Rafael Guzmán, experto en medicina de estilo de vida: "El ser humano no es amable consigo mismo por naturaleza"
Entrevista
El director de la clínica Metódica, en Córdoba, acaba de publicar 'Tu cuerpo, tu hogar', un libro en el que propone al lector una jerarquía de buenos hábitos que ayuden a ordenar su vida y que le marquen un plan de recuperación o prevención de su salud
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Tras más de 25 años de experiencia clínica y 23 de docencia, Rafael Guzmán asegura que no existe mejor medicina preventiva y resolutiva que la modificación de hábitos nocivos, por eso ahora ha decidido plasmar sus conocimientos en un libro, Tu cuerpo, tu hogar (editorial Espasa). Licenciado en Kinesiología y Fisiatría por la Universidad de San Martín (Buenos Aires) y diplomado en fisioterapia por la Universidad de Cádiz, hace algo más de tres años abrió en Córdoba la clínica Metódica, en la que ayuda a sus pacientes a poner en práctica un nuevo estilo de vida. Su éxito es tal que ha atraído a personajes famosos como Miguel Ángel Silvestre, Álex González, Susanna Griso, José Mota, Florentino Fernández o Santiago Seguro, entre otros, y ya piensa en un anteproyecto para abrir otro centro en Madrid.
-Lleva 25 años de experiencia clínica y 23 de docencia. ¿Por qué ha elegido este momento para plasmar sus conocimientos en un libro?
-Me decidí hará cuestión de tres años por varios motivos. El primero es ayudar a la gente a tomar conciencia de la repercusión que tienen los hábitos sobre la salud, informar a las personas de que en torno al 95% de todas las enfermedades crónicas guardan una relación directa con los hábitos de vida. También descentralizar un poco la medicina de la farmacia. Tenemos una sanidad farmacocentrista y hemos depositado nuestra salud en un fármaco, lo que está generando una sociedad enferma literalmente porque la causa primaria de una enfermedad no está en la carencia de un fármaco, sino en un conjunto de hábitos que son patógenos y hemos integrado en nuestro día a día. Como decía Hipócrates, antes de tratar a un paciente pregúntale si está dispuesto a cambiar los hábitos que lo han traído a la consulta. En segundo lugar, quería informar a las personas de aquellos hábitos que son muy dañinos, pero que se nos pasan por alto. Todo el mundo sabe que fumar es malo, beber es malo, el deporte es necesario... pero luego hay otros factores que tienen un impacto directo sobre nuestra genética y de esos no se habla. Yo quería informar sobre qué ocurre cuando hacemos actividades diurnas por la noche, o cuando permanecemos sentados cuatro horas seguidas, o cuando nos quedamos hasta las tres de la mañana viendo pelis, o cuando no estamos en contacto con la naturaleza... Por último, quería tener un libro de cabecera para mis pacientes porque en una consulta no me da tiempo a explicar todo lo que me gustaría. Me decidí a escribir principalmente por ayudar a la sociedad.
-En el libro propone una lista de buenos hábitos que ayuden al lector a ordenar su vida. ¿Por qué es tan importante el orden?
-Más que un orden, diría que lo importante es establecer una jerarquía de prioridades. Tenemos que tener muy claro qué precio le ponemos a nuestra vida y a nuestra salud y, atendiendo a eso, establecer nuestra agenda del día. Si no tenemos ese orden, siempre vamos a dejar para última instancia un tiempo dedicado a nosotros. El ser humano no es amable consigo mismo por naturaleza, siempre tenemos como primera obligación el trabajo, la casa, los niños... y en última instancia, cuidar de nuestro cuerpo. Y como digo en el libro, nuestro cuerpo es donde vivimos. En nuestro día a día, si uno suma los minutos que dedicamos a cuidarlo, nos damos cuenta de que es irrisorio.
-¿Estamos metidos en un círculo vicioso?
-Absolutamente. Hemos creado una sociedad artificial, de plástico, es un atrezo todo lo que tenemos, y se nos olvidan las leyes fundamentales de la vida: respetar el sueño, estar en contacto con la naturaleza... Lo que queremos hacer cuando pensamos en vacaciones, como ir a la playa, pasear, descansar, estar con la familia... Esas son las leyes fundamentales que rigen nuestra vida y las hemos dejado como un regalo para una semanita al año. Es triste. Tendríamos que reflexionar sobre ello.
-¿Vivían mejor nuestros abuelos y bisabuelos?
-Sin duda, tenían más salud que la que tenemos a día de hoy. Nuestra esperanza de vida es mayor, pero nuestra calidad de vida no es mejor. En la actualidad, el 64% de los españoles mayores de 15 años tiene diagnosticada una enfermedad crónica con medicación y en torno al 10% de nuestros abuelos tiene diagnosticada una incapacidad. Eso no es tener una esperanza de vida saludable. Nos hemos conformado y encima estamos muy contentos porque hemos llegado a los 82 años, pero eso es irrisorio. Si el ser humano se cuidase desde la etapa preembrionaria, antes de concebirnos, nuestra esperanza de vida, según algunos autores como David Sinclair, podría estar en torno a 110 o 120 años.
-¿De qué forma influye la tecnología en nuestra salud?
-Impacta muy negativamente en nuestro contexto de vida. La tecnología debería estar al servicio del ser humano y no el ser humano al servicio de la tecnología. Nos hemos convertido en esclavos, estamos anclados a los dispositivos móviles y lo peor de todo es que nos creemos libres y esta tecnología nos está matando. Estamos en la época del yaísmo; esta tecnología tan sumamente rápida que tenemos hoy, junto a los medios de comunicación, nos ha hecho entrar en la era de la anticipación y la prisa. Ha hecho que tengamos una sobreestimulación de nuestros circuitos de recompensa y eso genera un estado de ansiedad permanente. En España se están consumiendo más de 140 millones de envases de ansiolíticos y antidepresivos. Por no hablar del sedentarismo que va asociado a la tecnología, sobre todo en la población joven. El sedentarismo está matando más que el tabaco: en España mueren en torno a 150 personas al día por este motivo. Luego, estamos expuestos a ondas magnéticas no ionizantes cada día y cada noche. Hay más de 4.400 estudios científicos que ponen de manifiesto que esas ondas nos hacen daño. La tecnología bien usada es una maravillosa herramienta, pero como casi siempre el ser humano ha hecho un mal uso de ella.
-¿Qué resultados ve en su consulta?
-Tengo casos muy significativos, pero valorando un cuestionario de calidad de vida, diría que las personas que implementan tan solo un 50% de los consejos que damos en nuestra consulta con respecto a hábitos de vida, el 100% de la muestra mejora su calidad de vida. Podríamos decir que la repercusión es sí o sí inmediata. Las personas que dan a su organismo lo que él espera recibir siempre encuentran beneficios, no solamente físicos, sino psicoemocionales también.
-¿Qué tipo de pacientes acuden a Metódica?
-Viene todo tipo de pacientes. Afortunadamente, cada día vienen más personas sin patología, o ellas creen que no tienen, a asesorarse en medicina preventiva, en qué tienen que hacer para no enfermar. Es un porcentaje pequeño, pero cada día tenemos más. El grueso de nuestros pacientes tienen patologías crónicas de todo tipo como artritis, problemas de tiroides, colitis ulcerosa... Abordamos cualquier patología autoinmune. Tenemos muchísimos pacientes de cáncer que vienen buscando un asesoramiento en su estilo de vida: qué tienen que comer, qué ejercicios pueden hacer, cómo pueden gestionar el sueño, qué pueden hacer con la pérdida del cabello, con su piel... Cada día llegan más personas con alergias, también con patologías neurodegenerativas y parejas con infertilidad.
-¿Son complementarias la medicina convencional y la medicina holística?
-Absolutamente, deberían estar trabajando al unísono porque ninguna es excluyente de la otra. Nosotros lo que hacemos es potenciar el efecto de las terapias ortodoxas, respetándolas, por supuesto. Jamás le aconsejamos a ningún paciente que deje ningún fármaco, sino que hacemos algo en paralelo para mitigar los posibles efectos secundarios. Trabajamos con un software con farmacogenética en el que introducimos los fármacos que toma el paciente y nos dice qué posibles interacciones hay con alimentos, infusiones o suplementos. El problema es que vivimos en una sociedad en la que la sanidad está farmacocentralizada y parece que no hay otra medicina que no sea el fármaco. Lo he dicho en alguna ocasión, en la historia del ser humano llevamos con farmacia el 0,075% del tiempo que llevamos en la Tierra, por lo tanto creo que hay algo más que la industria farmacéutica.
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