Sábado de Feria de 2014

Broche de oro a ocho días de fiesta

  • Miles de personas visitan El Arenal para festejar la última jornada de las fiestas de Nuestra Señora de la Salud.

DESPUÉS de ocho días de fiesta casi ininterrumpida el recinto de El Arenal vuelve desde hoy a descansar hasta el año que viene. Ayer fueron miles las personas que se acercaron a la Feria para disfrutar de la última jornada, una de las más concurridas, a pesar de que un pequeño chaparrón sorprendió a todos los que se encontraban de fiesta. Pero esas gotas de agua no lograron ganar el pulso a las ganas de disfrutar y poner así el broche final a una Feria que ha conseguido dejar muy buen sabor de boca.

Tras un viernes apoteósico, el segundo y último fin de semana comenzó con mucha fuerza. A la hora del mediodía se empezaban a ver las primeras pandillas de mujeres vestidas de gitana lucir los volantes de sus vestidos sobre el albero del recinto ferial. Entre uno de esos grupos se encontraba María Dolores Expósito, una joven vecina del barrio de San Agustín. "Ayer me fui de la Feria pasadas las 02:30 y hoy de nuevo estoy aquí con mis amigas para almorzar juntas y dar el resto", decía muy animada. Su punto de destino era la caseta de la Asociación Andaluza de Doma de Campo y Club de Enganches, situada en la calle Guadalquivir. Allí el ambiente era inigualable. Decenas de familias y grupos de amigos disfrutaban de la comida en la caseta "ganadora" de esta edición de la Feria.

Con un vaso de rebujito en la mano, José Manuel Torres, intentaba marcarse unas sevillanas con su pareja. "Soy de Madrid y es la primera vez que vengo a la Feria de Córdoba, pero la experiencia está siendo muy grata, así que seguro que repetiré el próximo año", aseguró, al tiempo que prometió que en 2015 "ya sabré bailar sevillanas porque mi novia es de aquí y quedo muy mal bailando cuando ella es toda una experta".

Otra de las casetas en las que ayer se vivió un día grande de Feria fue en Entrevarales. Manuela Bermúdez fue una de las muchas madres de familia que consiguió reunir allí a todos sus hijos para disfrutar de la comida. "Cada año venimos el último sábado de Feria para comer juntos y cada vez es más complicado porque el viernes suelen salir hasta tarde y les cuesta la misma vida levantarse para estar de nuevo hoy aquí", decía resignada. Una de sus hijas, Amelia, intentaba recuperar fuerzas tomándose un buen vaso de rebujito. "Ayer fue un día muy largo de fiesta, pero cuando me tome unos cuantos rebujitos estaré otra vez preparada para volver a pasar todo el día en la Feria, que además hay que aprovechar que sólo quedan unas horas de fiesta".

Otras familias, sin esperarlo, se encontraron a mediodía con unos nubarrones negros. Rafael Plazuelo decidió resguardarse junto con sus hijos en el entoldado de un puesto de comida de la calle del Infierno. "He venido con los pequeños para montarlos en las atracciones y comer algo en alguna caseta, pero viendo cómo está el tiempo no sé si lo más apropiado es volver a casa", aseguró mientras los niños miraban esperanzados al cielo. Al igual que ellos, Luisa intentaba echar la capota al carrito de su hija pequeña para que no se mojara. "Vamos a esperar a que se vayan los nubarrones. En media hora seguro que está todo pasado y puedo subir a las pequeñas en algunas de las atracciones que más les gustan".

En El Arenal ayer también se vieron a muchas familias llegadas de localidades cercanas de la provincia, que suelen reservar alguna que otra mesa para almorzar en la Feria. En la tradicional caseta de La Renfe se encontraban, por ejemplo, María José junto a su marido y dos parejas más. Llegaron a El Arenal pasadas las 14:30 desde Pozoblanco. "Cada año no faltamos a nuestra cita con la Feria. Entre semana tenemos que trabajar, pero hoy queremos disfrutar", reconoció mientras su pareja comenzaba a elegir los primeros platos que iban a degustar. "Hemos pedido unas patatas a lo pobre, dos flamenquines y varios montaditos. Tenemos que comer bien para ahora poder bailar mucho en las casetas", decía sin dejar de sonreir.

Algunas pandillas de jóvenes también elegieron el sábado para viajar desde sus pueblos a la capital para disfrutar del último día de Feria. "Nosotros ya estuvimos aquí el miércoles porque es el día más fuerte para los jóvenes y, por supuesto, hicimos botellón. Hoy hemos repetido y estamos decidiendo cuál de nosotros no puede beber para llevar después el coche de vuelta", aseguró Miguel mientras sus amigos intentaban escaquearse de la complicada elección.

Con el transcurso de las horas el ajetreo fue en aumento en El Arenal, sobre todo tras las barras de casetas como El Bocao, la Becerrá o Malva y Oro, donde cientos de personas pasaron la tarde y la noche moviéndose al ritmo de las sevillanas y algunas de las canciones más escuchadas durante los ocho días de Feria.

El broche de oro, un año más y como marca la tradición, lo pusieron los fuegos artificiales que a medianoche dejaron una estampa para el recuerdo de El Arenal. Los vivos colores iluminaron por completo el recinto ferial que un año más echa hoy la cerradura para prepararse para la próxima edición de la Feria.

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