Los disturbios se repiten Falta de soluciones de la Administración a una convivencia compleja

Déficit de integración en Almería

  • El Ejido, Roquetas y La Mojonera han sido los escenarios de enfrentamientos entre inmigrantes · La población extranjera es uno de los pilares del milagro económico

El Ejido, Roquetas y La Mojonera. En apenas 20 kilómetros y en menos de nueve años, las tres localidades almerienses han sido testigos de enfrentamientos interraciales que tuvieron su origen en reacciones por crímenes. En los últimos días de enero y primeros de febrero de 2000, el asesinato de dos agricultores y de una joven en apenas una semana desató los más violentos disturbios que se recuerdan hasta la fecha. El pasado mes de septiembre fue una discusión la que originó el asesinato de un senegalés y varias noches de destrozos en la barriada de las 200 Viviendas de Roquetas de Mar. El pasado puente de la Inmaculada fue el municipio más joven de la provincia, La Mojonera, el que se sumó a esta lista; en esta ocasión fue un intento de robo, un nuevo crimen y unas imágenes ya conocidas. En el fondo de todos estos hechos subyace la incapacidad de las administraciones por atajar los graves problemas de convivencia de unos colectivos que jamás se han integrado con la población autóctona.

En un primer momento, la falta de acceso a una vivienda digna provocó la ocupación de cortijos impropios de seres humanos en zonas de invernaderos. La tendencia se ha modificado y en la actualidad se alquilan viviendas entre varios inmigrantes en barrios determinados creando guetos artificiales, porque hasta veinte de ellos se hacinan en pisos equipados sólo para cuatro personas. La población almeriense abandona esas zonas y la carencia de los servicios públicos mínimos hace el resto por crear una atmósfera social irrespirable. La situación puede verse empeorada además por la crisis económica y la falta de trabajo.

Hace casi nueve años, en El Ejido, representantes políticos de uno y otro bando, se comprometieron a arbitrar las medidas para impedir hechos semejantes, pero la integración sigue siendo una quimera. Las condiciones de vida de los inmigrantes siguen sin mejorar aunque lo más sencillo sea apuntar al racismo como causa principal de los disturbios.

El denominado milagro económico almeriense, que ha hecho saltar a la provincia del penúltimo lugar según el Producto Interior Bruto al puesto veintiocho, tiene en la inmigración uno de sus principales pilares. La población extranjera censada se ha multiplicado por diez, pasando de los 13.260 de 1998 a los 130.149 de los últimos datos del padrón. En La Mojonera, la población extranjera supone el 27,5% del total. A este segmento se debe en gran parte el dinamismo almeriense, pero con el sector del ladrillo en caída libre ese grueso de población activa ha buscado refugio en el invernadero. Esa actividad económica tiene un techo de 50.000 trabajadores en las épocas de máxima producción. Muchos parados se han quedado sin ese refugio y la situación se agrava por la falta de cualificación para poder optar por trabajos alternativos. Para los que no tienen el colchón del subsidio por desempleo sólo queda esperar o regresar a sus países, y el éxoda ha dado signos de comenzar.

Un político almeriense sentenció hace diez años que "a las seis de la mañana hacen falta todos los inmigrantes; a las ocho de la tarde sobran todos". La frase sigue tristemente en vigor.

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