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Crueldad extrema, sufrimiento extra (2-1)

  • Un gol en el alargue deja sin premio a un CCF que aguantó en inferioridad desde el minuto 15 por una absurda expulsión de Pedro Ríos y un arbitraje muy casero. Una cantada de Razak dejó en nada el tanto inicial de Rodri.

El CCF lamenta su derrota en Tarragona.

El CCF lamenta su derrota en Tarragona. / El Día

El Córdoba está en una situación delicada, con sólo un punto de ventaja sobre la zona de descenso, por (de)méritos propios. Los errores acumulados, en la planificación y en los partidos, desde casi el mismo arranque de la temporada han empujado hacia el abismo a un equipo que desde hace tiempo es consciente de que tendrá que sudar sangre para lograr la permanencia. Y así será porque, llegado este punto, a los rivales deportivos se suelen sumar otros elementos que dificultan aún más la carrera hacia el éxito. Los hay propios y, por tanto corregibles -si se quiere-, como saber templar los nervios, mejorar la puntería, afianzar conceptos defensivos, confeccionar alineaciones... Y los hay ajenos, ante los que es mucho más difícil presentar batalla, como la suerte o los arbitrajes. Ayer en Tarragona se juntó un poco de todo y el resultado, como en las cuatro salidas anteriores, fue una derrota que deja a los blanquiverdes marcando el límite de la salvación, con apenas un punto de ventaja con el peligro y dos con el colista.

En el Nou Estadi, una final más ante un rival directísimo, el Córdoba tuvo que hacer frente a uno de esos arbitrajes calamitosos que de vez en cuando entran en escena. No fue sibilino, de esos que te machacan con faltitas y decisiones no decisivas que, sin embargo, sí van mermando la confianza del fútbolista. En esta ocasión, el valenciano Ais Reig, ya reincidente esta campaña por un tinte casero que lo mandará de vuelta a Segunda B en verano, fue descarado desde el principio. Agarrando por la solapa el reglamento, el colegiado dejó en amarilla una tarjeta naranja a Emaná que mandó a Héctor Rodas al vestuario a los 8 minutos, un camino que el camerunés debió coger como tarde en el 72' por una nueva infracción punible sobre Rodri que el árbitro le perdonó. Como también hizo con otra segunda amarilla a Cordero ya en el 90', permitiendo el acoso final en superioridad de un Nàstic que disfrutó de esa ventaja por una roja directa a Pedro Ríos al cuarto de hora. Era expulsión porque, como recogió el acta, el balón no estaba en juego, como sí en las de los jugadores granas. Y ahí se suman ya los errores propios que condenaron a los blanquiverdes a la derrota, pues esa acción absurda llegó con el marcador encarrilado por el gol de Rodri y de ella nació el empate con la inestimable colaboración de Caro y, sobre todo, Razak.

En ese momento empezó a jugarse un partido totalmente diferente al del primer cuarto de hora, cuando ambos conjuntos salieron dispuestos a hacerse fuertes atrás bajo sistemas calcados. Carrión, que ya había modificado el once por las bajas forzosas de Cisma y Juli dando entrada a Luso y Alfaro para no tocar nada, tuvo que reubicar a Edu Ramos como libre tras perder a Rodas y, casi sin tiempo para ver cómo afectaba la variación al equipo, se encontró con el 0-1. El inicio era perfecto para los intereses cordobesistas, pero empezó a torcerse muy pronto. La infantil expulsión de Ríos y el empate inmediato obligaron a una reinvención sobre el plan inicial del que, curiosamente, el Córdoba salió bastante airoso.

Con un 4-4-1, el cuadro visitante se defendió bien, mitad por su orden y mitad por la falta de ideas y la lentitud en la transición de un enemigo que, como era de esperar, también guardó su guion de cinco zagueros. El choque se jugaba en medio campo, pero las áreas eran casi un coto privado, pese a que los guardianes blanquiverdes eran dos pivotes reconvertidos que demuestran la planificación errónea de este curso. Apenas un envío directo de Madinda que Emaná mandó fuera fue el balance ofensiva grana antes de un descanso al que el CCF llegó avisando con un disparo lejano de Alfaro, una internada de Bíttolo y un cabezazo alto de Luso a la salida de un córner. Más no se podía pedir para cómo se había puesto el encuentro.

A Merino no le gustó un pelo lo que vio y ajustó piezas en el intermedio, colocando una referencia ofensiva como Álex López y prescindiendo de Iago Bouzón para dibujar de manera más precisa a su equipo. Pero el primer susto llegó con una contra de Rodri a la que le faltó finalización, pues el soriano se dejó caer ante la llegada de Perone. La respuesta local llegó con un pase interior de Jean Luc y la continuidad de Emaná, que se topó con Razak. El partido ya hacía tiempo que era eso: dominio y acoso local, y defensa a muerte y contra visitante. Incluso con el carrusel de cambios, el ganador a los puntos siguió siendo un Córdoba que estaba hasta cómodo con el rumbo que había tomado la cita.

Ni siquiera un cabezazo alto de Álex López o la lesión muscular de Caballero intimidaron a los blanquiverdes. Tampoco el colegiado cuando perdonó la segunda amarilla a Emaná, en una acción en la que Javi Lara probó a Reina, asustado por Aguza poco después. El partido caminaba hacia el empate, tras dos nuevos intentos vanos de Juan Delgado y Jean Luc. Pero entonces una vez más se conjuntaron los errores propios y los elementos externos para perpetrar un final cruel: un balón largo mal defendido hasta por dos veces propició el 2-1 ya en el alargue del alargue. El Córdoba perdió el punto que había defendido con uñas y dientes y ante todo y todos de la misma manera que ganó los tres una semana antes. Sólo es un capítulo más del sufrido camino que espera hasta alcanzar la ansiada permanencia.

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