sanitario- no puedo ni debo mirar hacia otro lado ante la situación catastrófica sanitaria actual.

El contexto presente es el resultado de una mala gestión anterior de la sanidad, ya que desde hace 20 años se han venido cerrando plantas en hospitales, alargándose las listas de espera quirúrgicas, no se han sustituido bajas, no se ha invertido en infraestructuras, se ha aumentando la precariedad laboral y he sido testigo directo de cómo el sistema se estaba dejando enfermar.

A pesar de encontrarnos con un sistema debilitado, nos llegó la pandemia y nuestros profesionales sanitarios se enfrentaron a un obstáculo, desconocido hasta ahora, de una forma heroica. Esta pandemia nos ocupa ya casi dos años por desgracia y vivimos la sexta ola, sin previsión ni organización de los gobernantes; los únicos que siguen enfrentándose a la misma son los sanitarios, en menor número, con menos medios.

Todo esto nos lleva a un sistema saturado por el covid, donde incluso algunas comunidades autónomas están recomendando el autocuidado y donde la Atención Primaria no puede atender otras enfermedades comunes o incluso hacer el diagnóstico precoz de otras más graves.

He leído recientemente una noticia donde se decía que el Servicio Andaluz de Salud (SAS) ha solicitado a los médicos trabajar 12 horas diarias. Me siento indignada porque la solución no puede ni debe pasar por esclavizar al personal sanitario. Es inmoral e inhumano y son quienes directamente reciben las reclamaciones de los pacientes. Debemos entender que ellos y ellas no son culpables, son los primeros sufridores de esta situación caótica.

La solución no puede pasar por poner trabas y zancadillas a una sanidad pública ya agonizante, que nos llevará a un sistema donde los pacientes seamos clientes en vez de usuarios.

La solución pasa por una apuesta firme y verdadera por una sanidad pública de calidad, donde los aplausos de las ocho de la tarde se conviertan en inversiones y acciones reales ya, tales como la contratación de más profesionales, la mejora de las condiciones laborales de todo el personal sanitario, mayor inversión económica en equipamientos, mejora de la Atención Primaria y reducción de las listas de espera.

Por ello, exijo a la administración competente que, de una vez por todas, escuche la voz de la calle a través de los sindicatos, los colegios profesionales, las mareas blancas, organizaciones de ciudadanos y todo tipo de movimientos reivindicativos. ¡Y que actúen ya…!

Os recuerdo que estamos viviendo la agonía de un sistema público sanitario a las puertas de su muerte; en nuestras manos está luchar por nuestro derecho a una sanidad pública, universal, gratuita y de calidad porque la verdadera riqueza de un país es su salud.

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