Días de trabajo y noches en vela

La mayoría de parcelistas de la zona del aeropuerto se muestran "desesperados", ya que aún no pueden entrar a sus viviendas que continúan llenas de fango y lodo

Un grupo de personas vuelve de limpiar su vivienda en la zona de Guadalvalle, ayer.
Gema N. Jiménez

10 de diciembre 2010 - 01:00

Los últimos cuatro días están siendo para los parcelistas de la zona del aeropuerto una pesadilla de la que quieren despertar. Muchos no creen aún que sea realidad todo lo que les está pasando. Que en tan solo nueve meses sus viviendas hayan quedado sumergidas en fango en dos ocasiones "sin poder hacer nada para detenerlo", según apuntó ayer María José Leiva, vecina de la parcelación San Isidro de Alameda. Cepillo en mano, ella y toda su familia aprovecharon la mejoría del tiempo para limpiar todo el barro que inundaba toda su parcela, desde la entrada hasta las habitaciones. "Nosotros podemos limpiar algo, pero para otros vecinos aún es imposible porque el agua y el fango les sigue llegando hasta la cintura", insistió.

Esto es lo que le ocurre a Juan Muñoz, vecino de la urbanización La Altea, una de las más afectadas por el temporal. A primera hora de ayer, tras pasar la noche en su vehículo, que se encuentra en el parking del aeródromo, acudió de nuevo a su parcela, pero el lodo le impidió acometer las labores de limpieza. "Ahora mismo mi casa es un charco, después de cuatro días sigue totalmente anegada, incluso más que el pasado mes de febrero", aseguró. Juan dice haber perdido toda la confianza en los responsables políticos, sobre todo por su "ineficacia" y su "falta de respuesta ante las primera inundaciones del año". En su opinión, es "inaceptable" que tras cuatro días "nadie haya acudido a ayudarnos" y que "aún no hayamos recibido las ayudas que nos prometieron ante la primera tragedia".

Ana María Ramón, vecina de Guadalvalle, miraba ayer las fotos de su casa en el móvil antes de las intensas lluvias. Su salón, su cocina, su cuarto de baño impoluto. Con lágrimas en los ojos, insistía en el gran esfuerzo que tuvo que hacer hace tan solo unos meses para conseguir "volver a la normalidad" sin contar casi con ayuda. Una normalidad que de nuevo ha sido interrumpida por el agua "sin que yo pueda hacer nada para frenarlo". Ahora cuenta las horas para que el nivel del río vuelva a bajar y poner de nuevo el cronómetro a cero. "Llevo ya tres noches en vela porque mi agobio me impide descansar. Quiero que todo esto acabe ya y volver a estar en mi casa tal y como estaba el pasado domingo".

Pero hasta que llegue ese día "aún queda un tirón", tal y como dice María Castro, propietaria de una parcela en La Altea. Junto a su marido y su hija acudió ayer a su vivienda "enfangada" para coger los enseres que les permitió el barro. "Hemos venido sobre todo a por la comida, ya que al no tener luz todo se va a poner en mal estado", insistió. Lo mismo hizo su vecino Francisco Garrido y su esposa. Llenos de bolsas y con lágrimas en los ojos, esta pareja de ancianos salían despacio de su urbanización con las botas de agua hasta arriba de barro. "Esto es una pena y encima ahora está subiendo el nivel del agua porque siguen desembalsando", dijo Francisco. Y es que ven cómo los 8.000 euros de los que se desembolsaron para poner de nuevo en pie sus viviendas "es como si los hubiésemos tirado a la basura". Ellos no entienden como la Agencia del Agua "no ha sido previsora y ha actuado durante los meses de verano" y cómo el Ayuntamiento "no ha puesto en marcha medidas para que no se vuelva a repetir esta catástrofe". Incógnitas que quedarán seguramente sin resolver.

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