Antoine Chahda | Arzobispo de Alepo

"El mundo necesita gente de paz, no gente de guerra"

Antoine Chahda

Antoine Chahda

En Sevilla, Monseñor Antoine Chahda (Alepo, 1946) puso fin a una gira por ciudades españolas explicando con detalles los pormenores de la guerra de Siria. Durante 22 años estuvo destinado en Venezuela, obispo de Maracay, que le han dejado un dominio del español con acento de esas tierras. Con Carlos Carazo y Beatriz Melguizo, de Ayuda a la Iglesia Necesitada, y con un compatriota que regenta un bar sirio en Barcelona, disfrutó de un gazpacho en el bar Milagrito, en la calle Alemanes a los pies de la Giralda.

-Rodeados de belenes y nacimientos, mucha gente igual olvida que el cristianismo empezó a florecer en Siria...

-Es que Cristo nace en el Medio Oriente. Empiezan a llamarse cristianos en Siria, la primera vez que ocurre es en Antioquía, que hoy pertenece a Turquía y donde está el Patriarca Ignacio José III, de todo Oriente de la Siria católica.

-¿Salieron muchos católicos sirios con la guerra?

-Ha sido una guerra terrible que nunca pensamos que iba a llegar a una ciudad con los niveles de progresos y seguridad de Alepo, con cinco millones de habitantes.

-En una crónica de diciembre de 2016, el periodista Tomás Alcoverro, en su libro ¿Por qué Damasco?, dice que de los 400.000 cristianos que vivían en Siria sólo quedan alrededor de 50.000.

-Del 1% de cristianos que formaban la población siria, ahora seremos un 3 o 4%. Se han repartido por el Líbano y también por todo el mundo.

-¿Cómo han resistido?

-Nunca debemos ser débiles y frágiles. Tenemos que ser fuertes. Si no defendemos nuestra fe, lo vamos a perder todo.

-Por el peso de la industria textil, Alepo era conocida como "la Barcelona de Siria". Después de haber vivido esa guerra, lo de Cataluña le parecerá un conflicto pequeño...

-En esta gira he pasado por Barcelona y Reus. En Cataluña hay muchísimos médicos sirios colegiados. Estuve en Cataluña en febrero y visitamos al presidente del Parlamento catalán.

-¿Cómo ve la situación?

-En Alepo nunca hemos tenido ese problema. Siempre he pensado que la unión hace la fuerza, que la desunión lleva a la perdición y a la guerra; a la ruina y al desastre.

-¿Cómo se vive la fe en una ciudad con seis arzobispos como Alepo?

-Todas las semanas nos reunimos todos los arzobispos del rito católico y una vez al mes con las religiones ortodoxas. La convivencia entre religiones y culturas forma parte de la identidad de Siria. Un día vino un amigo francés y le llevé para que viera una reunión con la comunidad musulmana en una mezquita.

-Han celebrado el segundo aniversario de la liberación de Alepo. ¿Esa normalización arreglará también el problema derivado de los refugiados sirios que buscan Europa jugándose la vida?

-Después de la guerra espantosa que hemos vivido y padecido, a la sociedad no la puede mover el rencor ni la envidia ni la venganza. La principal lección que hemos aprendido en este tiempo es la importancia de amar al otro, de ponerte en lugar del otro.

-¿La guerra terminó?

-Hay terroristas atrincherados todavía muy cerca de Alepo. Yo llamo a la responsabilidad de los fabricantes de armas. Los que las fabrican y las venden. El mundo necesita gente de paz, no gente de guerra.

-¿Recuerda su primera visita a España?

-Fue en 1981. Vine con un grupo de turistas venezolanos y pasamos por Madrid, Barcelona, Sevilla y Valencia. Fue un viaje maravilloso. También visitamos Grecia, Turquía, Líbano y finalmente Siria, mi país.

-¿Entienden en Occidente su defensa de Bashar al-Asad?

-No me pregunte nada de política.

-En el mismo libro de Alcoberro, el cronista cuenta que de las cincuenta salas de cine que tenía la ciudad sólo quedaba una.

-Alepo empieza a recuperar su alegría y su normalidad. La gente de Alepo es gente alegre. Allí gusta mucho la música y la poesía. Históricamente había poetas que actuaban en las fortalezas de los emiratos y les pagaban por ello.

-¿Una afición?

-El baloncesto, aunque también sigo a Messi y Cristiano Ronaldo.

-En su país existen el rito latino, el bizantino, el caldeo. ¿Enriquece o confunde?

-Alepo es una ciudad de oración donde sus obispos salen siempre cargados a la calle con la sotana y el pectoral.

-¿Han tenido muchas pérdidas materiales?

-Incontables. Vamos a terminar la restauración de la catedral. Le cayó un misil de tres metros de largo por sesenta centímetros de ancho. Menos mal que teníamos el hospital muy cerca. Pero lo más importante es restaurar los negocios, los comercios de una ciudad por la que históricamente pasaba la ruta de la Seda de Alepo a Samarcanda. Y restaurar los hogares. Sin un hogar no hay una familia. Muchas han tenido que dormir en la calle o al amparo de la Iglesia.

-¿Hay mártires contemporáneos?

-Siria vivió un martirio terrible porque querían exterminar a los cristianos. Como no podían entrar en la ciudad, la cercaron. Cortaron la autopista de entrada para bloquear la entrada de alimentos. El alepino tiene la costumbre de guardar comida en su casa.

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