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Kalamata, 'apple' manzanilla, hojiblanca... Una variedad de aceituna para casi cada ministro de Agricultura la UE

Los ministros sujetan distintas variedades de aceituna.

Los ministros sujetan distintas variedades de aceituna. / El Día

Nadie ha tenido hasta el momento la ocurrencia de echarse una aceituna a la boca directamente del olivo como en su momento hiciera el comisario de Agricultura de la UE Franz Fischler, aunque las aceitunas también están jugando un papel esencial en la reunión informal de ministros (RIM) de Agricultura de la UE que se celebra estos días en Córdoba con Luis Planas como anfitrión. Y es que este lunes los responsables ministeriales y sus delegaciones han conocido a pie de olivar la enorme diversidad de variedades de aceitunas que hay en el mundo, de manera que algunos de los ministros posaron con la más habitual en su país.

El griego, Lefteris Avgenakis, se reencontró con las olivas kalamata de su tierra, y el francés, Marc Fesneau, con las verdale; Luis Planas posó con las hojiblanca, pero el comisario europeo, Janusz Wojciechowski, se quedó sin foto, porque por el momento no se ha logrado que los olivares resistan el frío invierno de Polonia, y sin perder la sonrisa se apartó con cortesía del encuadre.  

En algún momento de la conversación informal que se desarrolló tras las charlas magistrales de los investigadores de la Universidad de Córdoba (UCO) en la finca experimental de Rabanales, donde precisamente se desarrolla el proyecto del banco mundial de germoplasma de olivo, alguien tradujo la variedad manzanilla como apple (manzana en inglés), y ahí debió terminar todo, pues no había ningún ministro del Reino Unido para sostener la canastilla con las olivas.

A continuación, la agenda endiablada de la jornada llevó a los ministros y sus delegaciones a Montilla. El reloj rozaba el mediodía con el solano sobre las cabezas, pero eso no impidió que los asistentes bajaran a la viña. Entre los caminos de la Sierra, con las vides ya oscureciéndose tras la vendimia, saltaban de vez en cuando guardias civiles en moto. Otros acechaban desde las almenas del lagar Las Puentes, de Alvear, y decenas de ellos se desplegaban por las carreteras sinuosas de la comarca, entretejiendo un paisaje donde cada vez hay más olivos y menos vides, como telón de fondo retorcido de lo que allí se quería destacar.

El comisario, esta vez sí, alargó la mano, arrancó una uva de una vid en espaldera y se la echó a la boca. Debió gustarle porque repitió más veces, picoteando aquí y allá seleccionando los frutos entre los pámpanos tostados. La vicepresidenta de bodegas Alvear, Carmen Giménez Alvear, explicó que la variedad local, la pedro ximénez, es especialmente dulce. "Very sweet, very sweet" (muy dulce, muy dulce), exclamó alguien de la comitiva. La ministra portuguesa, Maria do Céu Antunes, tuvo la mala suerte de arrancar un racimo de uvas mustias, ya pasadas, que repartió entre sus homólogos; se las llevaron a la boca sin rechistar.

Entre risas de unos y otros, el comisario dio por terminada la cata y torció la conversación hacia un terreno pantanoso al preguntar cómo se fija el precio de la uva en el marco. La delegación española miró de soslayo al presidente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen (DO) Montilla-Moriles, Javier Martín, que andaba por allí, pero el ministro Planas fue rápido y evitó que todos entraran a un jardín de sarmientos retorcidos: por cuestión de competencia, resumió, es el propio mercado el que regula los precios.

Luego llegó el momento de conocer cómo se trabaja en una pasera. Alejandro, María de los Ángeles y Samuel, jornaleros experimentados, deslomados después de varias semanas de vendimia, voltearon unos racimos sobre los capachos a la vista de las delegaciones y de los medios de comunicación. Es un trabajo laborioso y duro, que se desarrolla a pleno sol, esencial para obtener las pasas que se exprimen para obtener el zumo pastoso que se transforma en vino dulce. El comisario y el ministro les agradecieron su esfuerzo y, saltándose el protocolo, les estrecharon la mano sin darles si quiera tiempo a que se sacaran los guantes impregnados de mosto y sudor.

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