Mayo Festivo

La historia de Carola, la alemana que descubrió los Patios de Córdoba y nunca se marchó

  • Carola Reintjes lleva 20 años viviendo en Córdoba, vive en la calle Julio Romero de Torres y participa en el concurso desde hace dos ediciones 

Carola Reintjes, en su patio de la calle Julio Romero de Torres.

Carola Reintjes, en su patio de la calle Julio Romero de Torres. / Juan Ayala

La calle Julio Romero de Torres serpentea desde la plaza de Jerónimo Paéz hasta el Arco del Portillo, o viceversa (aunque sin faltar a la verdad corta antes en el cruce de la calle San Eulogio y la calle Cabezas). Las paredes blancas de las casas la encierran protegiéndola del sol, herencia de los árabes, se está fresquito. Las buganvillas y gitanillas caen como cascadas adornando un recorrido impredecible en cada giro, a veces angosto, a veces se ensancha...

Manolo sirve un medio en la peña flamenca "clandestina" que se esconde detrás de un portón, mientras Curro -su perro- hace el paseíllo recibiendo a los invitados y dejándolos en la misma barra. Es una parada técnica recomendable antes de subir hasta la casa patio del número 15, conocida como la casa del "bien ser", afirma su actual propietaria.

En esta Córdoba de intramuros que los cordobeses fueron -y siguen- abandonando para marcharse a la periferia, a los bloques con piscinas y pista de pádel, una mujer alemana con espíritu andaluz alza su conquista. Se llama Carola Reintjes y lleva 30 años viviendo en Andalucía, 20 en Córdoba. Se define como "una enamorada de Los Patios, y de la cultura medieval y andalusí". Su casa patio, que abre y comparte en el concurso, "reúne las dos cosas".

Fuera del bullicio que se forma en otros barrios como Santa Marina o San Basilio, en la calle Julio Romero de Torres no existen las colas por la sencilla razón de que solo hay un patio que visitar y pocos a su alrededor, dentro de lo que supone el festival. "Hay que tener ganas para participar porque necesita mucha preparación y mucho trabajo durante todo el año, porque no se puede estar con las plantas una semana antes. Además, también hay que tener ganas de tener la casa llena de gente durante dos semanas", expone Carola algunas razones para que muchos vecinos decidan no participar.

Sin embargo, ella lo tiene claro: "Quiero contribuir a que se mantenga este espíritu de la cultura de Los Patios en Córdoba y me da placer que la casa se pueda abrir", defiende Carola, que participa por segunda vez después de que lo intentara en primera en 2020, cuando se tuvo que suspender por el confinamiento. De sus vecinos cuenta que muchos le han dicho que "les agrada que abra mi patio y lo comparta porque es un gesto de generosidad".

Desde fuera no se adivina la casa, ni por supuesto el patio. La entrada es oscura, flanqueada por dos muros del siglo X que no han sido tocados, "de ladrillo visto". Entre las características se encuentran dos arcos medievales y un brocal de pozo auténtico, narra Carola; El patio tiene una higuera "bastante única", al lado del pozo, "que es feliz porque arriba tiene luz y abajo tiene agua", resuelve la alemana. En las plantas "no hay nada extraordinario", reconoce, jazmines, árboles frutales, bastantes gitanillas, hortensias y hasta cactus, pero lo que sí se conservan son huellas de gato en los ladrillos donde pisaron y luego se cocieron.

La gente que entra a visitarlo "no hace referencia a mi nacionalidad, a lo mejor porque no saben que hay una alemana escondida detrás de la mascarilla", bromea Carola, restándole importancia a lo que no deja de ser una mera anécdota: un patio cordobés regentado por una mujer alemana. No es lo habitual, de hecho, es probable que sea la única persona con nacionalidad extranjera que se hace cargo de un patio. Donde si se muestra orgullosa es en los halagos que recibe de lo que sienten en la casa: "Paz y oasis". Esa mezcla es la que ella buscaba.

Contraste con la cultura alemana

Sus 30 años en Andalucía, los diez primeros viviendo en la provincia de Cádiz, y con dos hijos con sangre mitad andaluza-mitad alemana, avalan a Carola para marcar las diferencias entre ambas culturas. "Esto de abrir las puertas de la casa a los desconocidos no es lo normal allí en Alemania, no tan ampliamente como aquí, aunque sí son mucho de juntarse en familia y con los amigos", responde, pero "yo siempre he sido así", concluye, como si estuviera predestinada a acabar en el sur de Europa.

Durante todo el año, "solemos reunirnos con los amigos y los vecinos una vez a la semana o una vez cada quince días", explica Carola, que organiza actividades literarias y de música flamenca en su patio. "Por aquí han pasado muchos artistas".

¿Por qué Córdoba como destino final? "Yo ya tenía mucho lazo con esta ciudad, con organizaciones de economía solidaria y comercio justo y siempre me había atraído. Córdoba es magia, es belleza en estado puro".

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