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Guarden fuerzas, hay más (0-0)

  • El CCF sella su clasificación para el 'play off' en un agónico partido en el que fue de menos a más. Los blanquiverdes se medirán al Murcia desde el miércoles, primero en El Arcángel.

Era imposible que la historia terminara aquí. Y no lo hará. Porque el CCF, fiel a sus principios y con esa dosis extra de sufrimiento que suele acompañarle, luchará a partir del miércoles por el ascenso a Primera División, el objetivo marcado a principios de temporada y que hace sólo unos meses se veía como una utopía. El rival en la primera eliminatoria será el Murcia, el mejor de los cuatro aspirantes al último billete hacia la gloria; el Sporting y Las Palmas pelearán por la otra plaza en la gran final. El empate sin goles sirvió porque el Sabadell y el Recreativo se hicieron el hara kiri en la Nova Creu Alta. De una u otra forma, hubiera sido cruel que el conjunto blanquiverde se descabalgara a última hora tras haber tocado el pasaje en el Colombino de Huelva una semana antes. Dos palos iguales hubieran sido muy duros de digerir. Ahora lo difícil será sacar fuerzas de flaqueza para pelear por lo que viene, que es realmente lo bonito. Si bien para eso siempre hay una reserva. Sobre todo en una afición ávida de recompensas a la que ya le ha llegado su momento.

Nadie dijo que fuera a ser fácil, pero el CCF supo jugar la primera de las cinco finales que señaló en rojo camino del cielo. Con la prioridad de no encajar gol para no provocar una derrota que era el único resultado que lo dejaba sin opción alguna de alargar la temporada, los blanquiverdes salieron con la idea de dominar a un Mallorca que se jugaba el pan y la sal, la supervivencia tras 98 años de historia. Ferrer sacudió el once de forma inesperada con hasta tres novedades respecto a Huelva; una esperada como el regreso de Xisco a la punta de lanza, las otras dos más sorpresivas, con la inclusión de Fran Cruz en lugar de su hermano Bernardo en el eje de la zaga, y el regreso de Luso a la medular para hacer pareja con Abel, dejando a López Garai en el banco.

El CCF sabía que ganando sólo una carambola improbable lo dejaba sin play off. De ahí que quiso mandar desde el pitido inicial, si bien se encontró con un enemigo con mucho más potencial del que pudiera decir su situación en la clasificación. Tomer Hemed, una de las sensaciones de la campaña pasada en Primera, a punto estuvo de hacer su tercera diana consecutiva -ya había marcado al Girona y a Las Palmas en las citas precedentes- a los dos minutos. Lo evitó una manopla providencial de Juan Carlos para desviar un tiro que buscaba el palo largo tras un despiste de Gunino que aprovechó bien Álex Moreno.

Sin aparentemente hacer mucho, el Mallorca creaba inquietud cada vez que merodeaba las inmediaciones del área de Juan Carlos. Y por desgracia lo siguió haciendo durante varios minutos. Hemed se agigantó para llevarse todos los balones aéreos y la movilidad de Moreno y Brandon ponía de los nervios a más de uno. Sobre todo porque a la zaga cordobesista parecía no importarle lo más mínimo conceder saques de esquina, una de las armas más peligrosas de los bermellones desde la llegada de Javier Olaizola al banco. Hemed lo intentó con un cabezazo tras una cabalgada de Brandon por la derecha y luego repitió con un zurdazo desde la frontal que tuvo respuesta en el meta local.

El CCF estaba, pero no estaba. Aparecía en tres cuartos de campo, pero se nublaba al mirar de cerca el portal enemigo. Luso fue le primero en quitarse la venda, si bien su cabezazo tras una falta lateral tocada por Abel Gómez se fue muy alto. Nada que ver con la primera gran ocasión blanquiverde. Xisco, un hombre que tiene que jugar siempre en cualquier equipo que aspire a lo máximo, casi saca petróleo de un balón aparentemente perdido. Un control largo se convirtió en una oportunidad perfecta para engatillar con su derecha y obligar a estirarse de lo lindo a Aouate; el rechazo le cayó a Uli Dávila, que quiso burlar al meta antes de fusilarlo y cuando quiso armar la zurda se encontró con la pierna de Bigas para enviar a córner.

Esa llegada del Córdoba metió en faena a la grada, si es que alguna vez estuvo aislada de lo que se estaba cociendo en el verde. Y, sobre todo, equilibró el encuentro. El partido entró en una fase sin control, con muchas imprecisiones en el medio y pocas aproximaciones al área. Era como si ambos equipos hubieran firmado un armisticio para luego en el intermedio ver cómo iba la cosa en los otros campos en los que se jugaban su futuro. Con todo, el Mallorca llevó el susto tras el enésimo córner botado por Martí y un cabezazo peinado de Bigas que se fue por un pelo. Y el CCF respondió acariciando el gol con un libre directo de Uli Dávila que facilitó de nuevo el lucimiento de un portero al que ya quieren jubilar. Por cierto, que el origen de la jugada estuvo en un sombrero de Xisco a Agus que el excordobesista cortó en falta en la frontal pese a ser el último hombre. Tenía una amarilla y Muñoz Mayordomo fue benévolo perdonándole la segunda.

Tras esa acción, el CCF pareció irse por unos instantes. El Mallorca se veía más cómodo, como si estuviera leyendo mejor todo el galimatías de esta última fecha de órdago. De hecho, esa aparente relajación local casi acaba en susto cuando una cabalgada de Bigas apoyada en Brandon obligó a Bouzón a despejar casi en la línea de gol ante la llegada de Hemed. Fue la última del primer acto.

La segunda mitad arrancó con el CCF más enchufado de nuevo. Pero esta vez, al contrario que en la primera, el fuelle le duró más tiempo. Abel se hartó de botar saques de esquina y faltas laterales ante un Mallorca cada vez más encerrado, al que el miedo de verse en Segunda B empezó a atenazarle. Esa preocupación no era ajena tampoco al equipo de Ferrer, que atacaba con fuerza, pero mirando siempre de reojo a su portería. A esas alturas de la película tan importante era marcar como no recibir. Era la hora de saber templar los nervios, de saber jugar con los marcadores y controlar el ímpetu que transmitía la grada. Aún así, Ferrer sorprendió al retirar a Luso por Arturo; cambio ofensivo para ir a ganar sin mirar a ningún lado. No salió. Y eso que Pelayo la tuvo. No hizo falta. Mejor si la guardó para el miércoles, que es cuando empieza lo bueno de verdad. Superada la primera final, quedan otras cuatro camino de Primera.

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