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Más intensidad o cambio de sistema

El Sevilla es un equipo top y el Córdoba, no. Y claro, pasa lo que pasa. Si a eso unimos que el blanquiverde fue un equipo superado por su rival no sólo por su mayor calidad, sino por la mayor concentración e intensidad, el resultado no puede ser otro. Éste no es el camino, aunque todos debamos ser conscientes de que la categoría es tremendamente exigente y rivales como el sevillista abundan por estos barrios. Porque cualquier adversario que se precie que ya lleve algún quinquenio a sus espaldas jugando en la Liga de las Estrellas presentará mucha batalla, aunque esa no sea la guerra del Córdoba. Pero este equipo tiene que tener claro que debe competir, que andando no se gana en ninguna categoría y que ante rivales de la entidad del Sevilla hay que poner lo que hay que poner para, por lo menos, hacerlos sufrir si quieren ganar. Si no es así, la calidad sin sacrificio no dará resultados.

Aliex Vidal y Vitolo son jugadores que entran por la banda como cuchillos, pero es que además se repliegan a campo propio con un orden y un sacrificio más propio de jugadores de Tercera que de Primera. Krychowiak e Iborra repartieron de lo lindo, mientras que el Córdoba no dio ni patadas, con perdón, pero es así. Nueve faltas por parte cordobesista por 24 de los sevillistas. Ahí estuvo la diferencia. Y en la delantera, claro. Un tal Bacca, que llegó a faltarle el respeto a su oponente de lo fácil que éste se lo puso, hizo dos goles y pudo hacer alguno más frente a un Havenaar que no aportó absolutamente nada. Cero patatero.

La otra cuestión es si, a tenor de lo visto hasta ahora, Ferrer debe plantearse un cambio de sistema. El 4-2-3-1 da demasiadas concesiones a sus rivales, hay demasiados hombres por delante del balón y el rival encuentra muchos pasillos por los que penetrar. Ekeng y Rossi no pudieron en ningún momento con sus adversarios. Ninguno marcó su territorio y, aunque lo intentaron, nunca estuvieron bien posicionados. Tácticamente fueron un desastre. El camerunés sin conectar en ningún momento más allá del mediocampo, abusando del juego conservador hacia atrás y horizontal, y el italiano queriendo estar en todas partes sin llegar a dominar en ninguna.

El desequilibrio es todavía más evidente por la falta de implicación defensiva de la línea de tres medias puntas. Fidel, Borja García y Fede Cartabia son extremos o volantes con buen uno contra uno y aceptable finalización, pero con escasa capacidad de sacrificio en defensa. No es extraño pensar que Crespo y Gunino fueran claramente desbordados, no sólo por la verticalidad y habilidad de sus adversarios, sino por la escasa ayuda que recibieron de sus compañeros. Jugar tan abiertos ante rivales de entidad parece poco aconsejable.

Combatir el dibujo táctico de Ferrer resulta pues, aparentemente, fácil. Prueba de ello es que en los dos partidos disputados en El Arcángel la puesta en escena de sus oponentes fue idéntica y ambos pudieron dejar los choques sentenciados antes del primer cuarto de hora. Casualidad o confirmación de que se requiere un cambio y, tal vez no sólo de hombres, por lo menos como local. Si falla la intensidad y el compromiso defensivo no se puede jugar con este dibujo. O hay que poner a quienes más se adapten a él. Una de dos porque, al final, quienes hacen buenos o malos los sistemas son los propios futbolistas.

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