Córdoba

La mujer más influyente en la corte de Catalina de Lancáster

  • Leonor López de Córdoba Tras una vida intensa y ser apartada de sus cargos junto a la reina volvió a la ciudad; sus memorias es la primera autobiografía en castellano escrita por una mujer

Leonor López de Córdoba nace hacia 1362-63 en Calatayud. Hija de Martín López de Córdoba -privado del rey Pedro I- y de Sancha Carrillo -sobrina del rey Alfonso XI de Castilla-, los primeros años de su vida los pasa, tras la muerte de su madre, en la corte castellana, donde se educa con sus madrinas, las hijas del rey Pedro I (1350-1369).

A los siete años -edad prevista para el noviazgo en las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio- su padre la promete en matrimonio con Ruy Gutiérrez de Hinestrosa, primo de las infantas, hijo de Juan, señor de Hinestrosa, canciller del rey y mayordomo de la reina doña Blanca.

Fue tal su poder, que incluso era capaz de echar atrás decisiones del Consejo Real

En marzo de 1369, Pedro I fue asesinado en Montiel por su hermanastro Enrique de Trastámara. El padre de Leonor resistió al nuevo rey en Carmona y finalmente pactará la paz con Enrique II, pero lo traicionará, mandándolo decapitar en la plaza de San Francisco de Sevilla en 1371, confiscando sus bienes y los del prometido de Leonor. La familia y todos los seguidores de su padre fueron encarcelados en las atarazanas de Sevilla durante nueve años, hasta la muerte de Enrique II. Sólo Leonor y su ya esposo pudieron salir en libertad, ya que gran parte de su familia y todos los demás reos murieron por la peste.

Una vez libre, Leonor se instala en Córdoba, en la casa de su tía abuela materna María García Carrillo, señora de Aguilar, junto a la colegiata de San Hipólito, mientras su marido intenta en vano durante siete años recuperar sus bienes. Negocia con su otra tía, Teresa Fernández Carrillo, su entrada en la orden de Guadalajara, fundada por sus bisabuelos. Pero la vuelta del marido desde Badajoz, donde estaba con su tío Lope Fernández de Padilla en la guerra de Portugal, lo impide.

Tuvo una hija (Leonor de Hinestrosa) y tres hijos (Juan Fernández de Hinestrosa, Martín López de Hinestrosa y Gutierre de Hinestrosa). Comenzó en este tiempo una estrecha relación con la Virgen, que le inspira y le ayuda en sus asuntos económicos y familiares. Después de instalarse en 1396 en una casa propia que su tía la había dejado en Córdoba junto a San Hipólito, el rey Enrique III el Doliente y la reina Catalina, estando en Córdoba, le concedieron una tienda de jabón en esta ciudad con los mismos derechos y prerrogativas que el resto de establecimientos, lo que le proporcionó una renta interesante y pudo rehacer su fortuna.

La peste se apodera de la ciudad de marzo a junio de 1400. Y Leonor huye con su familia a Santaella, siguiendo camino hacia Aguilar para encontrarse allí con su tía y sus primas, hospedándose en casa de su primo Alonso Fernández. Sin embargo, no pueden escapar de la epidemia, de manera que un huérfano judío al que ha adoptado y su hijo mayor morirán. En el entierro, los familiares y los vecinos de Aguilar la culpan de esto y se ve obligada a huir. A partir de entonces, su tía rompe toda relación con ella y vuelve a su casa de Córdoba.

Entre 1401 y 1404, cuando tenía unos 40 años, Leonor dictó sus memorias a un notario de Córdoba, un relato corto de nueve páginas. A lo largo de la narración, Leonor se presenta como modelo de buena cristiana, pero, endurecida por los avatares de la vida desde muy corta edad, no permite que nada ni nadie se interponga en su camino. El día de la fiesta de la Santísima Trinidad de 1404 pasó a ser valida o mujer de confianza de la reina de Castilla Catalina de Lancáster, que había concebido al príncipe heredero Juan, formando parte así de la corte de Enrique III el Doliente.

En celebración de esta maternidad Leonor habría mandado construir la espléndida combinación de nervios en forma de estrella que configuran la bóveda de la capilla de la Trinidad en la Iglesia de San Pablo. Al lado de Catalina de Lancáster intervino en el gobierno de Castilla -tras morir el rey en 1406- junto a la reina regente y a Fernando de Antequera, corregente, ya que el heredero Juan tenía menos de dos años. La opinión de Leonor en asuntos políticos pasaba por encima de las de los grandes nobles y eclesiásticos de la corte castellana. En palabras del cronista Álvar García de Santamaría, Catalina "cosa del mundo non fazía sin su consejo". Incluso era capaz de echar atrás las decisiones del Consejo Real. El marido de Leonor seguirá en Córdoba, donde era en 1411 uno de los alcaldes mayores de la ciudad. Se tienen noticias de él hasta 1423, pero luego se desconoce su vida.

En 1408 el infante Fernando dio un golpe de estado contra la reina y su valida, erigiéndose en regente único. El golpe incluyó una grave campaña de difamación contra Leonor y en 1412, tras diversas maniobras en su contra y la aparición de una nueva valida -Inés Torres (introducida en la Corte de su mano)- se produjo la ruptura entra ambas mujeres y el alejamiento definitivo de Leonor de la corte.

Catalina dispuso que fueran expulsados de su casa y apartados de sus cargos el hermano de Leonor, fray Álvaro de Córdoba -su confesor (fundador de Santo Domingo)-, su yerno Juan de Guzmán -marido de Leonor López de Hinestrosa que había sido criada por la reina Catalina siendo dama de su corte y su protegida- y "todos los oficiales que por su mano eran puestos en sus oficios".

Regresó a Córdoba, donde pasó sus últimos años hasta su muerte en 1430, en las casas del barrio de la Mezquita (o de Santa María) que había comprado entre 1409 y 1412. En estas viviendas, llamadas del rey Almanzor, se hizo en el siglo XVIII el Hospital Salazar, hoy Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Córdoba.

La Capilla de la Trinidad, hoy de Nuestra Señora el Rosario, en la Real iglesia conventual de San Pablo de Córdoba, capilla fundada en 1409 por Leonor López de Córdoba, alberga hoy sus restos.

Las Memorias de doña Leonor López de Córdoba constituyen la primera autobiografía en castellano que se conoce escrita por una mujer. La guerra, la cárcel, la peste, las traiciones y la agitada situación política de Castilla a finales del siglo XIV y principios del XV, los cambios de poder entre los reinados de Pedro I el Cruel y Enrique III de Trastámara, golpearon a Leonor y a su familia. Las circunstancias históricas que le tocaron vivir y su singular fortaleza hacen de doña Leonor una personalidad insólita en el panorama hispano, muy alejada de la "liviana e pobre mujer", como la calificaba Fernán Pérez de Guzmán.

El manuscrito original, custodiado en el Convento de San Pablo de Córdoba, se ha perdido. Según Rivera Garretas, "quedan cuatro copias manuscritas del siglo XVIII y una del XIX: están en el Archivo Histórico de Viana, en Córdoba, en la Institución Colombina de Sevilla, en la biblioteca de la Real Academia de la Historia de Madrid y en la Biblioteca Pública Provincial de Córdoba". Córdoba reconoce a tan noble personaje con la calle Leonor López de Castro en la Arruzafilla.

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