La pinza, 25 años después

Chaves puso fin en 1996 a la legislatura más exprés de la democracia española atrapado entre Arenas y Rejón 

Juanma Moreno, Juan Marín, Elías Bendodo, César Gavira, Pedro Fernández, Juan Espadas, María Jesús Montero, José María González, 'Kichi', Inmaculada Nieto y Juan Bravo (de arriba abajo y de izda. a dcha.).

Juanma Moreno, Juan Marín, Elías Bendodo, César Gavira, Pedro Fernández, Juan Espadas, María Jesús Montero, José María González, 'Kichi', Inmaculada Nieto y Juan Bravo (de arriba abajo y de izda. a dcha.).

EL voto de Vox con la izquierda, después de haber apoyado los tres presupuestos anteriores, no sólo tumba las cuentas sino que se presta a reinterpretaciones en el tablero político. Aparecen dos relatos. El primero es el sucursalismo: la idea de que VOX y PSOE actúan –también Unidas Podemos, pero no sin coherencia– al dictado de lo estrategas de Madrid. Elías Bendodo dijo de Juan Espadas: “no es que no quiera aprobar los presupuestos, es que no puede; no le dejan los suyos, tanto aquí como los que mandan en Madrid. Que tenga las agallas que debe tener una persona que lidera un proyecto político”; y Juanma Moreno, en la sesión de control, sobre Vox: “Entiendo que ustedes no tienen autonomía para tomar decisiones en el ámbito de este Parlamento...”. Y el otro es todo un fetiche del imaginario político andaluz: la pinza.

Sí, 25 años después regresa la pinza. En 1996, Chaves puso fin al ‘bienio de la pinza, la legislatura más exprés de la democracia española, después de que la tumbaran las cuentas por segunda vez. Es verdad que aquello fue una pinza sistemática, orquestada por Arenas y Rejón mimetizando las dos orillas de Anguita con Aznar contra Felipe. Cayeron los ayuntamientos, cayó la Moncloa, pero Andalucía se les resistió.

Y 25 años después el concepto resurge en esta legislatura que ha mostrado hasta qué punto con el Gobierno del Cambio hay muchas cosas en la cultura política andaluza que no han cambiado. O que no van a desaparecer con facilidad.

La percepción colectiva de que Chaves había sido víctima de una pinza injusta le dio una victoria cercana a la mayoría absoluta para gobernar con cuatro parlamentarios de PA. Moreno hoy firmaría aquellos 52+4. ¿Calará la pinza? En la guerra de relatos con que todos trazan sus estrategias frente a los demás, ya se ha colado. El cantante José Manuel Soto, poco sospechoso de hostilidad, acusaba a Vox diciendo que “no creo que sus votantes entiendan esa pinza con PSOE y Podemos”. El relato está ahí. Y las pinzas las carga el diablo.

No es una tanqueta

Si esta pinza es pinza, o es una pinza pero no la pinza, o es semipinza o seudopinza o parapinza o cuasipinza, es uno de esos debates inútiles... pero el mero hecho de debatir sobre la pinza ya coloca la pinza en la percepción colectiva. Punto para San Telmo. En esto funciona el así es si así os parece.

El político cree que puede resistir a la realidad, pero no. Esta semana hubo un momento formidable cuando el delgado del Gobierno, Pedro Fernández, se propuso negar lo obvio sobre Cádiz: “la tanqueta no es una tanqueta”. Si la gente ha visto la tanqueta, es difícil decirle que no. En realidad, la tanqueta antidisturbios es necesaria cuando hay disturbios considerables, pero tampoco se quería aceptar que había disturbios. Ya se sabe, allí se quemaban cosas –“hemos tenido que meterle fuego...” de Kichi– pero el mensaje era que actuaban ‘piquetes informativos’. La política puede instalarse en una realidad paralela, pero la realidad es persistente.0

La timba de los tahúres

El desastroso audio de Juan Marín, filtrado miserablemente, ha sido el hito más explosivo en la tramitación de los presupuestos; aunque su finalidad fuese dinamitar a Marín más que los presupuestos. De hecho, cuando se filtró el audio, la probabilidad de que prosperara la negociación ya era cero. Pero ahí estaba la coartada. Se impuso el mensaje de que ‘Tras ese audio, no se puede negociar’, un argumento tan absurdo como falso –como aquello de “Con terroristas no se negocia”– pero con potencia en el duelo de relatos.

No parece, sin embrago, que la versión final del fracaso de los presupuestos vaya a ser que el Gobierno nunca quiso negociar. Tiene su público, claro. Desde luego, el audio ha dañado a Marín, pero Juan Bravo quiso desactivar esa tesis mostrando emails y documentos que acreditan que siempre hubo disposición a negociar, pero finalmente sin respuesta de la oposición. En el pulso de relatos, donde cada cual persigue que se les crea como acto de fe, Bravo en romper el statu quo aportando pruebas.

¿Qué relato se impone finalmente? Ese es un punto clave. ¿Fracasó el presupuesto por falta de voluntad de San Telmo, como demuestra el audio?¿Fue el oportunismo ventajista de la oposición como demuestran los email de Bravo? ¿Ha habido pinza? Es el punto clave porque los andaluces están legitimados sobradamente para sospechar de la timba de tahúres de la política, como decía Baroja, donde se ha jugado con los casi 44 mil millones que aportaban setecientos millones para atención primaria, seis mil contratos más, record histórico para Sanidad o Educación...

Y ahora qué

El duelo de relatos tiende a ser de trazo grueso en estos casos, pero un mínimo de sutileza parece recomendable. Siquiera muy mínimo. Lo de María Jesús Montero, más dotada para el duelo a garrotazos que para la esgrima con florete, no da. Sostiene que en Madrid se pacta lo que se pacta por culpa de la oposición del PP, y que en Andalucía no se pacta lo que no se pacta por culpa del Gobierno del PP. Ese maniqueísmo de buenos y malos, donde todo es culpa del PP, resultaría demasiado ramplón de no ser evidente que no se corresponde con la realidad.

El mensaje de que el fracaso de los presupuestos andaluces pone fin a la legislatura, se enfrenta, por demás, a otras evidencias. El PSOE ya prorrogó en el pasado en Andalucía, y el Gobierno Sánchez estuvo casi tres años con presupuestos prorrogados. María Jesús Montero ha sido ministra de Hacienda sin presupuestos entre el 7 de junio de 2018 y el 1 de enero de 2021. Entonces no era un fracaso suyo, sino obstruccionismo cerril de los demás. Claro que siempre se puede decir que una tanqueta no es una tanqueta, pero algunas conclusiones parece demasiado alejadas de la realidad. O poco meditadas.

Blanqueando a Bildu

La ministra ha sostenido que, de no tener enfrente el boicot del PP, “no estaríamos hablando de tener que pactar con 11 formaciones políticas”. En realidad al PSOE le han sobrado 12 votos. ¿Necesitaba los cinco votos de Bildu? Notoriamente no. Encajar a Bildu no era cuestión de necesidad aritmética, sino de estrategia. Ya sucedió en Navarra.

En el bibloquismo, el PSOE ha asimilado a Bildu en su bloque, y no como aliado de Podemos sino del propio PSOE. El vaciado del centro, con la debilidad de C’s, impone la polarización hacia los extremos. En Andalucía también. El PP tendrá que recurrir a Vox, como el PSOE a Unidas Podemos y Adelante Andalucía.

Pero Bildu, aunque Inmaculada Nieto se las tuviera con Juan Bravo por un calentón verbal de éste sobre eso, es otra escala que limita la capacidad de dar determinadas lecciones al rival.

Beligerancia de interés mutuo

Vox, sí, será clave si el PP puede formar Gobierno de nuevo. Sea como socio externo, si el PP suma con C’s más votos que la izquierda, o dentro del gabinete. Y sin embargo, de aquí a las elecciones se va a ver un tono de hostilidad muy avinagrado, ásperamente duro. La respuesta a la pinza ha sido casi insultante por parte del portavoz de Vox, Manuel Gavira, al presidente andaluz:"Usted estaba desahuciado en su partido y esa noche los dioses llamaron a su puerta. Y eso solo pasa una vez en la vida , pero usted, sin embargo, ha renunciado por las razones que sea, por su interés, por su falta de valor, por sus condiciones, por lo que sea, a coger la bandera del cambio...”.

Paradójicamente esa hostilidad puede ser de interés mutuo. A Vox le permite enfatizar su territorio frente a la derechita blanda, con una retórica furibunda que no descuadra en la extrema derecha; y a Juanma Moreno marcar su espacio moderado y además con el relato de la pinza. Va a haber mucha tralla entre PP y VOX, entre VOX y PP. Desde ya.

Lista y... listos

Un día después de tumbar los presupuestos del Gobierno PP-C’s, se aprobó la iniciativa legislativa más importante para el Gobierno PP-C’s en la legislatura: la Ley del Suelo (LISTA). La pinza ahí se desvaneció, con el voto rectificado de Vox y la abstención del PSOE; pero en 24h también se constataba el axioma falso de que no se puede continuar sin presupuestos.En adelante, está por ver lo que sucederá. La Agencia Trade no saldrá –¡más madera... es la pinza!– porque Vox identificará el proyecto con la inercia de los chiringuitos; pero tal vez la ley de tasas o la ley de perros de asistencia sí, y algún que otro decreto. La fecha de las elecciones no es una cuenta atrás dictada por los presupuestos fallidos. El calendario tiene margen. Más allá de la Lista, es un juego táctico para listos que desafía a quienes puedan pasarse de listos.

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