En el Concurso de Los Patios de Córdoba se esconden multitud de historias y peculiaridades que, más allá de los reconocimientos que otorga el Ayuntamiento, enriquecen de variedad esta fiesta cordobesa tanto para los visitantes como para los cuidadores. En en esta edición, el Día ha contado algunas de ellas: Carola, la mujer alemana que se enamoró de los patios y ahora abre el suyo al público; la huella de las casas castellano-manchegas; la esencia de los patios pequeños; y el minibarrio que se esconde en Santa Marina donde vive un artista. Para completar esta ruta especial, salimos en busca de las tortugas 

Isabel López, la cuidadora del patio se confiesa una enamorada de los animales, "salvo de los gatos". Este amor desembocó en una afición por aglutinar una variedad de especies en su patio que no oculta durante estas dos semanas: dos tortugas galápagos, tres canarios y dos perros son la muestra que se puede ver este año. 

"Este es el patio de las tortugas, siempre lo han dicho", cuenta Isabel López. En lo que va de concurso, la cuidadora explica cómo ha recibido muchas visitas, "las más especiales las de los niños de los colegios", que han llegado preguntando por los galápagos. Sin embargo, muchos se llevan la sorpresa cuando llegan y no ven a las tortugas.

La razón se debe a un "inoportuno fallo en el motor de la fuente" donde se dejaban a las tortugas, cuenta Isabel López, que se ha mandado arreglar. Por eso tampoco hay agua. Ante los miles de visitantes que han ido entrando al patio, López ha tomado la decisión de sacarlas del patio, por donde se ponen a andar las tortugas, y meterlas en otro patio que tiene dentro de la casa. "Me da miedo que la gente las pueda pisar o que se marchen", explica la cuidadora, algo que no sucedería por primera vez. 

En más de una ocasión, fuera de las fechas en las que se celebra el concurso, han llamado los vecinos y gente de la calle para entregar a alguna de las tortugas que se había escapado, reconoce Isabel López. Durante los 28 participaciones que suma en el concurso, López cuenta que ha llegado a tener hasta siete tortugas, cinco más que ahora, pero "la hembra se me ha muerto" y necesita otra para aumentar su particular familia de galápagos.

La presencia de estos reptiles en los patios de Córdoba formaba parte de lo cotidiano porque se comían a los insectos en verano. Ejemplo de ello es también el Patio del Galápago que pertenecía a la casa familiar de Badanas, 11 y que incorporó y rebautizó con dicho nombre el famosos restaurante Bodegas Campos.

Jaulas de canarios en Maese Luis, 9.

Otra pasión: las flores

La otra gran pasión de Isabel López son las flores, algo que se nota en un patio con una gran riqueza ornamental que pertenece a una casa tallada en mármol. El patio está presidido por un Triunfo de San Rafael bajo el que brota el agua de un surtidor que va cayendo por gravedad a distintos niveles, terminado en una acequia que la conduce hasta una fuente octogonal que ocupa la parte central del recinto y de la que beben las plantas. 

El patio de Isabel también es conocido como el Patio de la Kensia, por esa particular y única planta de 4,4 metros, con una hija enorme y más de tres quintales de peso, que se ha trasladado al Real Jardín Botánico. Entre los elementos arquitectónicas destacan su arcos rebajados de ladrillo visto y el pavimento central de chinos y adornan con platos de cerámica. 

Las soluciones de Isabel para las plantas verdes pasan por un entorno particularmente sombrío, en el que están repartidas por muchos rincones. Hay helechos gigantes, las castizas gitanillas y geranios, y otras especies de verde ascendiendo sobre las paredes.