Sevilla Atlético-Córdoba

Más miedo que vergüenza

  • El Córdoba da un paso más hacia Segunda B tras no pasar del empate ante el peor local, desaprovechando un 0-1 y 40 minutos en superioridad

  • El futuro de Merino, en entredicho

Fede San Emeterio cabecea a la red anticipándose a Josema el tanto del empate del Sevilla Atlético.

Fede San Emeterio cabecea a la red anticipándose a Josema el tanto del empate del Sevilla Atlético. / fotos: antonio pizarro

Ver a Aguza y Jaime discutiendo como dos niños chicos por quién tira una falta en el descuento -vista la preparación, al final murió en la barrera- sonroja a cualquiera y refleja la importancia que la improvisación tiene en el Córdoba actual. Un club que lo mismo hoy -o mañana o el otro, qué más da- pega el enésimo volantazo y manda a su casa a Juan Merino, que en un mes acumula un triste balance de 2 puntos de 15 y se está mostrando incapaz de cortar la sangría del peor equipo de la competición, un colista que suma siete jornadas sin ganar y sigue viendo la permanencia fuera de distancia, a dos partidos. Pero el problema no es que dos jugadores se peleen por exprimir la última ocasión del partido, el problema es el partido en sí, que volvió a sacar las vergüenzas de un equipo desvalido y temeroso, quizás por el final al que se dirige sin remisión alguna.

Ante el peor local, un Sevilla Atlético que comparte el último vagón del torneo, los blanquiverdes fueron incapaces de hacer buena una ventaja que no merecieron siquiera obtener ni jugando en superioridad numérica más de 40 minutos. Tuvieron un par de opciones para sentenciar, pero en el momento que el filial se asentó, volvió a ser mejor, como ya lo había sido antes, y empató en el enésimo desajuste defensivo de un CCF que por mucha gente que acumule atrás sigue defendiendo de pena. Y si a eso se le suma que con la necesidad que tiene de ganar acaba jugando sin delantero -el técnico explicó que Jona había pedido el cambio-, pues parece claro que el milagro es imposible.

Sobre todo si el Córdoba sigue dejando la imagen de un equipo menor, derrotado antes de pisar ya el verde. Desde luego, el mensaje (público) del técnico en la previa no ayudó demasiado, pero cabía la posibilidad de un juego al despiste. No fue así. Repitiendo el sistema con tres centrales, esta vez con Joao de libre, y con la única novedad de Markovic como pareja de Jona, el cuadro de Merino se mostró como un flan desde el inicio. La simple táctica del balonazo a Marc Gual ya era sinónimo de peligro. Pawel regaló en una mala salida que desperdició Pozo y luego repitió fallo (y final) a otro envío directo que Afonso no supo parar.

Fueron un par de lunares en la sobresaliente actuación del polaco, de nuevo el sostén que mantuvo con vida a su equipo. Aunque ninguno era incapaz de imponerse, el Sevilla Atlético daba siempre mayor sensación de peligro. Gual volvió a hacérsela a Joao antes de que su dejada sorprendiera hasta a su compañero Pozo y luego protagonizó la primera gran oportunidad con un cabezazo a la carrera que Pawel mandó a córner. El centro, de Curro, fue perfecto entre los zagueros y el meta, de esos que difícilmente suelen llevar firma cordobesista. El ariete, frustrado por esa ocasión, apareció poco después para buscar a Curro, aunque Afonso se cruzó in extremis.

¿Jugaba sólo el filial? No, pero casi. El Córdoba lo intentó más de una vez por fuera, exprimiendo la amplitud de sus carrileros, pero ningún centro fue digno, al margen de que si los puntas deben hacer de apoyo fuera del área, luego no hay quien busque el remate... Con todo, la estrategia ofreció a Edu Ramos un balón muerto en el punto de penalti; su remate, como ante Osasuna, fue directo a donde estaba Soriano. Antes del intermedio apenas si tuvo que aparecer una vez más el meta, para frenar un tiro de Jona a dejada de Jaime, ya en el campo para reestructurar el dibujo a un 4-4-2. Antes, el filial también tuvo una última, doble, muy clara en las botas de Curro, que primero se topó con Pawel y el poste y luego sólo con el meta.

Con sufrimiento y dando una imagen alejada de lo que cabría esperar de un bloque que se está jugando la vida, el Córdoba seguía en pie. No sólo eso, sino que dio un brinco al arrancar el segundo acto, cuando una buena combinación entre Jaime y Fernández acabó en el pie de Jona tras el cabezazo fallido de Galán. Gol. Los blanquiverdes ya jugaban algo parecido a un 4-2-3-1 tras la entrada de Pinillos. Parecía por tanto que estaba más equilibrado, y con ventaja... Todo eran buenas noticias, y por si fuera poco, Matos se autoexpulsó y dejó a su equipo con diez. Minuto 50 y el decorado era de lujo para lo que se había visto hasta entonces. El filial quedó, lógicamente, tocado. Era el momento de matarlo. Aguza mandó al limbo dos buenas opciones en la corona del área y Jona marró la más clara tras un robo y conducción de Caballero que lo dejó solo ante Soriano, que ni siquiera tuvo que intervenir.

Con menos de media hora por delante, el cordobesismo soñaba con un triunfo que levantara la moral. Pero se encontró entonces con un equipo timorato e incapaz de frenar el ánimo del Sevilla Atlético, que se fue arriba con todo, regalando autopistas para ser matado a la contra. Pero el Córdoba se metió atrás con un hombre más, y empezó a regalar opciones. Olavide no halló puerta tras burlar a Vallejo en un córner y luego se encontró con Pawel para originar otro saque de esquina en el que, esta vez sí, Fede San Emeterio cabeceó con todo para empatar ante la pasividad de la zaga. Dos jugadas calcadas y el único final posible.

Quedaba por ver cómo reaccionaban ambos equipos. Y el resultado fue lo mismo. Pinillos sacó en la línea un balón que ya buscaba Carmona y acto seguido se la jugó en una contra sin encontrar portería. Entre Vallejo y Josema se multiplicaron para frenar una arrancada de Pozo tras una pérdida absurda de Ramos y, ya sobre la bocina, Pawel apareció otra vez para repeler un zurdazo de Bouttoba tras un jugadón de Pozo. Luego vino la falta de Aguza y Jaime, la última sin consecuencias de otro partido vergonzoso de un CCF que viaja con la maleta del miedo. Y ese compañero es el peor para salir del descenso.

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