Monasterio de San Jerónimo de Valparaíso: el tesoro escondido tras Medina Azahara

Historia

Nacido como monasterio en 1405, se constituyó como lugar de retiro y su estilo gótico añade elementos renacentistas y barrocos

Fotogalería: el monasterio de San Jerónimo de Valparaíso por dentro

Monasterio de San Jerónimo
Monasterio de San Jerónimo / Miguel Ángel Salas

Córdoba/Muy cerca de Medina Azahara se encuentra otro bien preciado de Córdoba, pero mucho menos conocido: el Monasterio de San Jerónimo de Valparaíso, un lugar que esconde más historia de la que muchos creen. Constituido en un lugar de ensueño de Sierra Morena o, quizás, algo muy parecido a un paraíso que lleva cosechando curiosidades desde la época medieval. 

El Real Monasterio de San Jerónimo de Valparaíso fue fundado en 1405 y funcionó como monasterio hasta su exclaustración en 1835. Aprovechó los restos de la antigua ciudad de Medina Azahara para su construcción y se considera la primera obra del gótico cordobés, pero tiene también elementos renacentistas y barrocos. Es propiedad de los marqueses del Mérito y en 1980 fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC); al ser propiedad privada, es visitable solo ocho días al año, visitas que están muy solicitadas y en las que un guía narra las singularidades del complejo. Nos asomamos a una de ellas.

Valle del paraíso

La primera curiosidad que rodea a este lugar es su nombre. Tras la conquista de Córdoba por el rey Fernando III, se renombraron todos los territorios para darle nombres cristianos. En esa época se conocía a Medina Azahara como Córdoba la Vieja, dado el estado de deterioro en el que se encontraba, y el monarca le dio el nombre de Valparaíso, Valle del paraíso, nombre que se puede leer en muchas fuentes en la época, debido a toda la frondosidad que adornaba y adorna los alrededores del lugar. 

Antes de pasar los límites de la entrada al monasterio, el visitante también descubre una de esas tantas leyendas que se escuchaban en lugares como este. Por ejemplo, cuando se ve una cadena en la portada de monasterios u otros lugares, se considera que en ese sitio un reo fugado ha pedido asilo.

El monasterio fue fundado a principios del siglo XV por el ermitaño portugués fray Vasco de Sousa, que vivía por los montes de Toledo. Él y un grupo de monjes son cautivados por la obra de San Jerónimo, y recuerdan uno de los episodios más destacados de la vida de este, la creación de un monasterio en Belén. Según explica la guía de la visita, “van a ceñirse a la parte de su vida en la que vivió como un eremita en silencio, en pobreza y siempre rezando. Quieren recuperar esa base tan importante para la religión”. Sobre 1380, dos de estos monjes van a proponerle al papa Clemente XI la constitución una nueva orden religiosa y el Papa les concederá la bula para hacerlo, pero advirtiendo que deberían redactar unas reglas, puesto que San Jerónimo no las dejó por escrito. Estas se aprueban en el Monasterio de Guadalupe, que es uno de los primeros que se constituye de la orden jerónima en España. 

Monasterio de San Jerónimo
Monasterio de San Jerónimo / Miguel Ángel Salas

Llegada a Córdoba

Tras llegar con esa bula papal a España comienzan a organizarse y pensar en qué parte del país van a constituir los demás monasterios. Vasco de Sousa piensa en Córdoba y envía a fray Lorenzo a hablar con el obispo Fernando González Deza. El obispo le habló a fray Lorenzo de una noble cordobesa, doña Inés Hidalgo, casada con un Fernández de Córdoba y que estaría proclive a ayudaros. 

Cuenta la leyenda que en el momento de la visita tenía doña Inés en brazos a su único nieto, de su único hijo. El pequeño se encuentra muy enfermo, y milagrosamente” cuando entra Fray Lorenzo por la puerta, el niño sana. Este fue el aval para que la aristócrata se decidiera a ayudar a estos monjes. Doña Inés ofrece diversos terrenos para que puedan dar vida a los monasterios, dos en la campiña y en el que hoy se encuentra el monasterio, más retirado, para que puedan alejarse “en recogimiento, en soledad, ayudando siempre, siempre dando, no recogiendo para luego dar y con otro trabajo que tienen los jerónimos que es el trabajo de la biblioteca”. 

En el camino hacia el interior de esta magnífica construcción se puede ver una puerta, con un murciélago como símbolo, que remite a maestro cantero catalán. Los monasterios de San Jerónimo se empiezan a construir todos a la vez, porque estos siguen la misma norma, y aquí hay un rastro de estas raíces. Además, esa fachada es muy parecida a una de las fachadas laterales de la catedral antigua de Barcelona. 

Rincón del Monasterio de San Jerónimo
Rincón del Monasterio de San Jerónimo / Miguel Ángel Salas

Claustro excepcional

Dentro de este tesoro, su claustro marca la diferencia. “Tiene unos grandes contrafuertes que, además, están reforzados, esto no puede ser más que catalán, valenciano y castellano, pero no cordobés". Luego un arco de medio punto de una gran altura que va a servir para dividir esta bóveda en tramos. Como solidarios no les ganaban nadie, “todos tenían derecho a un plato de comida, sea la hora que sea, la pensión siempre estaba abierta, y a una cama, para poder dormir, había habitaciones de hasta cuatro y cinco personas y luego estaban las otras más cuidadas para otras personalidades”. 

Para quien no conozca su historia, sus rincones tienen mucho que contar. ¿Quién sabía que este edificio fue elegido para constituirse como hospital psiquiátrico? Lo intentó el Ayuntamiento de Córdoba en el siglo XIX pero finalmente fue vendido después de tres subastas fallidas a la marquesa de Guadalcazar. Lo compró por 72.000 pesetas, pero continuó en estado de abandono. En 1912 adquieren la propiedad los marqueses del Mérito, quienes se hacen cargo del inmueble y lo restauran progresivamente a lo largo de todo el siglo XX, a partir de 1980 ya como Bien de Interés Cultural.

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