Entrevista a María José Requena. Uróloga del Hospital Reina Sofía

"Los hospitales, a corto o medio plazo, acabarán llenos de mujeres médicas"

  • Cuando empezó en esta especialidad, en la que solo había hombres, fue cuestionada por algunos compañeros, sin embargo nunca ha sentido el rechazo de los pacientes

María José Requena, en su despacho del Reina Sofía.

María José Requena, en su despacho del Reina Sofía.

María José Requena (La Rinconada, Sevilla, 1955) llegó al Hospital Reina Sofía en 1982 como residente de Urología tras haber estudiado la carrera en Sevilla. Aquí se encontró con el entonces jefe de servicio, Ricardo López-Pardo, por el que sentía una gran admiración –tanto es así que en su despacho tiene una foto suya– y del que guarda su biblioteca. Fue la primera mujer en ser jefa de un servicio de Urología de un hospital español -cargo que sigue ocupando en el Reina Sofía- y en la actualidad es presidenta de la Asociación Andaluza de Urología.

El 70% de la actividad que desarrolla su unidad es oncológica. Tanto es así que asegura que están “sobrepasados”. Al año, en el Reina Sofía se diagnostican alrededor de 100 tumores renales, unos 400 de vejiga y los de próstata llegan a los 400 si se tiene en cuenta toda la provincia. A esta actividad hay que sumar la litiasis (piedras), trasplantes y andrología (disfunción eréctil, infertilidad...), entre otras. La especialidad es tan completa que la atención al paciente va desde la consulta hasta el quirófano.

–¿Por qué eligió este hospital y esta especialidad?

–Sinceramente, no sabría decir por qué elegí este hospital. Soy sevillana, estudié en Sevilla y quería hacer una especialidad quirúrgica. Quise hacer Urología expresamente porque de estudiante había hecho prácticas en el Hospital San Juan de Dios de Sevilla con un cirujano general y con un urólogo. El urólogo era una persona que te trataba de una manera especial, un hombre muy educado y correcto. En mi promoción éramos casi 1.000, y el ser tratada como una persona y ver que se preocupaba de mí hizo que me entrara curiosidad por esta especialidad. Yo no era consciente de que no había mujeres cirujanos, ni tampoco de que no había mujeres urólogas. Cuando elegí la especialidad en Madrid, escuché un coro de sorpresa. No me di mucha cuenta de por qué se cuestionaban que una mujer hubiera escogido Urología. Cuando llegué a este hospital, los primeros días que iba a la cafetería la gente se volvía para mirarme. De hecho, alguna vez le contesté mal a alguien. Con el tiempo fui aprendiendo, pero en mi cabeza no cabía que no pudiera hacer lo que me gustara por discriminación, porque fuera mujer. Cuando acabas la carrera eres muy pequeña y no sabes muy bien lo que es la profesión.

–¿La cuestionaban sus compañeros?

–El primer congreso al que fui, en Granada, en el año 84, llevé una comunicación diferente porque era sobre una enfermedad que se había descrito hacía poco tiempo y la gente se cuestionó si lo que yo decía era verdad o no. Ahora tenemos internet, pero entonces las referencias bibliográficas las sacabas de la biblioteca. En ese momento ya iba más precavida y me llevé las separatas de las fotocopias de los artículos. Entonces era la única mujer residente de Andalucía en Urología. Me fui dando cuenta de lo complicado que era competir en un mundo de hombres. Tuve la suerte de que mi jefe de servicio aquí, Ricardo López-Pardo, era un señor muy liberal, con una mente muy abierta. Además había estado en EEUU. Él me fue introduciendo en la comunidad urológica. Algunos me decían que yo me tenía que dedicar a estar en el laboratorio y cosas parecidas.

"Cuando llegué a este hospital, los primeros días que iba a la cafetería la gente se volvía para mirarme"

–¿Ha sentido reticencias por parte de los pacientes?

–Nunca he tenido ningún problema con los pacientes. Ningún enfermo me ha cuestionado nunca por el hecho de ser mujer, todo lo contrario. Es decir, si alguien podía elegir, elegía tu consulta porque, de alguna forma, muchas veces los hombres, aunque nos parezca lo contrario, se sienten más cómodos con las mujeres, cosa que nos puede parecer extraña. Ahora en Urología, en muchos hospitales, hay más chicas que chicos. En este no, pero es una excepción. Las plantillas se van haciendo cada vez más femeninas, al igual que ocurre en las facultades.

–¿Cómo ha sido la evolución de la Urología en estos años?

–Es una especialidad que se ha desarrollado tanto en técnicas y tecnología que es muy atractiva para todo el mundo. La cirugía robótica empezó en Urología, la cirugía mínimamente invasiva podría ser el 100%, y también tenemos endoscopia y laparoscopia. La especialidad ha cambiado mucho de escenario. Desde que llegué aquí hemos tenido que aprender a operar de muchas maneras diferentes. Primero era cirugía abierta, después mucha cirugía endoscópica y luego vino la laparoscopia. Es decir, que a lo largo de mi vida profesional me he tenido que reciclar y cambiar el chip. Ahora está la cirugía mínimamente invasiva y la robótica.

–¿Siente que ha abierto puertas a las jóvenes?

–Una nunca se da cuenta de eso. Es verdad que nunca me ha parecido que algo no pudiera ser. Por ejemplo, nunca he pensado que este hospital no pudiera tener los medios que tienen otros, y de hecho, me he peleado toda mi vida porque tuviéramos un robot. Nunca se me ha ocurrido pensar que lo que hace otro cirujano en otro sitio no se pudiera hacer en Córdoba. En ese sentido, da igual que seas hombre o mujer. Nunca he visto limitación a nada. Aquí dentro hay personas, profesionales que con sus habilidades hacen las cosas más o menos brillantes. Al final, lo que vales es lo que aportas al grupo; el resultado final. En Urología procuramos ser un grupo de cooperación, no de competición, y creo que eso se nota. También es verdad que las mujeres tenemos una forma de entender la gestión de los servicios con otras connotaciones. Las mujeres somos más prácticas, vamos a las cosas que te aportan valor. Lo cierto es que los hospitales, a corto o medio plazo, acabarán llenos de mujeres, y tampoco eso es bueno.

–¿Por qué no es positivo?

–No es que no sea bueno, es que nunca las cosas en los extremos están bien. Deberíamos conseguir que conviviéramos los dos sexos porque el punto de vista cambia y porque es enriquecedor. De hecho, en Holanda han puesto un 50% de plazas para alumnas y 50% para alumnos en las facultades de Medicina. No es bueno que ninguna profesión se feminice ni se masculinice. Probablemente alguien se asuste de lo que estoy diciendo pero hay una reflexión que leí de la presidenta de la asociación de reumatólogos de Reino Unido, que decía que donde estaban las mujeres no se solía invertir mucho, por lo que iría en detrimento de la profesión.

María José Requena, en su despacho. María José Requena, en su despacho.

María José Requena, en su despacho. / Juan Ayala

–¿Usted ha notado esa falta de inversión por ser mujer?

–No. Nosotros tenemos la suerte de estar en un hospital público que se mueve por otros esquemas. Dentro de esta empresa, el Servicio Andaluz de Salud (SAS), mi percepción es que no hay diferencias. Aquí hay un objetivo: con lo que tenemos, hay que sacar esto adelante. La universidad sí está más llena de hombres. No sé si porque a la mujer no se le ha favorecido el camino de la investigación.

–Hace unas semanas ha aparecido en la lista de los 100 mejores médicos de España según la revista Forbes.

–Para mí fue una sorpresa. Alguna vez he oído la revista Forbes pero respecto a los ricos. No sé ni cómo se ha hecho ni de dónde viene ni nadie me ha preguntado nada. Una compañera me mandó un whatsapp y así me enteré. De hecho, esta semana me han mandado la revista. Fue una sorpresa porque la mayoría de médicos que aparecen son de la medicina privada y yo siempre he estado en la pública.

–¿Cómo es la Urología que se hace en Córdoba?

–En este servicio hay gente muy buena, aquí hay cirujanos magníficos. En ese sentido, Córdoba tiene la suerte de tener magníficos cirujanos tanto aquí como en la privada, y eso es bueno porque lo que se hace en la calle nos repercute en el Reina Sofía. Lo importante es que el nivel de la Urología que se está haciendo en Córdoba es bueno, y es bueno que la gente lo sepa.

"Un reto es conseguir que haya un titular de Urología en la facultad para que el área se consolide en la UCO"

–¿El nivel es como en el resto de España?

–Ahora mismo tenemos cirugía robótica, andrología, urodinámica, hacemos todas las técnicas de litiasis, toda la cirugía percutánea y tenemos todo el instrumental flexible. Se hace todo tipo de cirugía oncológica y también reconstructiva en uretra. A esto hay que añadir los trasplantes, tanto de donante vivo como de cadáver. La cartera de servicios es completa.

–¿Qué retos tiene su unidad?

–Ahora mismo estamos en un momento de cambios. La introducción de la cirugía robótica ha hecho que haya que especializar más a los profesionales. Hemos dividido la unidad por áreas concretas. El reto es avanzar en el camino de la cirugía mínimamente invasiva y que se consolide un grupo de al menos cinco o seis cirujanos robóticos. Y, por supuesto, seguir en la investigación, un campo en el que nos ha costado mucho empezar. Este año tuvimos una beca del Ministerio para un médico que hace mitad del tiempo en consulta y mitad en investigación, hemos hecho muy buenas relaciones con el grupo de biología molecular y también estamos trabajando con un grupo de Madrid. Otro reto es conseguir un titular de Urología: Córdoba no tiene ni cátedra ni titular, solo asociados. Creo que la Urología tiene la suficiente entidad como para tener un titular y es necesario para que el área docente se consolide en la Universidad de Córdoba (UCO).

–En el tema de robótica, ¿cómo va el Broca?

–Se hizo el prototipo con dinero del Ministerio y ahora hace falta una empresa que lo desarrolle. El prototipo necesita hacer un training en animales y un ensayo clínico en humanos. Ahora se trabaja en constituir una empresa que ponga el dinero para esa parte. Todo eso está bastante avanzado.

–Hace unos años que el hospital se ha implicado en la campaña Movember de prevención en la salud masculina. ¿Hay todavía hombres que son reservados a la hora de ir al urólogo?

–Movember surge en Australia para recoger financiación para enfermedades del varón y, sobre todo, concienciar a la población masculina de la importancia de cuidarse. El decalaje de edad entre la mortalidad de los hombres y la de las mujeres es evidente. Los hombres se mueren antes porque, en muchos casos, son unos desastres. No se toman en serio que no deben fumar, el colesterol y beben mucho más que las mujeres, por lo menos hasta ahora. Es verdad que hay muchos varones que se cuidan, pero el mensaje es en general.

"Ahora mismo, en la unidad estamos sobrecargados y sobrepasados por la patología oncológica"

–¿Cómo prevenir estas enfermedades?

–La Urología tiene un problema grave con la patología oncológica porque de los seis cánceres más prevalentes, tres son urológicos:vejiga, riñón y próstata. Lo principal es la prevención, que se hace llevando hábitos de vida saludables:dieta variada, rica en legumbres y baja en grasas, hacer actividad física, sobre todo andar; dejar de comer azúcares y más frutas y verduras. Lo demás no depende solo de nosotros sino de la polución y los tóxicos ambientales.

–¿Qué síntomas tienen los cánceres urológicos?

–Muchos son indolentes, no te enteras. En el de vejiga, por ejemplo, orinas sangre. En el de próstata, si tienes antecedentes familiares sí tienes que tener un especial cuidado en vigilarte. No está indicado hacer screening en ninguno, ni siquiera en la próstata, aunque sí el diagnóstico precoz, que es hacer un test de antígenos PSA. Hay que insistir en la prevención y recomendar unos hábitos de vida saludable. Además, el cáncer de vejiga es totalmente dependiente del tabaco, al igual que el de pulmón y laringe.

–¿Qué peso tienen los tumores dentro de todos los diagnósticos que se hacen en su unidad?

–Ahora mismo estamos sobrepasados y sobrecargados por la patología oncológica. Como no debe esperar, nos tiene tapadas otras muchas cirugías, que hay que retrasar. El 70% de nuestra actividad es oncología, y el resto litiasis. La incidencia de las piedras ha aumentado de una forma llamativa por la dieta. Comemos cosas que aumentan el ácido úrico en orina y se precipita el calcio. Ya hacemos casi 700 litotricias al año, más lo que hacemos por vía endoscópica. Después tenemos una parte importante de pacientes de patología andrológica, disfunción eréctil, infertilidad...

–¿Ha notado un aumento de los tumores desde que empezó a trabajar?

–Claro. Nosotros ya pasamos de 100 nefrectomías al año y antes hacíamos 60. También ocurre que antes la edad era un condicionante para la cirugía y ahora no porque hay personas con 80 años que tienen una calidad de vida espléndida. ¿Por qué no les vas a quitar un tumor si perfectamente pueden vivir diez años más? Eso también nos está sobrecargando. Nosotros ya operamos mañana y tarde.

–¿Cuántos tumores se diagnostican al año?

–Los renales pasan de los 100 y en vejiga hay muchas recidivas porque se reproducen con frecuencia y hacemos unos 400 al año. De próstata pasamos los 100 pero en este caso la radioterapia también forma parte del tratamiento. En toda la provincia podemos llevar a los 400 diagnósticos de próstata.

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