Lucena | puertollano · la crónica

Presa de su entusiasmo

  • Ganas sin ideas El bando lucentino, que se vio superado en todo momento por la medular manchega, cedió su segunda derrota en casa La sentencia David Gallo sorprendió a Toni García con un golazo

La bienvenida a 2008 fue como la despedida de 2007: con derrota. El Lucena, que hasta ahora sólo se había dejado sorprender en casa por el Alcalá, no pudo regalar un nuevo triunfo a su afición, que esperaba borrar el tropezón de Linares ante un Puertollano que no asustaba desde la barrera. Pero en el campo, el conjunto manchego demostró ser un bloque bien trabajado, con conceptos defensivos muy claros y letal en ataque. De hecho, David Gallo acertó en la primera que tuvo con la colaboración de Toni García y ese golpe fue suficiente para que dejar sin respuesta a un Lucena que abusó en exceso del juego directo y apenas puso en apuros a Rojas. Las ganas de agradar, de seguir enganchado a la zona noble de la tabla pudieron más que la cabeza y el resultado fue un partido trabado, con muchas idas y venidas, y demasiadas imprecisiones... y el segundo revés consecutivo. Los puestos de play off están ahora a cuatro puntos, pero ya hay seis equipos por medio. Lo importante es que el camino hacia la salvación está expedito y que lo de ayer sólo fue un borrón. La nueva cuenta empieza ante el líder.

Bien es cierto que el Lucena no encontró nunca su sitio en el campo. El doble pivote manchego, liderado por un excelso Vicente, marcó el ritmo que más le convenía ante un cuadro local que se perdía en continuos balones en largo hacia las islas ocupadas por Velasco y Cabello. Ni la movilidad de Adriano ni el desgaste en labores de contención de Madrigal eran suficientes para mandar. Entre otras cosas porque el Puertollano demostró la buena pinta que se le suponía echando un vistazo a la clasificación. Mucha soba hasta adelantarse en el marcador; luego, descaro y picardía para conservar la renta.

Aun así, el primero en mirar a portería fue el Lucena. Adriano recogió un despeje corto de la zaga visitante y se sacó un zapatazo ajustado a la base del poste que Rojas despejó con una gran mano. El intento ni siquiera inmutó al bando puertollanero tan serio como su técnico en la banda. Por cierto, que Manolo Hierro por fin tenía ayer la oportunidad de sentarse en el banquillo tras arreglar el club el finiquito con su antecesor, Sánchez de la Nieta. La desaprovechó, porque se pasó todo el encuentro de pie.

Desde esa posición, el malagueño pudo ver la diana de David Gallo. El ariete recibió un balón de Valdés a 25 metros del portal lucentino y, sin pensárselo dos veces y tras bajarlo con el pecho, armó su pierna derecha para abrir la lata con la colaboración de un despistado Toni García. Mientras el cordobés sacaba la pelota de las mallas, el ex del Linares lucía su cresta por todo el campo.

El tanto sentó como un jarro de agua fría al conjunto de Antonio Montero, cuya primera reacción fue mandar a calentar a Juanma Ortiz. Era el minuto 20, pero el único fichaje invernal del Lucena hasta la fecha no debutó hasta el segundo periodo. Mientras, sus compañeros se afanaban en llegar a las inmediaciones de Rojas, pero no encontraban el camino.

Las prisas y el bombardeo continuo no daban su fruto ante el ordenado engranaje defensivo manchego. Aun así, Velasco se inventó una jugada marca de la casa para asustar con un tiro raso que acarició el poste. No fue la última ocasión lucentina antes del intermedio, pues Cabello se fabricó otra de la nada para luego disparar manso ante Rojas. Antes, Aitor ya había acariciado la sentencia por primera vez con una volea que Toni desvió con la vista.

El decorado del choque varió por completo tras el paso por los vestuarios. Nene quemó su primera nave con Ortiz, pasando a jugar con dos referencias ofensivas; Hierro replegó sus líneas y apostó ya descaradamente por el contragolpe. Una y otra opción demostraron muy pronto ser válidas. Cabello rozó el empate tras una combinación con Velasco por la derecha, pero su disparo, excesivamente centrado, se encontró con Rojas por el camino. Poco después, el meta volvió a responder a la perfección a un cabezazo picado de Belfortti. Mientras tanto, el Puertollano tuvo la sentencia en dos acciones de Conget. En la primera, el ex del Cartagena no supo definir solo ante Toni García; en la segunda fue Belfortti el que evitó que el balón entrara con el portero ya batido.

El Lucena amagaba, pero no daba. Por eso, Nene cogió su fusil y cargó la última bala que le quedaba: Pineda. El lucentino entró por Sergio Iglesias, por lo que el doble pivote quedó en manos de Adriano y José Jesús Lanza. Toda la carne ya estaba puesta en el asador. Y el ambiente, frío, por fin empezó a calentarse. Esta vez con juego, no con malos modos, como en el primer tiempo. Era lo único que hubiera echo falta para que el concierto de pito y tarjetas de Gómez Liarte hubiera finiquitado el partido antes de tiempo.

Con el paso de los minutos, el partido cada vez se jugaba más en campo manchego, donde esperaba agazapado el Puertollano la llegada de una contra mortal. Pero lo que se iban sucediendo eran llegadas lucentinas. Eso sí, todas rechazadas por la zaga visitante como si de un resorte se tratara. Para tratar de dar un nuevo giro a la situación, Montero introdujo al tercer atacante que tenía en el banquillo.

Cordero pasó a ocupar la banda derecha y Velasco se hizo con el sitio de Adriano en la medular. El gol empezó a merodear con más fuerza el portal de Rojas, que sólo pudo ver de lejos un envenenado disparo de Juanma Ortiz que acarició la escuadra. Pero no había pólvora suficiente. El cuadro manchego aguantó las envestidas, mató el partido y acabó de forma plácida ante un rival que en descuento pagó su nerviosismo con la expulsión de Pineda. Fue el triste epílogo a un triste regreso.

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