Puerta grande para Zulueta y Quintana en la novillada de estreno de la Feria de Córdoba

Toros

Fuentes Bocanegra se va de vacío en una tarde muy larga con una asistencia pobre a la plaza

La Feria Taurina que puede marcar el futuro de Córdoba

Manuel Quintana, en uno de sus pases.
Manuel Quintana, en uno de sus pases. / Miguel Ángel Salas

Plaza de toros de los Califas

GANADERÍA: Dos novillos-toros de Collado-Ruiz (1º y 5º) y otros dos de El Cotillo (2º y 4º). Correctos de presentación y de juego desigual, y dos erales (3º y 6º) de Enrique Ponce Martínez, de poca fuerza y juego irregular.

NOVILLEROS: FUENTES BOCANEGRA (grana y oro). Media defectuosa y descabello (vuelta tras petición) y estocada atravesada que asoma y nueve descabellos (silencio tras aviso).

JAVIER ZULUETA (rosa pálido y oro). Estocada tendida (oreja) y estocada (dos orejas).

MANUEL QUINTANA (blanco y plata). Media defectuosa, estocada y descabello (oreja) y estocada (dos orejas).

Zulueta y Quintana abandonaron el coso a hombros por la puerta de Los Califas. Fuentes Bocanegra cabizbajo lo hizo por la puerta de cuadrillas, mascullando y dubitativo por el mal uso de los aceros, que a la postre le pudieron privar de poder acompañar a sus compañeros de cartel. Y es que hoy, en esta fiesta moderna, lo importante es tirar carne a tierra. Da igual la manera, el caso es que los toros rueden tras la faena con la pañosa. Precisamente por eso, Fuentes salió a pie de la plaza, en una novillada que tuvo muchos matices, algunos buenos y otros menos buenos. Entre los buenos, las ganas, predisposición de Fuentes Bocanegra, el corte pinturero y vistoso de Zulueta y las deslumbrantes maneras que apunta Manuel Quintana, que impresionó por su concepto, estar y mostrar, a pesar de su bisoñez, una cabeza muy bien amueblada delante de los novillos que le correspondieron en suerte.

Fuentes Bocanegra, como ya ha quedado dicho, estuvo muy voluntarioso durante toda la tarde. Es cierto que esta muy nuevo y que ha toreado poco, pero a excepción de los aceros, su presentación en el coso de Ciudad Jardín y ante sus paisanos no le pesó. Sus trasteos tuvieron el mismo denominador común. Ganas de agradar y entrega. En su primero estuvo bien con la mano diestra, bajando un poco de intensidad al torear al natural, por lo que tuvo que volver a la mano derecha para que la faena volviera a remontar vuelo. No fue una obra maciza y compacta, pero, sí correcta y medida. En su segundo, que pedía temple, mucho temple, estuvo voluntarioso y en novillero, sufriendo incluso una voltereta sin consecuencias. Se aperreó con los aceros y su actuación quedó opacada, por cumplir con el precepto del quinto mandamiento, no matarás.

Javier Zulueta es un torero que torea bonito. Un torero pinturero, un torero que hace las cosas con mucha estética. Un torero de la llamada escuela sevillana. En su primero trazó un trasteo irregular, cosas buenas y otras vulgares, pero no hubo esa rotundidad que se espera en alguien que ya tiene prevista su alternativa al final de la presente temporada. Mejor anduvo en el quinto. Fue el prólogo de una faena de corte estético y plástico. Mejor al natural, donde brotaron muletazos limpios y largos. La certera espada fue la rúbrica para cortar dos orejas excesivas. Una hubiera sido suficiente. La presidencia de Córdoba no debe de convertirse en un mercado de Marrakech. Demasiado benevolente el señor presidente pañuelos en mano. Con esto no queremos desmerecer la actuación de Zulueta, pero decir y poner de manifiesto que Córdoba precisa mayor rigor presidencial.

La sorpresa vino con Manuel Quintana. ¡Cómo arrea el jovencísimo torero de la tierra! Tiene muy buen concepto y una cabeza que apunta un privilegio solo al alcance de unos pocos. Los elegidos. Seguramente a Quintana lo tocaron con la varita. Vaya lances que instrumentó a su primero con el capote. Monumento al toreo a la verónica. Qué forma de manejar el percal. En su primero fue poco a poco modelando las embestidas de su oponente para imponerse a él cuajando un interesante trasteo. Mejor estuvo en su segundo. Cierto es que Quintana acaba de poner el banco, pero vaya las intenciones que tiene. Poder y buen gusto. Muletazos largos, rematados detrás de la cadera y sacando la pañosa por debajo de la pala del pitón. El toreo de siempre. Quintana apunta alto. Hay que verlo evolucionar, aquí puede haber torero, y de los grandes.

Esto fue lo que dio de sí la novillada. Una novillada que se antojó larga, muy larga. Un festejo donde se lidiaron dos novillos sin picar no puede durar dos horas y media. También la pobre asistencia. Luego hay quejas de que no se dan festejos para los que empiezan. Cierto es que la fecha fue mala y errónea. Día laborable con comercio abierto y gente trabajando por la tarde a la hora de los toros. Y lo que hay que censurar de nuevo es el palco. Córdoba no es una plaza de carros. Hay que volver a la seriedad. Por categoría administrativa y sobre todo por historia. Hubo trofeos muy baratos, pero muy baratos. Hay que dar una vuelta de tuerca para recuperar un prestigio que se pierde cada vez más a pasos agigantados. Cuando esto ha sido hoy, con un cuarto de plaza, y con tres noveles, a saber qué puede ocurrir a plaza llena y con los figuras del escalafón.

stats