Centro histórico | planificación turística

Historia oculta tras el 'ruido'

  • Los carteles y los tenderetes de souvenirs afean las fachadas de las calles próximas a la Mezquita pese a las limitaciones del Plan Turístico

La declaración de Patrimonio Mundial concedida por la Unesco a la Mezquita-Catedral, por ser ejemplo único de arte y arquitectura islámica con fusiones cristianas, y al Centro Histórico de Córdoba, testigo de las antiguas civilizaciones que lo habitaron y representación inequívoca de la arquitectura y forma de vida islámica, es uno de los mayores reclamos turísticos de la ciudad. Las calles de la Judería se llenan de visitantes dispuestos a conocer el ambiente de unos espacios que contienen siglos de historia palpable en la arquitectura popular, las fachadas y los numerosos monumentos y detalles de este entramado de callejuelas. Aunque, eso sí, sólo cuando los negocios están cerrados.

En 2014, el Ayuntamiento de Córdoba, con José Antonio Nieto (PP) en la Alcaldía y la Junta de Andalucía aprobaron el Plan Turístico de Grandes Ciudades, un documento que tenía como objetivo mejorar la impresión que reciben los turistas al visitar el Casco Histórico mediante la recuperación de la imagen histórica de Córdoba y que pretendía convertir la Mezquita en el punto de partida para iniciar otras rutas por la ciudad. Pero, hoy por hoy, este objetivo dista mucho de haberse cumplido habida cuenta de los carteles que cubren completamente las fachadas con elementos que van de horarios a todo tipo de reclamos para mejorar las ventas, generando así lo que se conoce como ruido visual.

Las calles Velázquez Bosco, Deanes, Judería o Céspedes están totalmente saturadas

Sólo hace falta darse un paseo por la zona para apreciar que el problema sigue vigente. Las calles Cardenal Herrero, Judería, Deanes, Céspedes y Velázquez Bosco, junto con la zona de la Puerta del Puente, quedan inundadas de artículos de recuerdo (algunos más cordobeses que otros), de estampas, complementos y carteles de "flamenco gratis". Aunque estos artículos están pensados para ser vendidos como recuerdos de la visita a la ciudad, existen innumerables elementos que no están en absoluto relacionados con la cultura cordobesa, como placas de películas americanas o, incluso, delantales que usan elementos del folclore andaluz como excusa para idear un producto exclusivo para los turistas, pero alejado de la esencia histórica y patrimonial del entorno.

Así, recorrer el centro histórico de Córdoba implica visitar una zona repleta de carteles y artículos que, en muchas ocasiones, poco tienen que ver con las cualidades históricas del lugar. Los locales aprovechan todos los centímetros de pared disponible para desplegar sus escaparates al aire libre, provocando así una carga visual que se ve acompañada por la ingente cantidad de carteles que cubren las zonas altas de las edificaciones, como se puede ver en la calle Velázquez Bosco, que desemboca directamente en la Mezquita. El mismo panorama se puede encontrar en vías que no ofrecen una vista directa al monumento, pero que siguen formando parte del conjunto histórico.

Las calles Torrijos y Magistral González Francés, en las que se encuentran el Obispado de la Diócesis de Córdoba y el Cabildo de la Catedral, son las que menos contaminación encuentran en sus fachadas, ya que los restaurantes y comercios se sitúan cerca de las esquinas y su señalización no es tan marcada. A unos pasos se encuentra la Filmoteca de Andalucía, aunque llegar a esta institución resulta difícil debido a que, paradójicamente, carece de una señalización adecuada.

La planificación estimaba que para el año 2016 las medidas se hubiesen aplicado, adaptándolas si fuese necesario, pero la oposición de los negocios y de distintas instituciones, como los sindicatos UGT y CCOO, ha impedido que se cumpla el reglamento, ante el temor de que pueda tener un impacto negativo en el empleo. Más recientemente, el primer teniente de alcalde, Pedro García, ha abogado por la recuperación del plan, con escaso respaldo de los agenet implicados. Es más, la Federación Provincial del Comercio de Córdoba, a través de su presidente, Rafael Bados, incidía en que la recuperación del sector turístico está siendo lenta después del periodo de crisis. En la misma dirección se ha posicionado el secretario provincial de UGT, Vicente Palomares, quien ha cuestionado si éste es el momento idóneo para llevar a cabo el cumplimiento de la norma.

Y es que el turismo es uno de los motores económicos de Córdoba, y es por ello que hay tanto reparo a la hora de tomar acciones contra negocios que suponen un alto porcentaje de empleo en la ciudad. Y más teniendo en cuenta que ésta es una de las regiones con un mayor índice de paro de toda Europa. Como ocurrió con los Patios, el reconocimiento de la Unesco ha generado una llegada en masa de visitantes, convirtiendo lugares de interés cultural en recursos turísticos que acaban perdiendo su esencia original, o al menos parte de ésta, para empezar a ser parques temáticos enfocados en la distracción del turista y en su aprovechamiento económico.

Un ejemplo muy ilustrativo del impacto visual de estas prácticas en el entorno es la instalación de máquinas expendedoras en el interior de un edificio ubicado en la esquina de la plaza del Triunfo. Al otro lado de una portada de inspiración árabe, reluce la publicidad de una marca de refrescos y la propia máquina.

La alcaldesa, Isabel Ambrosio, asistía la semana pasada a un encuentro con el Grupo Ciudades Patrimonio de la Humanidad de España y la directora general de la Unesco, Audrey Azoulay, ante la cual afirmó que espera que las urbes de la red "sigan teniendo la identidad que les otorgan sus ciudadanos" y no queden reducidas a "parques temáticos". Una asignatura pendiente.

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