El Perdón | Crítica

Perdón. Qué difícil

Un momento de la obra 'El Perdón'.

Un momento de la obra 'El Perdón'. / Teatro Góngora

El escenario del Teatro Góngora puede presumir de haber acogido el pasado viernes el estreno absoluto de El Perdón, último montaje de la Compañía de Danza Los Dedae con texto original de Juan Carlos Rubio, interpretada por Juana Acosta y Chevi Mudaray, el cual se hace cargo también de la coreografía y dirección.

El Perdón gira en torno a la experiencia vital de Juana Acosta: el brutal asesinato de su padre cuando ella tenía apenas 16 años marcó un antes y un después en su vida. Aquella adolescente con aspiraciones a bailarina profesional apartó de su mundo la Danza, circunstancia de la cual no ha tomado conciencia hasta que pasadas tres décadas toma la decisión de transformar en movimiento lo que tanto tiempo ha guardado dentro.

Su testimonio es el de alguien que debe afrontar una pérdida irreparable, sumergida en un duelo prolongado y agónico donde las emociones se experimentan de manera extrema: por más que intenta aferrarse a la alegría que le provocan los recuerdos felices siempre está presente la cruda realidad para rebelar la otra cara oculta tras las sombras, llena de miedo, tristeza y sobretodo ira.

El diseño de iluminación de Nicolás Fischtel plasma con asombroso efectismo el conflicto de Juana en un juego permanente de contraste entre luz y oscuridad, el cual se funde a la perfección con la composición musical de Mariano Marín para crear una atmosfera envolvente.

Juan Carlos Rubio, muy consciente que la función va a convertirse en un acto de confesión donde la protagonista se enfrentará cada noche a sus demonios, trabaja las palabras con hábil precisión y sensibilidad. Chevi Mudaray pone cuerpo y alma a lo que con palabras es complicado expresar. Como si de un Chamán se tratara, acompaña a Juana en su descenso al infierno que le ha llevado el dolor y el rencor por lo vivido para ayudarla a liberarse y encontrar la luz. Juntos comparten escena, la engullen y nos sobrecoge.

¿Perdonar o pedir perdón? ¿Qué es más difícil? Pedirlo es imposible sin arrepentimiento y otorgarlo tampoco es lícito si no hay disposición de pasar página. Mientras esto no ocurra será nuestra conciencia la que llevará el peso y cuanto más pesada sea la carga, mayor el amargor. Que cada cual decida lo que le conviene.

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