Córdoba CF - Recreativo Granada | Uno por uno

Las notas de los jugadores del Córdoba CF ante el Recreativo Granada

Formación inicial del Córdoba CF ante el Recreativo Granada.

Formación inicial del Córdoba CF ante el Recreativo Granada. / Miguel Ángel Salas

CARLOS MARÍN. Tranquilo. Pese a una acción en la primera parte en la que dejó alguna duda a la hora de despejar el balón, saldó el partido con una nueva portería a cero y con 90 minutos de calma para afianzarse de nuevo.

ALBARRÁN. Goleador. El carrilero hizo su primer gol de la temporada en una acción que resume sus cualidades principales. Una gran internada finalizada con un potente disparo que sirvió para abrir la lata. Poco después volvió a probarlo en una acción similar.

CARLOS GARCÍA. Solvente. Poco a poco se va consolidando en el equipo, ofreciendo esa contundencia que se le echó en falta en su primer día, ante el Linares, y que ante el Recreativo Granada, sí ofreció. Lapeña tendrá que seguir esperando.

GUDELJ. Imperial. Cierto es que el Recreativo Granada no creó peligro alguna a la meta de Carlos Marín y con ese rival es más fácil brillar en defensa, pero el balcánico recuperó su versión de líder de la zaga, sin conceder y jugando el balón desde atrás con soltura.

CALDERÓN. Condicionado. Un golpe en la primera parte le hizo ir todo el partido ya a remolque. Pese a ello, cumplió hasta bien entrada la segunda parte y, cuando el partido ya estuvo resuelto, Iván Ania le dio un descanso merecido.

ÁLEX SALA. Dominador. Él solo se bastó para hacer jugar a su equipo como único mediocentro. Más que nunca tuvo que ser una pieza posicional sobre la que girase su equipo, además de centrarse en tareas de recuperación. Cumplió a la perfección.

DIARRA. Incansable. Es el alma del equipo y, si está entonado, los blanquiverdes lo notan mucho. Su despliegue físico está a la altura de muy pocos en la categoría. Ania acertó dándole más libertad y Diarra lo aprovechó para asistir en el primer gol y dar un poste en el tramo final.

CARRACEDO. Voluntarioso. Era un partido propicio para que ganase confianza con alguna asistencia o incluso gol, pero le faltó calma y precisión en el último pase para haber encontrado a sus compañeros con mejores centros.

KIKE MÁRQUEZ. Preciso. Dos acciones suyas a balón parado abrocharon el partido en el segundo acto. En la primera forzó a Pol Tristán a meter el balón en su portería con un centro-chut raso y fuerte en un córner. En otro saque de esquina asistió a Toril para el 3-0.

SIMO. Activo. Sabe que ahora debe ganarse el puesto y quizás por eso la oportunidad que le dio Ania, sentando a Adilson Mendes, la aprovechó con un buen partido. Especialmente activo en la presión, arrancó la jugada del primer gol.

CASAS. Sin tino. Buen partido del rambleño, generando incomodidad a los centrales del Recreativo Granada. Tuvo un par de acciones claras de gol que no pudo aprovechar para entrar de nuevo en racha goleadora.

TORIL. Certero. El balear por fin contó con un margen de tiempo adecuado para mostrar su capacidad de remate y, a la primera que tuvo, estrenó su cuenta goleadora con un remate de cabeza espectacular que deja entrever un arma que explotar por los de Ania.

ISMA RUIZ. Refresco. Buenos minutos del granadino, que ante su exequipo se encontró cómodo en el tramo final e incluso se descolgó en ataque en una acción que acabó anulada por fuera de juego. Poco a poco va creciendo en importancia.

ADILSON MENDES. Enchufado. El buen partido de Simo le hizo salir con ganas de demostrar que él sigue estando ahí y quiere el sitio en el extremo izquierdo. Sumó buenos minutos de desborde, ya con el rival entregado.

IVÁN RODRÍGUEZ. A banda cambiada. Las molestias de Calderón llevaron a Ania a colocar al malagueño a pierna cambiada, en el perfil izquierdo de la defensa. El contexto del partido le ayudó a cumplir sin problemas, aunque no es donde más cómodo está.

KUKI ZALAZAR. Con ganas. Con el equipo jugando a placer, salió con ganas de buscar su gol o alguna acción de protagonismo en ataque. Estuvo participativo y con ganas de apretar a sus compañeros por la titularidad.

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