nàstic | córdoba · el otro partido

Jorge D'Alessandro y punto en boca

  • Apenas 5.000 espectadores apoyaron a un Nàstic en horas bajas, con medio centenar de cordobesistas en las gradas

En la Peña Sangre Blanquiverde están de enhorabuena. Después del reciente 0-3 en Sabadell, los aficionados catalanes del Córdoba animaron desde el calentamiento y vibraron con el desempeño de su equipo en el Nou Estadi, donde el balance es favorable en los 13 enfrentamientos en la historia de la Liga (3-6-4). Hubo más de medio centenar de seguidores foráneos en un campo propicio y, aunque no se siempre se puede ganar, echar un vistazo a la clasificación alivia cualquier disgustillo.

La afición grana recuerda a la cordobesista hasta meses atrás. El hastío le puede y el runrún se transmite de butaca en butaca. Por eso la afluencia al estadio va menguando y menguando, a pesar del empeño de su Federación de Peñas y de las ilusiones renovadas con la llegada de Jorge D'Alessandro. Pero con apenas cinco mil espectadores en las gradas afloran los nervios y el miedo a perder. Un taxista reconocía ayer que los niños de la ciudad son del Barcelona y que "con el cambio en el banquillo se ganaron dos partidos al principio, pero donde no hay, no hay. Y tampoco hay pasta para fichar, así que…".

Por su parte, Paco Jémez se mostró ufano después del duelo con el Alcoyano en El Arcángel: "No sé si había 8.000, pero parecía que había 70.000". El entrenador de moda no se cansa de pregonar que "este equipo sería mucho mejor equipo con 20.000 en el campo", de modo que a principios de semana lanzó un desafío con vistas al último tercio liguero: "Si no somos capaces de meter 12.000 o 15.000 personas en el estadio, no tenemos nada que hacer". En alusión al ascenso, claro. Ha dejado de ser tabú.

Mientras, el Gimnàstic se perpetúa en la zona de descenso. El desánimo progresivo llevó al club a estrujarse el cerebro: regalo de entradas a cambio de juguetes para los más desfavorecidos y, en solidaridad con los problemas de la cooperativa de L'Aldea, pases gratis para las personas que hicieran donaciones económicas o entregaran alimentos para la población del Baix Ebre. Todo por fidelizar a la gente con un evidente toque nostálgico. Triste Navidad en la imperial Tarraco.

Al Nàstic, enquistado en el sótano de la tabla, no lo valen ni las arengas grandilocuentes. Longás declaró en la víspera que "es nuestro Barça-Madrid particular". D'Alessandro, tan culé él, vaticinó que "si no hay ninguna cosa rara, extraña, en el terreno de juego, el equipo de Guardiola ganará y dejará en evidencia al Madrid". Comentarios roncos como ése convirtieron al argentino en un icono televisivo de la medianoche hasta que la entidad nastiquer le llamó para sustituir a Juan Carlos Oliva, con quien el equipo llevaba cuatro empates y siete derrotas en las once primeras jornadas. Números de descenso maquillados ahora. Números que no puede mejorar David Valle, el portero del ascenso blanquiverde en 2007 y hoy suplente de Rubén Pérez; cuando le dieron la oportunidad, en la eliminatoria de Copa en Valladolid, le metieron seis… Al menos, en los prolegómenos del choque de ayer se llevó un efusivo abrazo de su antiguo preparador, Jorge Ramírez.

La expedición blanquiverde ha pasado dos noches fuera de casa -ya lo hizo en Las Palmas, mientras que la concentración entre Elche y Alicante duró cuatro días- por expreso deseo de Paco. El técnico antepone la recuperación en el tramo final del año, en el que deben echar el resto: hay que ganar al Recre y dejar en la cuneta al Betis para refrendar la condición de mejor equipo andaluz -por delante del Almería de Lucas- y pasar a octavos de la Copa del Rey. Y punto pelota.

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