Vivir para soñar
Córdoba - u.d. las palmas · la previa
Tras cuatro décadas salpicadas de pesadillas, el CCF inicia la reconquista de su época de máximo esplendor ante un rival más obligado. El Arcángel volverá a ser el mejor aliado.


Es verdad, pues: reprimamos esta fiera condición, esta furia, esta ambición, por si alguna vez soñamos. Y sí haremos, pues estamos en mundo tan singular, que el vivir sólo es soñar (...). Sueña el rey que es rey (...). Sueña el rico en su riqueza (...). Yo sueño que estoy aquí, destas prisiones cargado; y soñé que en otro estado más lisonjero me vi. ¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son. Casi cuatro siglos han pasado desde que Pedro Antonio Calderón de la Barca plasmara sobre un papel toda una alegoría de los sueños. Pero hay cosas que ni el paso del tiempo puede cambiar. Porque en estos días en los que medio mundo mira a Brasil, Córdoba entera, y todos los ramales que hay repartidos allende los límites geográficos de su provincia, sólo tiene ojos y corazón para un equipo, para un reto maravilloso que arranca esta tarde en la ribera del Guadalquivir y vivirá su continuidad el domingo en mitad del Atlántico. Es la batalla final ante Las Palmas, el primer capítulo de una guerra en la que sólo puede quedar uno, el que se llevará el premio de dar el salto a Primera División. Ahí es nada.
Quizás el cordobesismo no sea aún consciente de lo que está viviendo en estos días. Sólo el paso del tiempo podrá darle el verdadero valor a lo que el grupo que lidera Albert Ferrer desde el banquillo ha logrado. Nunca antes el equipo blanquiverde ha estado tan cerca de la máxima categoría como ahora mismo. Sólo lo separan dos pasos, un obstáculo. Parece nada después de todo lo ocurrido durante diez meses de locura y sufrimiento que a la hora de la verdad se han tornado en alegrías. La primera llegó con la clasificación para el play off aquella tarde a caballo entre El Arenal y Sabadell; la segunda, el domingo en la Nueva Condomina. La guinda se espera dentro de cuatro días en Gran Canaria, aunque hoy debe empezar a gestarse.
Pocos, muy pocos, han visto al Córdoba en Primera División. Un buen puñado de los que disfrutaron de su equipo en la élite ya sólo pueden verlo desde el cielo. Si bien eso no les impedirá volver a enfundarse hoy la blanquiverde, descolgar la bufanda y sufrir con los suyos durante 90 minutos. El Litri ya lo tiene todo preparado para que José Salinas o Enrique Orizaola tomen asiento en el palco, Ignacio Eizaguirre o José Juncosa tomen las pizarras y Simonet o Juanín se calcen de nuevo las botas para echar una mano. Luego, al final, todos podrán contarle a los ángeles que los rodean las sensaciones que les produce ver a su equipo competir en busca de un sueño que tantas veces parecía inalcanzable y que se ve al alcance de la mano.
Porque tras 42 años de pesadillas ya tocaba un momento para el disfrute. Es lo que el vestuario y la afición, todo el que siente un poquito al Córdoba, lleva haciendo desde que el domingo los tantos de Pedro y Raúl Bravo abrieron de par en par las puertas de la ilusión por recuperar la etapa de mayor esplendor de la casa blanquiverde. Queda un último escollo que aparece más obligado por plantilla, presupuesto y hasta objetivo. Pero eso ya poco importa. Hay dos y sólo puede quedar uno. Será el más fuerte en 180 minutos (o 210 si hay lugar a la prórroga), el que maneje menos el nerviosismo y la responsabilidad que pueden rodear encuentros de este calibre.
En principio, eso no debe suponer un hándicap para el Córdoba, un equipo que ha llegado en plenitud, tanto física como mental, al tramo más determinante de la temporada. Algo que transmite la tranquilidad necesaria a Albert Ferrer para preparar la primera cita, en la que la ambición local se dibuja mucho mayor que en la eliminatoria anterior. El técnico blanquiverde prácticamente calcó ayer la convocatoria anterior, con un único cambio, y tiene perfilado el once que puede acercar la gloria al cordobesismo. A estas alturas el cansancio es secundario porque las ganas de hacer historia se intuyen mucho mayores, por lo que si hay algún cambio en el once, será mínimo. Igual que en Las Palmas, que puede ser ligeramente favorito tras apear al Sporting de Gijón. Pero, ¿hay algo más bonito que soñar? Quizás sólo una cosa: hacer los sueños realidad.
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