Espartería de Manuela: desde siempre en La Corredera

Comercios con historia

Este comercio fue fundado por Manuel Palomo, su abuelo, en la década de los cuarenta del pasado siglo XX

Supermercado Córdoba: historia viva del Campo de la Verdad desde la Guerra Civil

Manuela recuerda los inicios de su espartería en La Corredera
Manuela recuerda los inicios de su espartería en La Corredera / Rocío Aguilar

Córdoba/En la plaza de la Corredera se encuentra un establecimiento que ha sido espectador de una gran parte de la historia de Córdoba, un comercio que ha pasado de generación en generación transmitiendo el valor de la artesanía. Ya son pocas las tiendas que quedan en este entorno, ahora son casi todos bares y restaurantes, porque el ocio y la demanda han cambiado con el tiempo. Pese a estas transformaciones, sigue sobreviviendo alguna que guarda recuerdos desde hace más de medio siglo. Hablamos de una espartería con mucha alma y una encargada que ilumina la zona, Manuela Palomo, que abre las puertas de su negocio para explicarnos los años que lleva tachando las hojas del calendario en este enclave de la ciudad y haciendo posible que se disfrute de un trabajo artesanal en ciudades del mundo entero.

La Espartería de Manuela Palomo
La Espartería de Manuela Palomo / Luis Navarro

Manuel Palomo López fundó el negocio de espartería en 1940, pero hoy la historia la cuenta su nieta Manuela Palomo, quien tras morir su padre se hizo cargo del lugar. “Somos de los pocos comercios artesanales que queda por aquí. Mi abuelo era espartero, venía de Andújar y se instaló aquí en La Corredera, puso a mi padre a trabajar en una casita. Allí empezó hacer las espuertas, los serones para los mulos y borriquillos. Él hacía redes incluso para los botijos”, narra.

Como recalca, desde el año cuarenta esta tienda no ha cerrado sus puertas, sino que ha ido pasando de una generación a otra, enseñando la artesanía y transmitiendo la energía del buen trabajo. “Yo aprendí nada más con verlo, no me dejaba hacer muchas cosas porque era chica. Solo me dejaba pelar los trabajos, pero coser no. Aún conservo todas las herramientas de mi padre en una capacha”. Cuenta Manuela que estas herramientas hoy se mirarían como “oro en paño”, ya que hace décadas que no se fabrican este tipo de útiles. “A ver quién te hace ahora una aguja como esta; tenía más, pero me las han ido quitando. Las herramientas antiguas ya no se encuentran”. Reflexionando sobre el paso del tiempo, Manuela explica que “la gente antes era más pobre, pero había más alegría para comprar". "La gente era muy educada, ahora lo cogen todo, no hablan. Ahora hay que guardar más las distancia, antes los comerciantes antiguos eran más de atender al cliente”, compara.

Si se echa un vistazo por la tienda de Manuela, se podrán ver cestitos, que son piezas únicas porque se tarda un día en llevarlos a cabo. “Un trabajo muy duro, donde sufren mucho las manos, grietas… Ahora mismo me he levantado de coser, que llevaba todo el día y he hecho dos piezas. Quizás estás cosiendo todo el día y lo vendes por 10 ó 12 euros, y no los ganas, porque el material hay que quitarlo". Sin embargo, es clara al admitir que “no echo cuentas, trabajo de sol a sol, vengo por la mañana y me voy cuando es de noche. Esto ya ningún joven lo quiere”. Es raro que a Manuela no le saliera algún aprendiz que buscara nutrirse de sus conocimientos, este hecho solo ocurrió una vez, pero fue con una señora veterana. “Una señora mayor este invierno fue la primera alumna que he tenido. Ella era profesora y se había jubilado recientemente, y me dijo que si la podía enseñar, ha hecho bastantes trabajos”.

Manuela cosiendo un burrito
Manuela cosiendo un burrito / Luis Navarro

La dinámica y el catálogo de este comercio, con los años, ha cambiado. Hoy, esta espartería tan particular de La Corredera da cabida a objetos de decoración muy singulares, algunos hechos a mano por Manuela. “Ahora lo que hago es cestitos de esparto, aunque tengamos lecheros, espuertas y alfombras. Hemos tirado para decoración, que es lo que más se vende. A la tienda viene mucho turismo, de Córdoba vienen muy poquitos a comprar, miramos más con vista al turismo”.

“Muchos vienen hasta de Alemania a verme, aunque si vienen en los aviones se llevan cositas muy pequeñas, pero ha habido ocasiones que muchos vuelven con los coches y cargan muchas cositas”, señala con ilusión Manuela, que a pese a diversas circunstancias la clientela que se acerca por aquí aprecia su trabajo y se anima a volver en breves. “También vienen de Miami o California. Hoy unos americanos que me han comprado algunas cositas”. Es de destacar que los productos de Manuela están al alcance de cualquier bolsillo, y por solo cuatro euros puedes llevarte un burrito de Esparto. La artesana también ha trabajado con encargos que ha dado la vuelta al mundo, recuerda con alegría un corazón que le hizo a un cliente extranjero, “estuve toda la tarde para hacerlo, le cobré ocho euros y el hombre se fue supercontento”, detalla.

Para finalizar, ella recuerda todos los años que ha pasado en esta plaza, algunos fueron malos, otros buenos y, de vez en cuando, duros. Ha habido crisis que afectaron a todos los comercios, pero siempre el lema de su vida que ahora dedica a los jóvenes es el siguiente: “Que sean valientes, y cuando se tiene juventud se puede con todo”.

stats