Córdoba CF-Real Valladolid

Un pozo sin soga ni cubo (1-1)

  • El Córdoba vuelve a fallar en casa, enlaza su quinta jornada sin ganar y salva un punto del que no fue merecedor gran parte del partido Tras una primera parte lamentable, mejoró

Enquistado y sin capacidad para encontrar soluciones aparentes. Así se muestra el Córdoba en estos momentos, ya sea como visitante o en casa, algo que empieza a dar igual para aumentar el grado de nerviosismo en torno al equipo de una grada que ayer, en muchas fases del choque, mostró su pesar en forma de silbidos (luego apretó, cuando vio cerca el triunfo, pero no fue suficiente). La protesta llegó básicamente en una primera mitad lamentable de los blanquiverdes, a merced de un rival que, eso sí, demostró muy poco instinto asesino para hacer fértil su dominio, de ahí que el marcador resultara de lo más equilibrado. Siguió así también tras el intermedio, aunque los de Oltra dieron un paso al frente que no evitó que de nuevo Pawel tuviera que erigirse en salvador de un punto que no evita que la racha sin ganar haya cubierto ya cinco episodios. Y lo peor es que las sensaciones no invitan a pensar en que la salida del purgatorio pueda estar próximo, aunque ya se sabe que en esta categoría es suficiente apostar por algo para que salga totalmente lo contrario.

La primera mitad fue un monólogo de posesión de un Valladolid al que le faltó definición y último pase. Vamos, lo que se necesita para desequilibrar un partido desde la parcela ofensiva. El conjunto pucelano amasó balón tanto en campo propio como, especialmente, en el ajeno entre los silbidos de una grada impaciente ante la no aparición de los suyos. Combinaciones entre Álex López, Jordán y Míchel Herrero que llegaron a parecer eternas para los blanquiverdes, a los que les tocaba correr tras la pelota ante la incapacidad para dar tres pases y aguantar el control del esférico más allá de un puñado de segundos. Demasiado poco para jugar en casa, sobre todo viniendo de una racha negativa y pese a tener el respaldo de una clasificación que no puede ser eterna mostrando tan poco.

 

Y en eso tiene que ver la pérdida de confianza propia de cuando los resultados empiezan a dar la espalda. Ni siquiera la vuelta de Caballero solventó la falta de juego en la medular. El Córdoba se mostró desde el inicio como un equipo bien posicionado atrás que esperaba un error del contrario para salir rápido y hacer daño con espacios. Pero apenas si lo consiguió, en parte porque el balonazo buscando a Rodri y Alfaro para permitir sacar al equipo de la cueva casi nunca tuvo continuidad. Ni por dentro ni por fuera, ni en la primera ni en la segunda jugada. Y eso fue permitiendo crecer a un Valladolid que avisó tras un mal despeje de Pawel, si bien el intento de vaselina de Mata se fue alto.

 

A pesar del amplio sobeteo por parte visitante, las áreas seguían siendo territorio vetado al paso por la media hora de juego. Es más, Álex López se atrevió desde fuera tras una falta botada con rapidez, pero su semivolea se fue muy desviada. Un par de sustos y el Córdoba seguía perenne, sin inmutarse lo más mínimo ante el claro dominio pucelano. Hasta que Guille Donoso, en la primera combinación con criterio en el balcón del área, se sacó un disparo que acarició el poste de Becerra. Un aviso que tuvo continuidad en forma de gol, tras un córner desde el perfil derecho que encontró la complicidad de la zaga y, especialmente, el meta albivioleta y subió el segundo del curso a la cuenta personal de Caro. De nuevo efectividad plena. Un tiro (o semitiro) y un gol, aunque la ventaja duró un suspiro porque un error del propio lateral diestro permitió el empate de Míchel Herrero cuando el minuto 45 ya se reflejaba en el marcador electrónico. El colegiado ni siquiera dejó sacar de centro.

 

El Valladolid marcó en la última jugada del primer tiempo y casi repite en la primera del segundo, si bien Álex Pérez no supo mandar a la red, solo, un envío de Míchel en una falta frontal. Como viene siendo habitual, la defensa de la estrategia naufragó una vez más. Ese primer susto vino a evidenciar que el descanso no había surtido efecto en las filas locales. Y para muestra, un botón: Jordán robó en la medular y asistió a la carrera de Juan Villar, que estrelló su disparo en el lateral de la red en el mano a mano con Pawel. No habían pasado ni cinco minutos y la sensación de dominio y control de los pucelanos no sólo no menguaba, sino que parecía crecer al traducirse por fin en ocasiones claras.

 

Sin embargo, poco a poco el Córdoba fue ganando metros y empezó a demostrar el ansia que se le debe presuponer a todo aspirante, más si cabe cuando actúa como local. Con más espacios, fruto del cansancio acumulado, y con el inicio del carrusel de cambios, los blanquiverdes empezaron a jugar en campo contrario, hasta produciendo combinaciones largas, de lado a lado. Y asustando, que a fin de cuentas es de lo que se trata: Alfaro lo intentó con una remate a la media vuelta que salió junto al palo de un nervioso Becerra, que se encargaba con sus dudas de dar más aire si cabe a los locales del que llegaba de su propio juego. El meta, eso sí, supo responder bien con los pies a un centro chut de Guille Donoso que se colaba por el palo corto antes de que el sustituto del asturiano, Pedro Ríos, no acertara a dar continuidad a una jugada de pizarra iniciada por Carlos Caballero.

Con el partido abierto y las áreas siendo por fin coto de los arietes, Oltra buscó en la velocidad de Bergdich un argumento más para buscar el triunfo. Rodri casi hace bueno un envío al primer palo de Ríos, aunque fue el Valladolid el que dio el aviso más serio. El protagonista, Raúl de Tomás, en su primera intervención del partido en un campo por el que pasó sin pena ni gloria el ejercicio anterior. El hispano-dominicano conectó una volea impresionante que Pawel sacó con una estirada espectacular. Un cuarto de hora después se repitió la acción, con idéntico resultado. Ya por entonces, el Córdoba había pasado a jugar un 4-4-2, tras dejar a Bergdich toco el costado izquierdo y juntar a Piovaccari con Rodri arriba. Y ambos, casi al alimón, tuvieron la última, ya en el 90. Es más, el remate de chilena del soriano entró, pero el asistente invalidó la acción por fuera de juego previo. Así terminó el partido, entre las protestas del graderío al colegiado, que poca culpa tiene de que este equipo se haya quedado sin soga ni cubo para sacar agua de su pozo, ese en el que está metido desde hace un mes.

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