Día mundial contra el cáncer

"El cáncer te enseña mucho si sabes verlo"

Ana María Lozano, con el cojín que las voluntarias de la AECC les entregan a las mujeres que pasan por una mastectomía.

Ana María Lozano, con el cojín que las voluntarias de la AECC les entregan a las mujeres que pasan por una mastectomía. / Miguel Ángel Salas

La llegada del cáncer a la vida de una persona arrolla y provoca miedo, pero también es una oportunidad para ver el mundo con otros ojos y aprovechar cada segundo como si fuera el último. Bien lo saben Ana María Lozano y José Alcántara, dos usuarios de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) en Córdoba que han pasado por la enfermedad. La primera ha sufrido un tumor de mama y el segundo, una leucemia. Este 4 de febrero, Día Contra el Cáncer, recogemos sus historias.

Ana María Lozano: "La vida te hace fuerte"

Ana María Lozano tiene 58 años y se encuentra en tratamiento con quimioterapia por un cáncer de mama que le diagnosticaron en 2023. Hacía más de un año que había ido al médico de familia porque se había notado el pezón de un pecho con un color y textura diferente, pero la facultativa observó que tenía sus mamografías al día, la miró y le dijo que no le diera más importancia.

"Me quedé tan tranquila", recuerda, pero pasados los diez meses se notó un bulto. Consiguió una cita con el médico de cabecera (que era otro diferente) y, después de insistirle, la derivó a la Unidad de Mama del Hospital Reina Sofía.

Una vez que entró allí, todo fue muy rápido. La doctora que le hizo la ecografía "era tan profesional" que le iba dando información hasta donde ella "quería saber". Posteriormente, una biopsia confirmó los peores presagios: tenía un tumor de cinco centímetros.

En ese momento, "entras en un bloqueo" y en lo primero que pensó Ana María es cómo iba a decirle a su madre que tenía cáncer después de que su hermana muriera con solo 44 años por un cáncer de conductos biliares. Años antes, también había fallecido por esta enfermedad su padre. En agosto del pasado año entró en quirófano para una mastectomía radical del pecho afectado. También le extirparon los ganglios y de ocho, seis estaban afectados.

Ana María decidió que iba a vivir todo el proceso "de otra manera" y considera que ha tenido "mucha suerte" por estar arropada por su familia, lo que "hace más fácil lo difícil". En el tiempo que estuvo esperando que la operaran "era todo bonito y recibía mucho cariño por parte de todo el mundo". Incluso "cosas a las que antes no le echaba cuentas, las vivía intensamente". El cáncer "te enseña mucho si sabes verlo", apunta. Así, ella se encontró "con un batallón detrás" apoyándola y siempre intentaba "darles una sonrisa" a cambio. Además, su marido, su "compañero de vida", nunca la ha soltado de la mano.

En el caso de Ana María, tiene claustrofobia y agorafobia, por lo que además de en la operación, pensaba que iba a tener que meterse en una resonancia y subirse en un ascensor, algo que para ella supone un sufrimiento. En todo este proceso asegura que ha pasado "mucho miedo, pero cuando llega el momento, lo afrontas".

Tras la intervención llegó la quimioterapia: la primera era con ciclos de 21 días, la más agresiva, y casi la destroza hasta el punto de que la oncóloga tuvo que bajarle un poco la dosis. Ahora está a punto de acabar otra quimio y luego le darán 15 sesiones de radio. Por último, se tendrá que tomar quimio por pastillas.

Ana María se enfocó "psicológicamente en otras cosas" y decidió reírse porque cree que "así se lleva mejor", aún así, también ha tenido sus momentos de bajadas. "Vivo el hoy, disfruto del ahora porque sabes que la vida es lo que es y lo que se presente hay que afrontarlo lo mejor posible", asegura. "La vida no te pregunta si quieres ser fuerte; te hace fuerte", confirma.

En todo este trayecto, para ella ha sido imprescindible la ayuda de la AECC. Nada más recibir el diagnóstico y salir de la consulta, Ana María tuvo "la suerte" de encontrarse con Leticia, una de las psicólogas, que, al conocer su caso, le dio un "abrazo terapéutico de ocho segundos". "Ese abrazo no se me va a olvidar en la vida", destaca.

Leticia ha sido un puntal muy importante en la forma en la que ha afrontado todo el proceso del cáncer, y también tiene palabras de agradecimiento para todo el personal de la AECC: "Entras por la puerta y en seguida te preguntan qué necesitas y eso te da seguridad".

José Alcántara. José Alcántara.

José Alcántara.

José Alcántara: "Pasas por todos los estados de ánimo"

José Alcántara es de Torre del Campo (Jaén), pero está ligado a la AECC en Córdoba porque en mayo de 2022 le hicieron en el Reina Sofía un trasplante de médula. Su historia comenzó el 5 de febrero de 2021, cuando tenía 40 años, con un dolor intenso en la muela del juicio por el que acudió a urgencias en Jaén. Allí le pusieron un tratamiento con antibiótico y analgésicos, pero no funcionó ya que cada hora y media se le pasaba el efecto y además le dio fiebre.

Volvió a ir al hospital, donde desde Maxilofacial lo derivaron a Hematología. Le hicieron una analítica y la doctora le dijo que creían que tenía leucemia. "Lo que habían visto no les gustaba", señala. "Ahí tu cabeza dice: vale, tengo cáncer", confiesa José. Se quedó en shock: "Recuerdo a Amparo (la hematóloga), a mí a la derecha y a mí viendo la escena desde fuera". Según le explicó Carlos, psicólogo de la AECC, en psicología ese fenómeno se llama desdoblamiento. 

Ese día se quedó ingresado y le contó a su madre lo que ocurría. Dos días después, pasó a aislamiento para administrarle la quimioterapia de inducción y luego recibir cuatro quimioterapias de consolidación. Su pronóstico era favorable y todo iba bien, pero en una revisión, en febrero de 2022, los hematólogos notaron una recaída molecular, por lo que la enfermedad iba a volver y la opción que quedaba era el trasplante. Le hicieron una prueba de compatibilidad a sus padres y a su hermano, que resultó compatible al 50%, y activaron el protocolo para derivarlo al Reina Sofía.

Pero antes, el 15 de marzo, José ingresó en Jaén por una recaída y "ahí vino uno de los momentos más duros". Volvió a aislamiento para una quimio de rescate que, según explica, tiene el objetivo de hacer una especie de "limpieza" antes del trasplante. Pero la situación era complicada porque, según le dijo la especialista, "solo funciona en el 50% de los casos". Es decir, era ir "a cara o cruz", pero "por suerte funcionó" y el resultado de la quimio fue muy bueno ya que solo le dejó "un 0,29% de enfermedad en la médula".

Al fin, el 17 de mayo ingresó en el Reina Sofía y el 24 le hicieron el trasplante tras otra quimio muy dura. Él no bebe alcohol, no fuma y es una persona que siempre ha hecho deporte, por lo que tenía buena forma física. Tanto es así que incluso en algunas de sus hospitalizaciones entrenó en su habitación.

Por otro lado, ha tenido la suerte de que su cuerpo ha asimilado muy bien la quimioterapia, "salvo la de Córdoba", que le causó vómitos y mucositis (úlceras que se pueden extender por la boca, la garganta y el esófago). "Si soy sincero, es verdad que se me ponía el cuerpo un poco malo y no me apetecía comer, pero a lo mejor terminaba la quimio un miércoles por la noche y el viernes estaba comiendo como un león", asegura.

Sin embargo, en los 21 días después del trasplante perdió 15 kilos porque no podía comer debido a la mucositis. También lo pasó mal "con el tema de la ansiedad" ya que "las cámaras en Córdoba son muy pequeñas" y le "dio claustrofobia". "A nivel psicológico allí lo pasé mal", puntualiza, y tuvo el apoyo de Carlos, uno de los psicólogos de la AECC. "El servicio que presta la asociación es brutal", destaca.

De hecho, cuando le dieron el alta, estuvo alojado en un piso de la AECC en el Parque Cruz Conde, cerca del hospital, a la espera de que los médicos le permitieran irse a su casa a Jaén. A lo largo del proceso "pasas por todos los estados de ánimo" y un día, estando en el parque, se derrumbó mientras veía a las personas que estaban entrenando. "Yo venía del mundo del deporte, pero caminaba cinco minutos y me tenía que sentar 20", confiesa. Sin embargo, "a los cinco días estaba con mis gomas en los árboles haciendo cositas", recuerda con una sonrisa. Su recuperación fue en tiempo récord y el trasplante fue todo un éxito. 

Aunque durante todo el proceso ha tenido una gran fuerza psicológica, todo lo que había vivido al final "dio la cara" y el pasado mes de septiembre tuvo que pedir una baja laboral porque no se encontraba bien. Ahora ya está recuperado, tiene el alta y su previsión es volver a trabajar en marzo.

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