La ONG Infancia Solidaria, implantada en Lucena, prosigue con sus iniciativas sociales y benéficas en este período de alerta sanitaria y desmoronamiento económico por la crisis del coronavirus. La última acción emprendida repara en la razón existencial de esta asociación: los niños, independientemente de su origen, lugar de residencia, color de piel, identificación cultural o vínculo religioso.

Después de donar material escolar y tablets a los alumnos más desfavorecidos, preparar desayunos y meriendas para los internos de Amara o implicarse activamente en el Centro de Atención Básica al Inmigrante, estos voluntarios abordan ahora la recopilación de alimentos y productos de higiene infantiles.

Potitos, leche recomendada en los primeros meses de vida, toallitas o pañales son algunas de las peticiones que conforman una lista tan básica y origen de tormento y angustia de innumerables padres. Una campaña que arrancó el viernes en la propia sede de Infancia Solidaria, ubicada en el número 13 de la Avenida del Parque, con una entrega presencial de las donaciones.

En días sucesivos y sin fijar fecha final, miembros de esta fundación recogerán a domicilio las aportaciones. Conformarán grupos y procurarán recorrer, por sectores, el callejero de Lucena. La triple vía de contacto diferencia un número de teléfono: 667 40 79 74; el perfil corporativo de Facebook y la dirección de correo electrónico proyectoinfanciasolidaria@gmail.com. Al mismo tiempo, plantean convenir con supermercados y farmacias el depósito de las ofrendas en sus propios establecimientos con el objetivo de articular un canal más directo.

Araceli Delgado, miembro de Infancia Solidaria, argumenta que, normalmente, en las diferentes acciones de esta naturaleza “se quedan descubiertos los niños”, ya que es usual contribuir con sustentos genéricos como arroz, pasta o legumbres y aquellos específicos para los menores, que, además, suponen un gasto mayor, son menos frecuentes.

Y otro motivo clave, añade esta componente del grupo rector, es que “nos dedicamos a los niños y ahora que no podemos traerlos de otros países a curarlos, nos centramos en la infancia de aquí”.

"La otra crisis no era ni la mitad de la actual"

Todo lo recaudado lo percibirán las cinco delegaciones de Cáritas de Lucena y la asamblea local de Cruz Roja, entidades que trabajan constantemente con unidades familiares que atraviesan escabrosos trances.

La organización católica ha duplicado sus cifras de cobertura, en solo dos meses, y ya asisten a unas 750 familias. En sobrecogedora sintonía, la institución humanitaria, sólo en unos 45 días, auxilia a 100 núcleos de convivencia más de los contabilizados anteriormente. “Hemos pasado de 80 a 180”, sintetiza la presidenta en Lucena de Cruz Roja, Araceli Baena.

Relata que “todas las personas” que acuden a Cruz Roja, demandando comida u otros medios básicos, “nunca habían recibido ayuda de nosotros, son todas nuevas”. Los más damnificados son “autónomos, ahora parados, o trabajadores que ahora esperan cobrar el ERTE”. Deduce que son “familias que, de buenas a primeras se han quedado sin nada; en un día a día normal, no hubieran tenido necesidad”.

Al digerir y analizar el panorama al que se enfrentan, concluye, rotundamente, que “estos son los dos meses peores que hemos vivido; la otra crisis no era ni la mitad de lo que hay ahora, la anterior se podía sofocar con alimentos, esta es demasiado”, apostilla.

Por el momento, con los ingresos del plan Cruz Roja Responde, implementado por la pandemia del coronavirus, y las cuotas de los socios, así como por subvenciones de administraciones públicas como el Ayuntamiento, otorgan bonos canjeables en los supermercados.