Historias de los patios

La huella de las casas castellano-manchegas en los Patios de Córdoba

  • San Basilio, 17 esconde un trocito de meseta tras la restauración que llevó a cabo su anterior propietaria

Patio de la casa San Basilio, 17 visto desde la entrada.

Patio de la casa San Basilio, 17 visto desde la entrada. / Juan Ayala

En la calle San Basilio, arteria principal que va directa al corazón del Alcázar Viejo, donde se alza la iglesia del barrio, se encuentra una huella de Castilla-La Mancha en Córdoba. O se esconde más bien, porque luce de puertas para dentro. Es un trocito de meseta, una parte de Quijote, que la antigua propietaria de la casa-patio, Blanca Ciudad, manchega de nacimiento, construyó en el interior del número 17 y que dejó en herencia. Rastro de su presencia por los 35 años que estuvo de paso, en los que abrió las puertas de su casa para el festival hasta que se marchó en 2014.

Ahora, por segundo año consecutivo y recuperándose de una sequía de siete años en los que las puertas estuvieron cerradas al concurso -"porque a lo largo de la historia, desde la primera participación de este patio en 1948, ha habido dueños que no querían enseñarlo"-, se podrá volver a visitar. Eso sí, esperando religiosamente las largas colas que se forman. 

La vivienda "no recrea lo que es un patio cordobés, sino una casa de estilo castellano-manchega", explica Juan Bautista Onetti, actual encargado del mantenimiento del patio y de mantener también viva en la memoria su historia. "La anterior dueña era de Calzada de Calatrava (Ciudad Real) y cuando esta señora restaura la casa, en 1988, lo hace pensando en lo que tiene en mente, que no es otra cosa que las casas de su tierra".

Balconada al estilo castellano-manchego en el patio de San Basilio, 17. Balconada al estilo castellano-manchego en el patio de San Basilio, 17.

Balconada al estilo castellano-manchego en el patio de San Basilio, 17. / Juan Ayala

Ese concepto se encuentra en la balconada de madera de nueva creación, sostenida por columnas también de madera, que se puede observar justo de frente, según se entra al patio, y refleja la "idea de casona" que Blanca Ciudad quiso hacer. Esta construcción consigue dotar al patio de dos galerías, "lo que lo hace diferente al resto".

"Donde verdaderamente se nota el cambio de estilos es encima de esta galería primitivamente renacentista del siglo XVI, con columnas auténticas, capiteles y arcadas, donde montó otra balconada de madera -en este caso está cerrada por cristales- también al estilo castellano-manchego", afirma Onetti señalando al otro lateral, más próximo a la fachada de la casa. Para esta balconada, "se tuvieron que reforzar las arcadas", detalla. "Es algo realmente singular, algo que no verás en ningún otro patio cordobés. Esta variedad no se encuentra en otro lado. Queriendo o sin querer, esta mujer lo hizo y hecho está", resuelve con sencillez. 

Galería y balconada con columnas renacentistas del patio San Basilio, 17. Galería y balconada con columnas renacentistas del patio San Basilio, 17.

Galería y balconada con columnas renacentistas del patio San Basilio, 17. / Juan Ayala

"La balconada atrae muchísimo al personal que no la conoce", asegura Onetti, que es el que recibe las visitas y atiende al turista que se acerca a preguntarle. También están los que sí conocen sus singularidades y acuden obnubilados a estos cantos de sirena. Los manchegos, "sí se llevan la sorpresa y se congratulan al verlo", reconoce el encargado del patio.

La joya del patio, el brocal del pozo

Sin embargo, y a pesar del contraste entre arquitecturas interregionales, "la joya del patio" está en el brocal del pozo, que tiene el borde de dos componentes diferentes, aunque el resto es el "barro blanco árabe". También tiene un trozo de carrucha, "de ciento y pico de años", pero "está muy mal", apunta Onetti, que recuerda que "es de la época califal, del siglo IX según los estudios, y aparece aquí durante la reforma de 1988". 

Pozo en el patio de San Basilio, 17. Pozo en el patio de San Basilio, 17.

Pozo en el patio de San Basilio, 17. / Juan Ayala

En la variedad de plantas se encuentra la última singularidad de este patio, con aproximadamente unos 25 tipos de helechos, "algunos realmente muy valiosos", además de flores llegadas de puntos tan exóticos como India y China, sin olvidar los tradicionales geranios y gitanillas. La seña de identidad cordobesa, aunque pasa más desapercibida, se deja notar en las paredes blancas, a ambos lados, de donde cuelgan estáticas las macetas, "hasta 450 por todo el patio". 

El suelo es chino cordobés. "Es súper importante, sabes de qué va, ¿no?", dirige Onetti la pregunta. Al lado, otros visitantes que se agolpan con acento de Madriz hacia arriba insisten en conocer la explicación. "Primeramente la palabra chino es porque aquí se llama así a las piedras pequeñitas, se consigue de la orilla del río...; para casi todo es positivo, salvo para limpiarlo, que es pésimo", concluye Onetti como si fuera un juglar en su propio patio.

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