Martes Santo · La Sangre

Las nubes le ganan el pulso a las ganas

  • La hermandad decide por unanimidad no hacer la estación de penitencia ante el temor de una nueva descarga de lluvia.

LA decisión estaba tomada incluso antes de la hora prevista para el comienzo de la estación de penitencia. Los hermanos de La Sangre no quisieron arriesgar y, por unanimidad, se decantaron por la opción más inteligente. "Tener que suspender es una decisión que nunca gusta, pero el tiempo está muy cambiante y no podemos arriesgarnos a salir así", decía con rotundidad el hermano mayor de la hermandad, Carlos Rubio. 

 

Unos segundos después, la multitud que esperaba en Capuchinos comenzaba a lanzar de boca en boca lo que todos ya temían. "Ya les han dicho a los costaleros que este año no van a salir por el temor a la lluvia", comentaba uno de los miembros de la banda de música María Santísima de la Esperanza. Las pocas ilusiones que aún guardaban los devotos de esta hermandad se desvanecieron por completo y el cielo tornó  a un color plomizo. En esta ocasión, Córdoba no podrá ver la imagen de Jesús recorriendo Capuchinos dejando a su paso las manchas de sangre, después de que Pilatos anunciara su condena de muerte.

 

Los costaleros fueron los primeros que abandonaron el convento del Santo Ángel. Cabizbajos salían uno a uno ocultando su tristeza con la mirada clavada en el suelo. "Imaginábamos que esto podía pasar, pero cuando te confirman que no vamos a salir sientes una sensación de rabia e impotencia. Llevamos semanas preparándonos para que nuestro Cristo recorra las estrechas calles de Córdoba con solemnidad y vemos como las oscuras nubes no nos han dejado una vez más cumplir nuestro sueño", decía uno de los costaleros. 

 

El año pasado la hermandad del Císter sí aguantó hasta una hora sobre la hora prevista de salida, para brindar a Córdoba a sus titulares y hacer estación de penitencia en la Catedral por primera vez en su historia; una espera que finalmente bien mereció la pena.

 

Este año, las nubes han ganado el pulso a la hermandad que decide no seguir el camino del año anterior. Pero los fieles no quisieron quedarse con un sabor amargo el Martes Santo y decidieron esperar hasta que las puertas del convento se abriesen  para poder ver, aunque solo sea durante unos minutos, a sus titulares. A las 19:30 la banda de la Esperanza se colocó frente a la puerta en la que debería haber comenzado la estación de penitencia para tocar una marcha. "Qué bonito suena. Es una pena que no hayamos podido vera Nuestro Señor de la Sangre y a Nuestra Señora Reina de los Ángeles y San Juan Evangelista en procesión", le susurraba una señora a su pareja mientras esperan la salida de sus dos hijas pequeñas vestidas de nazarenas. Justo en ese momento se abrieron las puertas y se encendieron los faroles en Capuchinos, que  transmitían serenidad y calor en una tarde fría y negra. 

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