La recuperación de un corazón dañado

Mes del corazón del Hospital Cruz Roja de Córdoba

El Hospital Cruz Roja abre este sábado su Mes del Corazón con una sesión sobre factores de riesgo, prevención y control de los pacientes a los que se les ha diagnosticado una enfermedad cardíaca

El especialista en Medicina Física y Rehabiltación del Hospital Cruz Roja Rafael López.
El especialista en Medicina Física y Rehabiltación del Hospital Cruz Roja Rafael López. / Juan Ayala

¿Qué viene después de recibir un diagnóstico de enfermedad cardíaca o de sufrir un accidente cardiovascular? El control, la rehabilitación y llevar una vida saludable son una base fundamental para que la persona afectada esté estable y tenga los menores riesgos posibles.

Este es uno de los temas que se tratarán este sábado en la primera jornada del Mes del Corazón, que está organizado por el Hospital Cruz Roja y que se celebra en el Palacio de la Merced. El programa se abrirá a las 09:30 e incluye mesas en las que diferentes especialistas abordarán temas como los factores de riesgo, la prevención, las posibilidades terapéuticas actuales o cómo detectar una urgencia cardiovascular.

Uno de los participantes en las mesas será el médico especialista en Medicina Física y Rehabilitación del Hospital Cruz Roja Rafael López, que ahondará en el proceso de recuperación.

Hace unos meses que este centro hospitalario inauguró una Unidad de Rehabilitación Cardíaca que recibe a pacientes derivados de Cardiología, la mayoría con cardiopatía isquémica intervenida, es decir, le han colocado unos stent (muelles) en las arterias. Tras una primera valoración del cardiólogo, una prueba de esfuerzo inicial para saber desde donde parte el paciente y una valoración a nivel de aparato locomotor, el rehabilitador configura un programa en grupos reducidos, de cuatro personas, para comenzar a trabajar.

Llevar una dieta sana y eliminar hábitos tóxicos son esenciales en la recuperación

Rafael López recalca que “hay publicaciones que muestran que la rehabilitación cardíaca tiene un grado de evidencia 1A, más que muchos fármacos que se utilizan en los problemas cardíacos”;por ello es fundamental para la recuperación de la persona que sufre este tipo de patologías.

Estas enfermedades tienen una repercusión psicológica y social que también se trata desde este servicio a través de talleres de formación enfocados, por ejemplo, al control de la ansiedad y el estrés o a cómo la cardiopatía afecta a la sexualidad.

Son pacientes que “vienen con mucha inseguridad, no saben hasta dónde pueden llegar y no quieren hacer esfuerzos”. Para ello, el especialista explica que el proceso consiste en una fase de calentamiento inicial, otra de esfuerzo y una tercera de enfriamiento.

“Los llevamos a un esfuerzo controlado porque el paciente, desde que entra a la unidad, está monitorizado a nivel de tensión arterial, electrocardiograma y saturación de oxígeno”, señala López. Así “van mejorando la tolerancia al esfuerzo de forma progresiva”; algunos sienten dolor, pero “hay que discriminar si es articular o cardíaco, por eso están monitorizados”.

El especialista apunta que en este proceso de rehabilitación hay varias etapas: empieza durante el ingreso con la explicación de ejercicios de relajación, luego se hace un “reentrenamiento de esfuerzo y educación del paciente a su nuevo estatus para corregir malos hábitos” y, por último, hay que hacer un mantenimiento en casa o el gimnasio, siempre siguiendo las indicaciones del especialista sobre lo que puede o no puede hacer.

La enfermera gestora de casos del Centro de Salud Santa Rosa, Ana Pérez.
La enfermera gestora de casos del Centro de Salud Santa Rosa, Ana Pérez. / Laura Martín

También explicará su experiencia en esta primera mesa redonda del Mes del Corazón la enfermera gestora de casos del Centro de Salud de Santa Rosa Ana Pérez, cuyo trabajo se centra en la coordinación de casos entre el Hospital Reina Sofía y Atención Primaria. Cuando llega la información sobre este tipo de pacientes, Pérez se pone en contacto con él, estudia su alta hospitalaria y le da recomendaciones para la continuación de cuidados en su domicilio.

Si lo cree oportuno, programa una visita en la que se hace un chequeo que incluye la toma de tensión y frecuencia cardíaca, comprueba si hay edemas (acumulación de líquido) en los miembros inferiores, realiza una pulsioximetría para ver el nivel de saturación de oxígeno y, en caso de que estén con oxigenoterapia, vigila que los niveles sean los correctos. “Hay casos de personas mayores que no han sabido poner el número de litros por minuto o no se colocan bien las gafas nasales”, apunta la enfermera.

En este proceso se insiste en la importancia de llevar una alimentación sana y en la movilidad. “Nos encontramos algunas veces que salen del hospital con oxígeno y siguen fumando, por lo que insistimos en el tema de los hábitos tóxicos”, añade Pérez. Las enfermeras gestoras de casos también comprueban si los pacientes se han vacunado de la gripe y el neomococo.

Una de las labores más importantes es “ayudar tanto al paciente como a los cuidadores a identificar los signos de alarma para que no vayan innecesariamente al hospital” si es una falsa alarma. Por otra parte, el seguimiento a estos enfermos incluye una analítica y un electro anual o facilitar un pastillero en caso de que la persona lo necesite.

Una vez desarrollado este trabajo, se deriva a estos pacientes a la enfermera y el médico de familia para que sean ellos los que hagan seguimiento.

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