Literatura

El saqueo de la Córdoba califal por los catalanes: una historia recuperada por Sánchez Adalid en su nueva novela

Jesús Sánchez Adalid, con la Mezquita-Catedral al fondo.

Jesús Sánchez Adalid, con la Mezquita-Catedral al fondo.

El escritor Jesús Sánchez Adalid ha recuperado en su nueva novela, Las armas de la luz (editada por Harper Collins), un episodio histórico poco conocido, el saqueo de la Córdoba califal por parte de los condes catalanes en el año 1.010. En esta obra, el autor cuenta "la decadencia de lo que ha sido la Córdoba esplendorosa y rica" y con ella cierra el ciclo que comenzó en 2001 con El Mozárabe y que siguió en 2018 con Los baños del pozo azul, ambos ambientados durante el califato. 

A raíz de las investigaciones que realizó para escribir estos dos libros, se topó con un episodio histórico que le pareció "fascinante" y que es "desconocido". Ocurrió justo antes de la fitna o disolución del califato y se trata del expolio de Córdoba por parte de los condes catalanes, en el que murió Armengol I, conde de Urgel. "Seguramente estuvo enterrado en algún lugar de la ciudad durante algún tiempo, según hacen referencia las crónicas", explica Sánchez Adalid. 

El escritor destaca que a pesar de que la Córdoba que narra en esta novela "es la del final, incluso su decadencia tiene un encanto maravilloso". "Es fantástico descubrir cómo todo es bello y hermoso porque está todavía activa la presencia rutilante de la Córdoba califal y no se ha producido el hundimiento definitivo", incide.

El esplendor de la Cataluña de la Baja Edad Media está vinculado con el expolio de Córdoba

A pesar de que este episodio es "sumamente interesante", no es conocido entre la población cordobesa y tampoco se estudia en los libros de texto. El por qué de esa ocultación "me lo he estado preguntando constantemente", indica Sánchez Adalid. En esa labor de investigación ha encontrado además, algunos de los tesoros que las tropas catalanas se llevaron de Córdoba.

Uno de ellos está en Seo de Urgel (Lérida) y son unos vasos de oro macizo repujado que son llamados "los vasos cordobeses" y están fechados en el siglo X. "Los cordobeses tienen que conocer esto", incide el autor, que cree que "no nos podemos quedar solo con esa imagen mítica", sino que también hay que conocer la decadencia.

Castillo de El Vacar, en el término municipal de Espiel. Castillo de El Vacar, en el término municipal de Espiel.

Castillo de El Vacar, en el término municipal de Espiel. / Turismo Andalucía

Las tropas catalanas, formadas por 9.000 hombres, se marcharon muy rápidamente "porque el ejército cordobés –que huyó hacia el sur tras perder en la batalla del castillo de El Vacar, en Espiel– se estaba rehaciendo y los condes estaban viendo que se iban a quedar atrapados". De aquí expoliaron "todo lo que pudieron cargar, que fue bastante", sobre todo oro al ser "lo más preciado", pero "hay referencias a que también se llevaron ricas pieles, vestidos y todo lo que en aquella época tenía valor".

Tal fue el saqueo que "el esplendor de la Cataluña de la Baja Edad Media y de los años siguientes tiene que ver con aquello, que incluso afectó al precio del oro en Europa", asegura el autor, destacando que "los cronistas de la época hacen referencia a estos datos".

En la nota histórica de Las armas de la luz, Sánchez Adalid detalla cómo fue ese saqueo. "Al final de la primavera del año 1010, las huestes de los condes catalanes estaban ya cerca de Córdoba. El 2 de junio los dos ejércitos se encuentran al norte de la ciudad, en Akabat al Bakr (hoy castillo de El Vacar), donde hubo un violento combate", señala el autor. A pesar de las importantes bajas, el ejército invasor era tan numeroso y fuerte que derrotó a las tropas de Sulaimán (califa de Córdoba del 1009 al 1010 y del 1013 al 1016), que huyó hacia el sur.

"Los vencedores, con el conde Ramón Borrell a la cabeza, entraron en la capital del califato y la saquearon durante tres días, haciéndose con cuanto oro permanecía escondido, que era mucho, a pesar de los saqueos precedentes", explica el escritor en la nota histórica de la novela. Para su investigación y la elaboración de la obra, Sánchez Adalid ha estudiado las crónicas de la época, es decir, las fuentes originales, y también ha recurrido a los historiadores. 

Uno de los "vasos cordobeses" saqueados por los catalanes. Uno de los "vasos cordobeses" saqueados por los catalanes.

Uno de los "vasos cordobeses" saqueados por los catalanes.

La Córdoba decadente

El último califa, Hixem II (hijo de Alhakén II), "era un inepto, así que siempre gobernaron Almanzor y sus hijos”. El hayib de Córdoba vivió mucho, pero sus hijos murieron pronto, tras lo que comenzó "una sucesión de gobernantes muy efímeros". Pero Hixem "siempre vuelve una y otra vez" porque "es como una especie de títere".

Llegó un momento en el que todos los pretendientes al trono comenzaron a luchar entre sí y dieron lugar a una guerra civil. Aprovechando ese momento de debilidad, "los catalanes, en una maniobra oportunista, rápida e interesante, saquearon Córdoba", apunta Sánchez Adalid. "Fue algo fulgurante", asevera.

El expolio era una venganza porque "ellos no habían olvidado nunca que en el año 985 Almanzor había saqueado Barcelona", puntualiza el autor. "Habían estado esperando durante 25 años; lo intentaron anteriormente, pero se quedaron antes de llegar a Lérida, donde los detuvo el ejército de Abd al-Málik (hijo predilecto y sucesor de Almanzor)".

La novela refleja la decadencia de la nobleza omeya, cómo se vivía en los palacios y las fiestas que hacían, a pesar de que el califato de desmoronaba. "Como suele pasar en épocas decadentes, intentaban aparentar y emular el pasado", incide.

Sánchez Adalid observa los llamados "vasos cordobeses" en la Seo de Urgel. Sánchez Adalid observa los llamados "vasos cordobeses" en la Seo de Urgel.

Sánchez Adalid observa los llamados "vasos cordobeses" en la Seo de Urgel.

Buscando la epopeya perfecta

El autor ha querido que Las armas de la luz sea "una novela de toda la vida, que me diera esas sensaciones maravillosas que sentía cuando leía la obra de Benito Pérez Galdós o Los Miserables, de Víctor Hugo". Por eso, ha buscado "la epopeya, una historia en la que se mezclan personajes históricos y de ficción" para que el lector "estuviera pendiente del relato en todo momento". Algo que cree que ha conseguido "porque tanto los productores y editores del libro como la gente que se lo está leyendo me comunican eso, que a mí me llena de satisfacción porque ese trabajo ha sido más difícil que la documentación".

Portada de 'Las armas de la luz'. Portada de 'Las armas de la luz'.

Portada de 'Las armas de la luz'.

En su caso, el confinamiento supuso "una gran oportunidad" porque le ha permitido hacer "una reflexión, un cuidado del texto, una estructura muy precisa y hasta que no estaba seguro, no avanzaba". Esta historia, a la que ha dedicado tres años de escritura, "me ha tenido atrapado", reconoce.

Hace 20 años que Sánchez Adalid publicó el primer libro de este ciclo dedicado a la Córdoba califal, El Mozárabe, y en este tiempo su escritura ha vivido una lógica evolución. "Como en todos los oficios, aparte del ingenio y la imaginación, con el tiempo se adquiere una técnica", señala, por eso cree que en Las armas de la luz ha puesto en práctica todo lo  aprendido.

En su opinión, "un escritor no existe si no hay detrás un lector", haciendo referencia a la "escuela" que ha recibido con las "lecturas reflexivas" que ha hecho a lo largo de muchos años.

Córdoba, centro de la emigración

Con Las armas de la luz, el autor extremeño cierre un ciclo dedicado a la Córdoba califal, un periodo del que es un experto aunque ve "muy difícil" volver a él. "Sería muy complicado encontrar un tema tan interesante y fascinante como el de Las armas de la luz", confiesa.

Gracias a sus estudios ha descubierto que la ciudad fue un verdadero centro de la emigración de la época. "Había personajes de Cataluña que se venían a vivir a Córdoba e incluso se hacían musulmanes", es decir, existía "una auténtica emigración" que en su opinión es "lógica".

Hubo catalanes que se fueron a vivir a la ciudad califal y se convirtieron al islam

"Igual que hoy la gente se va a Nueva York porque quiere tener una vida muy diferente y es el corazón del mundo, y en otros momentos históricos se iban a Roma o París, en aquel tiempo Córdoba estaba a años luz del resto de ciudades de la península Ibérica", destaca Sánchez Adalid.

Estos emigrantes catalanes, muchos de ellos cristianos convertidos al islam, "no se escondían, todo el mundo los conocía" e incluso los llamaban con el apodo de "francos", tal y como aparece en la novela. Es decir, "por un lado estaba la guerra, pero por otro había una fluidez y naturalidad" sobre todo derivada del comercio entre los puertos de Tarragona, Barcelona, Gerona y Ampurias con la Córdoba califal.

Otro dato interesante que aporta este libro es la existencia de la llamada Casa de la nieve. En la Sierra de Córdoba había neveros o pozos en los que se conservaba la nieve que caía en invierno y que se convirtieron en todo un negocio. "Era un lugar al que la gente iba a comprar nieve durante todo el año para comer sorbetes, helados, curar enfermedades, para refrescar…, era algo novedoso", explica el autor.

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