Espanyol-córdoba · la crónica

Maldito tope de octavos (4-2)

  • Un gol a falta de dos minutos elimina a un Córdoba épico en Cornellá. Una pésima primera parte permitió al Espanyol adelantarse 3-0. Durante 40 minutos, el CCF estuvo en cuartos.

Como la temporada pasada, la lección de amor propio del Córdoba no tuvo recompensa en los octavos de final de la Copa. Adrián fue el verdugo en 2011 con un hat trick en Riazor y ayer fue su sucesor en las categorías inferiores de la selección española, Álvaro Vázquez, quien ejerció de ejecutor con tres goles. El último y definitivo cayó como un jarro de agua helada ya en el minuto 87, después de que los tantos de dos cordobeses, Alberto Aguilar y Pepe Díaz, hubieran levantado una eliminatoria que parecía sentenciada cuando Dídac firmó el 3-0 en el 35'. Al CCF no le queda otra que centrarse en sus aspiraciones de ascenso en la Liga y no obsesionarse con lo que pudo ser y no fue, ese cruce con el Mirandés que encerraba el pase a semifinales. Otra vez será. Otra vez.

Los dos conjuntos venían de hacer un sobreesfuerzo tres días atrás ante el Girona y, sobre todo, el Barça. Pero Paco Jémez y especialmente Pochettino salieron prácticamente con los mejores: sin los tocados Gaspar, Fernández y Charles, el entrenador blanquiverde dejó en el banquillo a López Garai, Carlos Caballero y Borja y apostó por el 4-4-2, con Alberto Aguilar y Javi Hervás a los mandos, Quero y López Silva por las bandas y Patiño y Pepe Díaz arriba; mientras, el argentino puso todas las cartas encima de la mesa con el hándicap de que la portería estaba ocupada por Edgar Badía, del filial de Tercera, por la sanción de Kiko Casilla, la lesión de Cristian Álvarez y la marcha de Kameni al Málaga.

El Córdoba salió sin complejos, tratando de avanzar combinando y con la defensa muy adelantada, por lo que Arias anduvo atento desde el principio. Por eso desvió a córner, junto al larguero, una vaselina de Verdú. Sin embargo, el boliviano no pudo enmendar una pérdida en la salida de Javi Hervás, que dio pie a una transición fulminante con Romaric, Sergio García y Álvaro Vázquez como ejecutores.

La ventaja por el 2-1 de la ida se había ido al traste en apenas nueve minutos. El desconcierto visitante se tradujo en una amarilla a David Prieto y una clara ocasión de Weiss en la siguiente jugada. Y se prolongó hasta que, aún en el minuto 20, el extremo eslovaco cedido por el Manchester City sirvió el segundo en bandeja a Álvaro. Incluso más allá, porque Sergio García perdonó el tercero poco después del saque de centro.

El internacional sub 21 había plasmado la diferencia de categoría en un arranque desastroso para el Córdoba, que debía aguantar de pie al menos hasta el descanso. Porque un gol suyo empataba la eliminatoria. Sin embargo, estaba muchísimo más cerca otro del Espanyol, porque David Prieto sufría de lo lindo amonestado y fuera de sitio -Bernardo salió a calentar antes de la media hora- y Arias medía mal y luego tenía que lucirse en las innumerables llegadas locales, bien a través del toque, bien a raíz de errores flagrantes en la retaguardia. Así cayó el 3-0, en una impetuosa irrupción del lateral izquierdo Dídac.

Todo parecía perdido. Fede Vico suplió a Quero en un retoque que invitaba a pensar en el futuro por la crueldad del presente. Pero, de repente, en el vigesimoquinto compromiso de la temporada, por fin el balón parado fructificó: un córner sacado en corto acabó en un pase de López Silva y un testarazo inapelable de Alberto Aguilar. Fue una resurrección en pleno velatorio: ahora al CCF le valía cualquier derrota por la mínima para pasar.

Quedaba la segunda mitad para levantar una ronda sin posibilidad de prórroga. La reanudación se retrasó un par de minutos por la tardanza de Borja García, sustituto de Cerra en una arriesgada propuesta táctica: una especie de 3-4-1-2 con el madrileño y Fede Vico en los costados. Gracias a la primera acción potable de Hervás, el juvenil se sacó un centro con ventaja que Pepe Díaz enchufó con la cabeza.

La fiesta de los 300 aficionados blanquiverdes habría sido completa si el de Almodóvar no se hubiera dormido con todo a favor, encarando en solitario a Edgar gracias a una asistencia de López Silva, hasta dejarse robar la cartera por Raúl Rodríguez. El Espanyol seguía aturdido a pesar de la reacción de Pochettino, que había recurrido a Javi López y Thievy en detrimento de Héctor Moreno y Weiss.

Ahora Arias no tenía que intervenir. Cuando lo hizo fue para adelantarse a Álvaro Vázquez, el blanquiazul más incisivo, y ganar unos segunditos en el suelo. Por el contrario, Raúl Rodríguez y Amat se multiplicaban para neutralizar a Patiño y Díaz, dos cuchillos afilados. López Silva se sentía a gusto como enganche y Alberto Aguilar se agigantaba en el eje.

El partido entró en el cuarto de hora definitivo con el billete en el aire. Thievy y Patiño desperdiciaron sendas cabalgadas francas con Álvaro y Pepe listos para embocar, Verdú estrelló en la barrera un golpe franco a un metro de la frontal y Arias solicitó la asistencia médica tras arrojarse a los pies de Rui Fonte, que había relevado a Romaric. Otro arañazo al crono.

El arquero sudamericano se lució en un zapatazo de Álvaro ya con López Garai sobre el césped. Quedaban cinco minutos. Cuatro. Tres… Vázquez se coló por la derecha como una centella y su pase de la muerte no fue embocado por Sergio García, pero el número 8 sí clavó un puñal en el corazón del cordobesismo haciendo gala de su velocidad y su habilidad para definir en el siguiente chispazo. Los tres minutos de descuento fueron una dolorosa agonía para un equipo que se ahogó en la orilla después de nadar a contracorriente y acariciar con la yema de los dedos la playa de Barcelona.

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