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Nuevos tiempos para la RTVA
El líder de Vox, Santiago Abascal, se ha retratado al minuto. A Federico Jiménez Losantos le ha confesado sus programas favoritos de esa misma cadena que quería cerrar, Canal Sur, y de paso eliminar a toda esa plantilla, como piensan en su formación, de trabajadores enchufados y peligrosos. Si habría que dejar viva la RTVA, y resignarse con ella, Abascal opina que deben permanecer Toros para todos y Juan y Medio. Pero en justicia también podría permanecer casi el resto de la programación.
Los seis consejeros del PP durante diez años, acomodados en unos puestos bien remunerados con 80.000 euros al año, no se han quejado en este tiempo y han trabajado muy poco. Están encantados con Yo soy del Sur, Andalucía de Fiesta, Menuda noche, la eternidad de cada día con La tarde, aquí y ahora y las visitas a las churrerías y a los coros de Andalucía Directo. Nunca han tenido queja ni de la facturación ni de los contenidos de La báscula, Original y copla. Ni con las excesivas horas dedicadas a cofradías, romerías y chirigotas. Todo eso sería una tele firmada por Vox. Con la dirección de un interino perpetuo como Joaquín Durán, que en marzo cumplirá 6 años de labor, el PP nunca tuvo queja del alarmante descenso de audiencia progresivo de Canal Sur Televisión y Canal Sur Radio, que terminarán 2018 con sus respectivos peores datos históricos. Las energías de cabreo televisivo el PP las deja a los recién llegados a RTVE. Y Ciudadanos ni siquiera estuvo representado en ese consejo de la RTVAdurante la pasada legislatura. Pero ya se sabe, quien calla, otorga.
No habrá nuevos tiempos para una programación que muestra la cara más tópica de Andalucía, obviando necesidades, olvidando problemas sociales de envergadura y quedándose con la anécdota, la queja sindical y la exaltación del andaluz que canta, torea y no piensa. La Andalucía que arma jaleo inofensivo, centralista de Sevilla y que no se queja a Madrid, y que espera que le toque la lotería batiendo al relente la pandereta, como ayer en el más insufrible AD que recordamos. Una cadena sin cine de calidad, que bascula del Hollywood más ramplón al estilo casposo nacional de La tonta del bote, que nombre más lamentable, como brindaban este sábado.
Con una programación de este calibre, y que nos cuesta 383.000 euros al día, va a ser difícil que la derecha andaluza muestre unas señas de identidad aún más conservadoras y ortodoxas. Vox no puede exigir una televisión más reaccionaria. Incluso Juan y Medio profirió en antena a las feministas lo de “ladran, luego cabalgamos”, cuando lo de la falda. Y entonces la mujeres en la directiva de la RTVA no le tocaron ni un pelo del bigote sino que le contrataron más Menuda noche. El favorito de Vox es quien ya más factura en Canal Sur. Juan y Medio avergonzó a la mayoría de los andaluces pero a Abascal sólo le queda pedir que sea nombrado formalmente director general.
La derecha no puede llevar mucho más allá a esta cadena conservadora que atocina a las masas, pensada para una determinada y concreta franja de población (mayores de 70 años, clase baja, de diseminados). Canal Sur es la mano que mecía la cuna del vivero de votos socialistas rurales, con el adoctrinamiento de un andalucismo de cartón piedra, una tierra beata y autocomplaciente que sólo piensa en la juerga y que se maravilla con su nivel de vida pese a las carencias y las evidentes deficiencias en los servicios. Fue durante decenios el mensaje del PSOE andaluz y el que exaltó aún más el desafortunado entorno de Susana Díaz.
Tenemos copla en el primer canal y flamenco en una segunda cadena tan exquisita que no ve nadie. El concepto jíbaro de una Andalucía que no reconocemos los andaluces que nos hemos sentido (y nos seguiremos sintiendo) excluidos de esta propaganda quintacolumnista de aquellos cortijeros del regeneracionismo. Tenemos la cadena más reaccionaria y anacrónica de todo el continente y que sólo ve el 8,7% de la audiencia. No es ni será un obstáculo para las tesis de Vox ni para los socios que formarán el nuevo gobierno de la Junta de Andalucía. Más bien, al contrario.
Puede ser que haya nombres renovadores en la cúpula de la RTVA pero, tal como hizo el PP con RTVE, sería complicado empeorarlo todo. Como ha sucedido de forma pendular con Torrespaña, el cambio efectivo se limitará a los informativos, en una redacción donde está instalado el pensamiento único y que por primera vez en 30 años rectificaría de orientación.
El cambio de rostros en los informativos será la forma más evidente en un futuro próximo para escenificar que algo se habrá movido en Canal Sur. Un seísmo muy flojito que aun así acarreará impetuosas y airadas movilizaciones sindicales. Esperamos más días de pantalla en negro como el pasado 8 de marzo (otro día de bochorno en la RTVA; como el caso de las campanadas de 2015, aún sin aclarar). Será por entonces cuando UGT muestre el espíritu combativo que ha bloqueado durante estos años ante la alarma desesperada de periodistas y técnicos que pedían un cambio en la RTVA que ya llega tarde. Tenía razón aquellos trabajadores que fueron escupidos por pedir que Canal Sur fuera una cadena moderna. Ya no lo será. La futura programación de Canal Sur cambiará sin que nada cambie realmente. Una reforma cosmética. Puede ser que Agustín Bravo, candidato de Ciudadanos por Sevilla, releve a Juan y Medio (ojo, la audiencia adicta de la tarde es fiel al formato, no al presentador) y que regresen caras conocidas como Irma Soriano, en Trece, o rescatadas de la TVE del PP como Inés Ballester.
Las productoras afines al PSOE, con una plantillas malpagadas para beneficio de unos pocos directivos, serán cambiadas por otras. Pero ya no serán empresas andaluzas sino de otras partes y que han prestado sus servicios alPP.
El futuro de Canal Sur es tan evidente que seguirá ahondado en la desafección de la población andaluza hacia una cadena autonómica que nació con esperanza hace ahora 30 años y que nos ha ido defraudando cuanto más se iba alejando de nuestra realidad.
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