Córdoba | racing de ferrol · informe técnico

Alessandro I, sabio de Italia

  • El Córdoba sacó adelante un pleito espinoso pese a jugar atenazado y a merced de su adversario · Decidió una acción a balón parado… y con gol en propia meta

El partido era un marrón para el Córdoba. El Racing de Ferrol empezó con un 5-3-2 y terminó con un 4-2-4, lo que ilustra la enorme diferencia entre el 0-0 y el 1-0. El único tanto llegó a balón parado... y en propia meta. Lo había avisado Pierini en la víspera: "La estrategia puede ser fundamental". Y ya se sabe lo que suele suceder en las jornadas supremas: el que se equivoca, lo paga. La factura la asumió Olmo.

Defensa

Se vio desde el principio: Queco Piña tenía la pelota y nadie le presionaba. El Córdoba salió a no perder, contemplativo, con la obsesión de dejar la puerta a cero. Y su apuesta se redobló con el marcador a favor. Así, el Ferrol tocó con bastante comodidad en demasiadas fases.

Juan Veiga exponía la movilidad de Jonathan Pereira, al tiempo que Medina debía fijar a los centrales. Su otra baza fue la verticalidad de Ceballos. Poco más. David Valle no tuvo que intervenir en el primer periodo. Como es norma con José González, todos defendieron las acciones a balón parado. La implicación quedó patente en una jugada en la que Antonio abandonó su zona y Asen, presto, acudió para actuar como improvisado central. Detalles como ése, más allá del arte del gol, explican que el madrileño haya disputado todos los partidos.

Veiga ordenó una variante táctica en la caseta: del 5-3-2 a su habitual 4-3-3. Y el Racing saltó dispuesto a empatar, tocando mejor y con más sentido. En el minuto 47, Charpenet mandó un golpe franco a la cruceta. Y en el 52', Chema Mato ya había colgado dos faltas a pie cambiado. Charpenet desperdició otro libre directo que había llevado la congoja a El Arcángel.

En la última media hora hubo que redoblar los esfuerzos, porque el Racing se la jugó con Jonathan Pereira y Corredoira por las alas y Medina y Carlier como arietes. Y el Córdoba reculó descaradamente, regalando el esférico una y otra vez. En la catarata de balones colgados, Jonathan Pereira gozó de la ocasión más clara en el 85', pero no empaló bien y Antonio se cruzó.

Ataque

No hubo salida en tromba, ni muchísimo menos. Las dos primeras propuestas consistieron en sendos pelotazos hacia Arthuro, de Antonio y David Valle. Con eso estaba todo dicho.

El Córdoba debía llevar la iniciativa, pero le costó. Por culpa del miedo a fallar, el ataque sólo funcionó por impulsos. Fueron escarceos de Arteaga, irrupciones de Guzmán o caídas a las bandas de Asen, con Arthuro infrautilizado en su oscura labor de controlar de espaldas a la portería.

El Racing acumulaba mucha gente detrás del balón, aunque sus zagueros dudaban y eran proclives al error. La evidencia más clara fue el gol en propia puerta de Olmo, en uno de los múltiples centros sobre el área de Queco Piña. En cada uno de ellos subieron todos al remate, excepto los laterales. José era consciente del valor de la pizarra.

Quizá por eso el primer relevo fue Cristian Álvarez, sustituto de un Arteaga sin fuelle. La primera falta que puso, en el 58', terminó en gol de Antonio. Pero el asistente indicó fuera de juego. Lo mismo ocurrió diez minutos después, aunque en ese caso el testarazo del central se perdió desviado. Continuaron insistiendo por esa vía, también con algún pase de Guzmán, aunque Pierini dejó de incorporarse en el ecuador de la segunda mitad. Al final, Antonio tampoco subió.

La otra opción era sentenciar a la contra, sellar alguna transición. Había espacios, amplios; faltaba energía y capacidad para hilvanar. Julio Pineda refrescó la vanguardia con un cuarto de hora por delante, pero el esférico iba de Valle a Piña. Con la última sustitución, José regeneró los costados: Diego Reyes por la izquierda y Cristian por la derecha. Sin embargo, no hubo ni una proyección junto a la cal.

Virtudes

El Córdoba exprimió su gol a balón parado hasta las últimas consecuencias, dejando la puerta a cero.

Talón de aquiles

Los nervios maniataron a un once que dio la sensación de actuar como visitante, encerrado atrás.

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